Deportes

Abril y sus historias

31/03/2019

Emmett Ashford, fotografía tomada de la página theruckerarchive.com

Para el beisbol abril es un mes de muchos recuerdos, rico en historias para evocar, como las de estos tres hombres determinantes: Jackie Robinson, Emmett Ashford y Frank Robinson. Los tres fueron “el primer afroamericano ” en derribar una barrera racial.

Jackie Robinson, cuyo debut celebramos el 15 de este mes, fue el primero que se estableció en las Grandes Ligas (1947), Emmett Ashford el primer umpire (1966) y Frank Robinson  el primer manager.

Es un mes esplendoroso para la reivindicación de los derechos civiles de los afroamericanos, un mes importante, porque cada uno de esos acontecimientos trascendió más allá del beisbol.

Martin Luther King, uno de los hombres más elevados de la historia contemporánea de los Estados Unidos, reconocía en lo hecho por Jackie Robinson una gesta inspiradora, definitiva en su determinación de que la lucha por los derechos se basara en la “resistencia pacífica”, la tolerancia y la “no violencia activa” que Jackie supo ejercer como el mejor ejemplo.

Uno de los sueños que Jackie Robinson muchas veces deseó en voz alta, fue ver a un afroamericano dirigiendo un equipo de Grandes Ligas, hecho que ocurrió la noche del 8 de abril de 1975 en el Municipal Stadium de Cleveland, Rachel Robinson, viuda de Jackie, fue quien tuvo el honor de hacer el primer lanzamiento.

Jackie Robinson murió el 24 de octubre de 1972 a los 53 años.

Así como Jackie tuvo que ser un pelotero destacado y de conducta irreprochable para poder deja runa huella más allá del hecho de ser el “primer negro”, Emmett Ashford tuvo que ser un árbitro estudioso y conocedor de las reglas para poder imponer su autoridad. Ese debe ser el trabajo de todos los jueces del terreno, pero para Emmett era más que una obligación.

Cualquier umpire podía equivocarse por ser “humano”, Emmett debía evitar errores porque él se equivocaría por ser “negro”.

El 15 de abril de 1947, Emmett Ashford estaba escuchando la radio en una base del Ejército en la sureña Louisiana cuando supo que había debutado el primer jugador de raza negra en las Grandes Ligas y ese día, cuenta su historia, se propuso ser árbitro en las Mayores.

El 11 de abril de 1966, casi dos décadas después, lo consiguió. Había sido contratado en 1962 pero debió prepararse y ascender en las menores hasta que estuvo listo para subir a las Grandes Ligas.

En el juego Inaugural de los Senadores de Washington estaba presente el vicepresidente Hubert Humphrey y el servicio secreto estaba a cargo de la seguridad. Ashford se identificó como árbitro y tuvo que esperar un buen rato hasta que los agentes comprobaron que en verdad así era y le permitieron acceder al campo, a última hora, pero antes de la voz de ¡Play Ball!

Emett Ashford tenía 51 años cuando logró su sueño. Como Jackie Robinson,  Ashford era un californiano del sur, maduro, sobrio, impetuoso y bien educado, había sido elegido presidente de su clase en bachillerato, y tuvo un empleo como cajero en el supermercado de su pueblo. Fue limpiabotas para pagarse la universidad y también sirvió a la Marina de los Estados Unidos entre 1943 y 1946. Aunque tenía un buen trabajo en la oficina de correos, prefirió dejar aquella apacible estabilidad para probar suerte en el beisbol, como árbitro, aunque pocos creyeron que podría hacerlo en un país que aún padecía el racismo en importantes estados.

La de Ashford es otra de esas vidas que no sólo son significativas para el beisbol, sino para la propia historia de los Estados Unidos.

Ashford fue también importante al convertirse en el primer hombre de color que ponchó cantado a un blanco en las Ligas Mayores. Fue un árbitro enérgico y divertido, de mucha carisma y conocimiento del juego, se dice que llevaba gente a los estadios.

Aún estaba trabajando en las ligas menores cuando el manager de uno de los equipos estaba molesto por una sentencia de Ashford;  su rabia y racismo se hizo notar al juego siguiente a la hora de entregar las alineaciones.

Según el historiador Larry Gerlach, The Men in Blue: Conversations with Umpires, capítulo final, “Emmett Ashford,” 1994, el manager le dijo a Ashford, quien uno de los tres árbitros del juego, “No es por ti que estoy contrariado, Emmett, es por los otros dos muchachos”.

El jefe del equipo arbitral, Cesar Carlucci, quien estuvo con Ashford en casi mil juegos, interrumpió.

–¿De qué está usted hablando?
–Usted no, los otros dos, respondió.
–¿Y quiénes son los otros dos?, le preguntó.
–Abraham Lincoln, por liberarlos, y Branch Rickey por traerlos al baseball.

Cuando Frank Robinson debutó como el primer manager “de color” en las Grandes Ligas, ya el cubano Preston Gómez lo había hecho seis años antes, como latino.

Aunque hoy nos parezca inconcebible, la discriminación racial aún ensombrecía diversos ámbitos de la sociedad de los Estados Unidos y ver a un afroamericano como manager en las Mayores fue una gran noticia, no sólo para el beisbol, igual como ocurrió con los debuts de Jackie y Emmett.

Frank Robinson tenía 40 años de edad y estuvo en la alineación en varios juegos, figuró como bateador designado en 60 encuentros,  dos veces como primera base, y una vez en los jardines.

En su primera temporada como manager-jugador, dejó récord de 79-80,  un mejor registro que el año anterior, cuando Bob Aspromonte terminó con 77-85.

En su doble función de manager-jugador en dos campañas,  dejó promedio de .232 en 85 juegos, 43 imparables en 185 turnos, cinco dobles y 12 jonrones. Conectó de 22-7 como emergente en sus dos temporadas, desde 1975 hasta 1977 cuando se retiró como pelotero activo.

La afición de los Orioles de Baltimore siempre recordará que los ayudó a ganar las Series Mundiales de 1966 y 1970, y también su trabajo como piloto entre 1988 y 1991.En 1989, fue electo “Manager del año” cuando los Orioles quedaron en segundo lugar, detrás de los Azulejos de Toronto en la División Este de la Americana.

Decía Martin Luther King: “Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad”.

Una “mesa de la hermandad” también es un campo de beisbol.


ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR

Suscríbete al boletín

No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo