Eliminatorias Sudamericanas

Venezuela contradice su historia y rompe la racha de Brasil

Fotografia de Nelson Almeida | AFP

13/10/2023

Venezuela tiende a desplomarse en escenarios adversos, pero sacó un punto de Brasil y pelea el cuarto lugar de las Eliminatorias Sudamericanas.

Era uno de esos partidos que suele terminar con intercambio de camisetas entre Brasil y Venezuela, hasta el gol de Eduard Bello en el minuto 85. Entonces, el encuentro que parecía cerrarse con sonrisas fingidas, saludos y el público brasileño regresando a casa con los tres puntos ganados, concluyó con una revuelta, empujones e insultos este jueves 12 de octubre de 2023. ¿El motivo? Brasil tenía 15 partidos consecutivos ganados en casa, hasta este empate a uno contra la Vinotinto. 

Cuando Venezuela enfrenta a países como Argentina y Brasil, no juega solo contra el presente deportivo de su rival; también choca con una tradición futbolística muy superior. Eso explica estadísticas como la siguiente: Venezuela tenía 23 derrotas consecutivas ante Brasil si el rival tomaba ventaja primero. Ese dato, registrado por Renzo Di Vincenzo, adquiere mayor relevancia con dos más, provenientes de la misma fuente: Venezuela, siendo visitante, nunca ganó un partido de Eliminatoria Sudamericana cuando el adversario anotó primero; en esta etapa clasificatoria, Brasil solo empató 13 veces en 66 encuentros como local.

En clave Vinotinto, el resultado alimenta un proceso deportivo que está sumando unidades a la par que mejora en algunos aspectos del juego. Aún es pronto para sacar conclusiones sobre la selección. Sin embargo, el hecho de que haya distintas discusiones y las matemáticas se estén moviendo a favor, ya es una buena noticia para el país. 

La Vinotinto y las maneras de competir

La diferencia entre el nivel futbolístico de Venezuela y el de Brasil no será resuelto por esta ni la siguiente generación de jugadores venezolanos; incluso, puede que nunca se salde: son demasiados años de desventaja. Sin embargo, la manera cómo se aborda esa desigualdad sí es algo que debe atender la selección actual y las que vengan: bastará con poner en duda el resultado, con jugar la mayor parte del tiempo sin que la diferencia en el marcador sea insalvable. 

En el estadio Arena Pantanal, Venezuela se mantuvo en partido aunque permitió un gol en el minuto 50 y su rival dominó. No hay que ir muy lejos para recordar cómo la Vinotinto se ha caído luego de recibir una anotación: pasó contra Colombia, en el primer juego de esta eliminatoria. Es probable que la anotación, al comienzo del segundo tiempo contra Brasil, trajera a la mente de los aficionados venezolanos escenas de una película vista decenas de veces: luego de este, vendrá el segundo, el tercero y no se descarta el cuarto. Una saga de anotaciones dolorosas, producto de una superioridad deportiva evidente.

Luego de un primer tiempo en el que Venezuela resistió varias encerronas de Brasil sin que el local generara ocasiones claras, ese gol podía echar todo ese esfuerzo a la borda. Lo normal, cuando se trata de la Vinotinto, es que se desconecte de los juegos cuando el rival toma ventaja. Brasil tenía control y comenzaba a mandar también en el resultado. Sin embargo, esta vez no se reprodujo la misma película: en buena medida por el trabajo de la línea de defensores: Alexander González, Yordan Osorio y Wilker Ángel destacaron.

¿En qué consistió ese comportamiento y el cambio de esa tendencia? Un bloque bajo, solidario y comprometido en las marcas y la ocupación de espacios, sin resignar acciones deportivas ni ser violentos. Con juego directo, Venezuela se acercó al área del adversario, inquietando en algunas ocasiones. Esto se corresponde con el mensaje inicial planteado por el entrenador, Fernando Batista: el equipo no viajó hasta Brasil para defenderse y cumplir un trámite. Esa actitud es fiel al mensaje de intentar pelear todos los partidos. Para fortuna de Venezuela, discurso y resultados se están alineando.

Fotografia de Nelson Almeida | AFP

La estrategia

Durante todo el juego, Fernando Batista sostuvo en cancha a un equipo que, por las características de sus jugadores, no quiso perder opciones en ataque. En el primer tiempo, con Sergio Córdova y Darwin Machís en campo, el entrenador procuró que Salomón Rondón no estuviera aislado. Si se daba la oportunidad de hacerse profundo, la velocidad y el desborde de Córdova y Machís podrían ser útiles. Aunque los tres nombres pasaron más tiempo en campo propio que en zonas de ataque de Brasil, la intención fue clara: si daba con espacios, Venezuela quería aprovecharlos.

Se sabe que las peores decisiones pueden partir de buenas intenciones; no se descarta que alguien pensara que había demasiados jugadores con características ofensivas. Pero esto no se trata tanto del perfil de uno y otro como sí de su rendimiento y funciones en un contexto puntual. Córdova y Machís dieron un poco de aire al equipo, en alguna intentona ofensiva, y ayudaron en labores defensivas a un conjunto que lo necesitaba, con brasileños cayendo por distintas zonas la mayor parte del tiempo.

Ese desarrollo no se alteró en la segunda parte, incluso luego del gol: Brasil, acostumbrada a buscar el segundo luego del primero y el tercero luego del segundo, siguió atacando. En ese escenario, lo lógico pudo haber sido dar entrada a jugadores defensivos y así intentar evitar un resultado incómodo a la vista, que afectara la salud anímica de la Vinotinto para el próximo partido. Pero ocurrió todo lo contrario. Fernando Batista dio juego a Jefferson Savarino, Cristian Cásseres Jr. y Yeferson Soteldo. Con ellos en cancha, el plan fue el mismo: conservar la atención en defensa sin desechar opciones de ataque, cayendo por los costados de la cancha. 

Así llegó el gol de Eduard Bello. Cásseres Jr. sorteó de buena manera una presión en el medio campo, pasó el balón a Savarino, quien desde la derecha encontró a Bello cerca del punto penal para darle un centro que el atacante transformó en una chilena. La anotación fue el premio para un equipo pragmático en muchos tramos del juego, defendiendo con línea de cinco en ocasiones y en otras cerrándose con dos líneas de cuatro jugadores. Pero —y en esto conviene insistir porque no es lo habitual—, la actitud de la Vinotinto sugería que el equipo se mantenía concentrado y atento a posibilidades ofensivas. 

Puede que nadie imaginara ni ese gol de Bello, fuera de contexto porque Venezuela no había sido muy peligrosa en ataque y con mucha fortuna, ni un encuentro en el que Venezuela terminaría con Rondón, Savarino y Soteldo en cancha brasileña y sin que Rafael Romo sufriera demasiado. El arquero fue exigido en un par de ocasiones ante las que respondió de buena manera. El esfuerzo colectivo se vio recompensando con un punto que deja a Venezuela empatada con Uruguay y Chile en el cuarto lugar. 

Fotografia de Nelson Almeida | AFP

Dada la naturaleza del timing perfecto centro-chilena-gol, quizá se recuerde todo el juego por esa jugada. Sin embargo, cuando se revise el resultado, habrá que mencionar una y otra vez a Alexander González, Yordan Osorio y Wilker Ángel, los principales nombres de un equipo que aguantó el resultado cuando Venezuela se echó hacia atrás y Brasil proponía jugadas rápidas cerca del área. Es probable que si este encuentro se disputara diez veces, Venezuela solo pueda volver a empatar una. La suerte es que fue esta.

El resultado, incluso si no puede ser refrendado en el próximo juego contra Chile (martes 17 de octubre de 2023), supone un precedente relevante para el grupo y la historia de la Vinotinto: al grupo aún le falta por mejorar. Pero, de vez en cuando, se puede discutir contra los colosos de la región. 


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