Tras seis años de caída: ¿En cuánto se redujo el tamaño de la economía venezolana?
por Víctor Salmerón
Fotografía de Federico Parra | AFP
En 2014 Venezuela actuó como un personaje de dibujos animados: ante el abismo, dio un paso al frente y se hundió en una mezcla de recesión, hiperinflación y devaluación que originó una economía empequeñecida, donde la calidad de vida disminuye continuamente.
El Banco Central oculta las estadísticas oficiales, pero el Fondo Monetario Internacional estima que en 2019 la economía cayó 35%, dato que implica que entre 2014-2019, Venezuela experimentó una debacle similar a la de un país en guerra y el PIB se contrajo 65%.
Urbi Garay, profesor del IESA, contextualiza el empobrecimiento y explica que de acuerdo a la proyección del Fondo Monetario Internacional al cierre del año pasado, el PIB per cápita, un indicador determinante para medir la riqueza del país, retrocedió hasta niveles de 1944: es decir, si se limpia el efecto de la inflación y se reparte entre la población el valor de los bienes y servicios producidos en 2019, en promedio los venezolanos recibirían un ingreso equiparable por persona al de hace 75 años.
“En 1944 Venezuela era un país pobre, rural, la economía apenas comenzaba a crecer por la aparición de la industria petrolera. La destrucción ha sido tremenda: si hubiese un cambio donde todo se hiciera bien y el PIB per cápita comenzara a crecer a una tasa de 8% anual, estimación bastante optimista, se necesitarían 14 años para regresar al nivel de 2013; si el crecimiento solo fuese de 5% anual, se necesitarían 22 años”, dice Urbi Garay.
La producción petrolera, actividad que provee más de dos tercios de los dólares que ingresan al país, en 2019 descendió a un nivel similar al de 1946 y, curiosamente, también han reaparecido enfermedades que azotaban a la población a mediados de los años cuarenta del siglo pasado, como la malaria y el sarampión.
La causa de la bancarrota venezolana es simple: tras no ahorrar durante los años en que el barril se cotizó a niveles récord, no invertir para mantener la producción petrolera, endeudarse masivamente, malbaratar el dinero y perder el crédito internacional, la revolución Bolivariana se quedó sin suficientes dólares y recortó la oferta de divisas, propiciando una severa disminución en las importaciones que las empresas necesitan para producir.
Al mismo tiempo, el gobierno originó la hiperinflación y el desmoronamiento de la moneda creando dinero en grandes cantidades para tapar artificialmente el desbalance en sus cuentas. Posteriormente, se añadió el impacto de las sanciones de Estados Unidos, que considera fraudulentas las elecciones en las que Nicolás Maduro se reeligió como presidente en 2018.
La nueva talla
Economistas coinciden en que el monto de las importaciones es un termómetro importante para evaluar el tamaño de la producción en Venezuela, porque para producir, las empresas utilizan una gran cantidad de materia prima e insumos que compran en el exterior.
De acuerdo con el boletín de comercio exterior en América Latina y el Caribe elaborado por la Cepal, tradicionalmente Venezuela ocupó el sexto lugar en cuanto a importaciones, pero el año pasado cayó al puesto once ubicándose por debajo de países que siempre superó como Perú, Ecuador, Costa Rica, Guatemala y República Dominicana.
Durante el primer trimestre de 2019 -último dato divulgado por el Banco Central de Venezuela-, las importaciones de Venezuela se ubicaron en 2.947 millones de dólares, mientras que de acuerdo a la Cepal, las de Panamá sumaron 3.163 millones de dólares, Costa Rica 4.023 millones, Guatemala 4.771 millones, Ecuador 5.573 millones y Perú 10.297 millones.
Ecoanalítica estima que las importaciones de Venezuela en 2019 fueron de 9.207 millones de dólares, mientras que entre enero-septiembre las importaciones de República Dominicana sumaron 15.172 millones a pesar de que la población de Venezuela triplica a la de República Dominicana.
La caída de la producción petrolera, las limitaciones para exportar y la moderación de los precios del barril han hecho que las ventas al exterior desciendan notablemente. En 2013 Venezuela se ubicó en el tercer peldaño en cuanto a exportaciones en la lista de los países de América Latina y el Caribe, solo superado por México y Brasil, pero al cierre del primer trimestre de 2019 había descendido al séptimo peldaño.
Colapso del crédito
En una economía sana, el principal rol de la banca es financiar el consumo y la inversión a través del crédito, pero en Venezuela el crédito está en vías de extinción. Al cierre de 2013, el año previo al inicio de la recesión, el sistema financiero destinaba al crédito la mitad de los depósitos y al cierre de 2019 apenas la octava parte, una relación históricamente baja.
En el raquitismo del crédito influye que el Gobierno obligó a las entidades financieras a disminuir los préstamos, ordenándoles en febrero de este año congelar como reservas la totalidad de los nuevos depósitos. El recorte del crédito redujo el crecimiento de la cantidad de dinero y ayudó a frenar la inflación, pero a costa de profundizar la recesión.
La contracción del crédito y la devaluación de la moneda han pulverizado el valor en dólares de los préstamos que gestiona la banca venezolana. De acuerdo con Global Ratings en octubre de 2019 el total de créditos en el sistema financiero, según el tipo de cambio oficial, equivalía a 295 millones de dólares, una cifra diminuta en la región.
Una sola entidad financiera de República Dominicana, el Banco Popular, cuenta con un total de créditos equivalentes a 5.817 millones de dólares, es decir, una cifra que supera veinte veces el volumen de préstamos de todo el sistema financiero venezolano.
“Los bancos nos hemos convertido en simples medios de pago. Ya no cumplimos con nuestra función esencial. Estamos viviendo de las comisiones por servicio”, dice el presidente de una importante entidad financiera.
Los reportes de la Superintendencia de Bancos confirman esta afirmación: el ingreso proveniente de las comisiones por servicios como transferencias entre cuentas, puntos de venta y uso de tarjetas, superan en 87% al ingreso proveniente de los créditos.
La custodia de divisas también reporta ingresos. Todas las semanas las entidades financieras envían un vehículo blindado al Banco Central para recibir euros en efectivo que la administración de Nicolás Maduro vende a empresas y particulares a través de los bancos.
Ejecutivos financieros explican que las empresas que compran los euros, los dejan en custodia y pagan una comisión de 2% al mes por este servicio. Bancos consultados afirman que en total cada semana el Banco Central vende alrededor de 20 millones de euros.
Otro año en descenso
Consultoras, entidades financieras y organismos multilaterales esperan que en 2020 Venezuela continúe en el tobogán y la economía se reduzca nuevamente. El último informe de Latin Focus señala que Goldman Sachs y UBS pronostican un declive de 10%, al igual que el Fondo Monetario Internacional, mientras que Ecoanalítica espera un descenso de 10,8%.
Básicamente las proyecciones se sustentan en que los disparadores del crecimiento como gasto del gobierno, crédito y consumo, seguirán debilitados.
Si en definitiva estas proyecciones se cumplen y la economía continúa inmersa en el túnel de la recesión entre 2013-2020, el PIB de Venezuela se reducirá en torno a 70%, uno de los peores desastres económicos de la historia contemporánea.
Víctor Salmerón
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