Perspectivas

Sophia Loren: “La vida ante sí”

Fotograma de “La vida ante sí”

28/12/2020

A sus ochenta y seis espléndidos años (cumplidos el 20 de septiembre de 2020), Sofía Costanza Brigida Villani Scicolone, convertida en Sophia Loren para el mundo del cine, vuelve a las pantallas interpretando a Madame Rosa, la protagonista de La vida ante sí (La vita davanti a sé). Este filme está basado en una novela de Romain Gary, ganadora del premio Goncourt, publicada en 1975. Fue llevada al cine por primera vez en 1977 en una versión dirigida por Moshé Mizrahi, con una impresionante Simone Signoret encabezando el elenco y brindando un trabajo que le permitió obtener el César (principal reconocimiento de la academia de cine francés) como mejor actriz. En esta nueva versión la película es dirigida por el propio hijo de Sophia, el cineasta Edoardo Ponti.

Prácticamente retirada del cine, en la última década Sophia Loren tuvo una breve participación en el largometraje Nine, de Rob Marshall, en 2009: adaptación del musical del mismo nombre que a su vez se nutre del filme Ocho y medio, de Federico Fellini. Loren fue asimismo dirigida en 2013 por el mismo Ponti en una versión de La voz humana, de Jean Cocteau (recientemente rescatada por Almodóvar con Tilda Swinton) y apareció en un célebre comercial de Dolce & Gabbana realizado por Giuseppe Tornatore en 2016, antes de asumir este trabajo estrenado hace unas pocas semanas en Netflix, el cual nos permite disfrutar de la presencia escénica del único ícono viviente de la época dorada del cine.

Si bien la propia Loren niega considerarse una leyenda del séptimo arte, su figura, impacto, dedicación y filmografía la convertirían en parte indiscutible de ese firmamento del cual sobresale con luz propia. En un momento de su carrera Sophia declaró acerca de su éxito: “El atractivo de una actriz está formado en partes iguales entre lo que proyectas y en lo que la gente imagina”.

La joven de piernas largas que desde los quince años participaría en certámenes de belleza y en 1950 deslumbraría en el concurso Miss Italia, fue impulsada a ingresar al mundo del espectáculo por su madre. Una progenitora que años antes había triunfado como “la doble italiana de Greta Garbo”, sacrificando una eventual carrera cinematográfica por una vida familiar particularmente dura y complicada en la Italia de la Segunda Guerra Mundial. Un mundo retratado de manera magistral en el trabajo de cineastas como Roberto Rossellini, Luchino Visconti o Vittorio De Sica, a través del llamado «neorrealismo», convertido en un movimiento de profundo impacto en la cinematografía.

Su descubrimiento por parte de Carlo Ponti –eventualmente sería su marido y quien dedicó todos sus esfuerzos para convertirla en una gran estrella del cine– la llevó a protagonizar con actores como Cary Grant, Clark Gable, Frank Sinatra o John Wayne hasta participar en súper producciones como El Cid (1961), junto con Charlton Heston. Sin embargo, nadie pudo imaginar que, por encima de su innegable atractivo físico, demostraría talento como intérprete, el cual sería reconocido, entre muchos otros premios, con un Óscar el mismo 1961 por Dos mujeres (La ciociara), dirigida por su gran mentor y amigo el ya mencionado Vittorio De Sica.

Esto ocurrió cuando apenas tenía veintiséis años e iniciaba, además, una etapa donde se consolida la pareja artística formada junto con Marcello Mastroianni en producciones como Ayer, hoy y mañana (1963) y Matrimonio a la italiana (1964). Ambos filmes fueron dirigidos por Vittorio De Sica donde el tándem histriónico representaría la Italia de principios de los años sesenta, con una mezcla de erotismo y carácter aportados por ella, con la picardía y atractivo mostrada por Mastroianni.

Posteriormente se reafirmaría su madurez interpretativa en películas como Un día especial (1977), de Ettore Scola, o Hechos de sangre entre dos hombres por culpa de una mujer (1978), de Liliana Cavani, que la aproximan en su registro más dramático al realizado en este nuevo trabajo: La vida ante sí. Allí actúa como una mujer judía, sobreviviente de Auschwitz, dedicada en su juventud a la prostitución y, ya madura, a cuidar hijos de otras mujeres que ejercen su antigua profesión o a niños huérfanos que consiguen en ella y en su casa el hogar que no tienen.

Si bien la película trata de manera superficial los grandes dramas que aborda desde la historia personal de la propia Madame Rosa a la tragedia del joven Momo (extraordinariamente interpretado por Ibrahima Gueye), opta –una decisión del realizador– por minimizar todo ese terrible entorno limitándose a desarrollar los elementos más melodramáticos de la historia, obviando la dureza presente detrás de cada uno de ellos.

Ponti se apoya en la presencia digna y magnética ofrecida por su madre como Madame Rosa, con ciertos ecos que recuerdan a la Cesira de Dos mujeres, junto con la inocencia y la rabia de Momo. Además del ambiente que ofrece la ciudad de Bari, en la región de Apulia en el sur de la península italiana, donde se desarrolla esta nueva versión de una historia localizada originalmente en el parisino y decadente barrio de Pigalle, según la novela de Romain Gary.

Sesenta años después de su Óscar por Dos mujeres (1961) y treinta después de su Óscar honorario (1991), Sophia Loren podría figurar al menos entre las finalistas a un premio escogido por una Academia sensible en rendir tributo a una de las grandes figuras de sus años más dorados. Una apuesta que pareciera no ser casual, apoyada en el respaldo brindado por el público a la exhibición de este trabajo a través de la popular plataforma de entretenimiento.


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