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[Presentamos “Sobre una piedra”, poema que se adjudicó el tercer premio del 5° Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas, correspondiente a la edición 2020]
A todas la mujeres africanas que mueren atravesando el mediterráneo.
«Hay una constelación hirviendo adentro de la piedra»
(Marosa di Giorgio)
Ha muerto la primavera,
estas olas furiosas están de luto
se golpean en sí, en una masa imponente de agua,
en esta piedra que me sostiene,
siento la vibración de cada golpe
/cuando la mar respira
reúne las fuerzas necesarias
para golpearse a sí misma/
(la mar)
y mis pies que tocan la piedra,
tienen miedo —no al vigor del/ de la mar sino
a la desnudez mineral,
a la piedra sabía que lo contiene todo,
mis pies siguen ahí,
abiertos a la piedra,
escuchando el flujo de la furia,
cómo cada ola en su choque se comunica con la piedra.
Está naciendo el verano,
las aguas bajo las olas celebran,
el sol abre como una garganta la neutralidad del cielo,
hunde sus manos en las aguas
lleva alimentos extraños;
donde las edades del agua comunican a sus habitantes sobre la danza luminosa.
El agua corta la piedra a través de las manos de la luna,
piedra consciente de la densidad, la edades y la vida
llueves, llueves, llueves
el vientre cálido del volcán,
la lengua del fuego durmiendo abajo de un río.
Pez libre huyes del mar
Pez libre huyes al viento
raíz del árbol, vena de la catarata
los ojos de la profundidad agitan azufre,
nutren a la bacteria,
relámpago quebrando.
El verano ha nacido
y el primer vestigio del sol agoniza al contacto con la madera,
madera protectora que sostienes razas cubiertas de esperanza,
el mediterráneo es una vena enloquecida
cantándole a los caídos, también agoniza la roca,
cántico oculto, el golpe del agua.
El agua choca con todos sus espíritus,
choca y parece morir cuando toca los pies de los desesperados.
El hambre es otra piedra que se hunde
y los cuerpos ante la mar son insólitos,
la columna de Hércules sostiene en sus vértebras el pánico,
la oscuridad de la boca hambrienta
los ojos de la mujer enarbolados en la profundidad
mezclados con el agua,
son cristales que rajan la mano de dios
Mujer unísona de otras voces,
mujer unísona cantando la muerte de las miles de mujeres desprotegidas,
tu cuerpo es un manifiesto invadido
que al caer a la mar se purifica
y las manos de la muerte acarician tu cuerpo,
reconstruyéndolo,
pero el mediterráneo es lo último que puede tocarte
porque tu transparencia besa a las aguas,
unísonas
y tu nombre olvidado por la historia
se transforma en el alimento de mil criaturas del océano,
todas las mujeres ofrendadas a la mar
están incrustadas en el corazón animal,
en el latido de órganos vegetales,
mujeres subsaharianas,
mujeres áfrica negra,
mujeres árabes,
mujeres mediterráneas,
mujeres las hijas de la guerra.
Mujeres mar,
úteros del descanso de la lluvia
la luz quebrada alimenta plantas ancestrales.
Ahora mis pies sienten su belleza,
la piedra metaboliza todos los procesos,
el choque de las olas en la piedra
son el unísono de las voces minerales.
Winifer Ravelo
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