Economía

Sanciones: ¿causa o consecuencia de la crisis?

10/05/2019

Vista de la Refinería de Cardón, Parte del CRP en la Península de Paraguanåa, desde Punta de Caimán. Fotografía de Gabriel Méndez

Mark Weisbrot y Jeffrey Sachs acaban de publicar un reporte sobre el potencial efecto de las sanciones de EEUU sobre la crisis humanitaria en Venezuela. Los autores establecen la siguiente afirmación causal: «Las sanciones han infligido daños muy serios a la vida y salud humana, incluyendo 40,000 muertes entre 2017 y 2018».

De acuerdo a los autores, el mecanismo a través del cual las sanciones han causado la muerte de 40,000 venezolanos pasa a través de la producción petrolera. Su argumento se resume en dos afirmaciones causales:

  1. Las sanciones de agosto de 2017 causaron el colapso de la producción petrolera venezolana.
  2. Esta caída redujo el acceso a divisas oficiales para la importación, lo cual causa la crisis humanitaria.

Este influyente reporte ha sido utilizado por múltiples políticos y comentaristas para argumentar en contra del uso de presiones económicas al régimen venezolano, y se presenta como evidencia de que la crisis humanitaria en Venezuela no se debe a las políticas económicas del gobierno, sino a la guerra económica contra el país.

Dadas tanto la naturaleza analítica del reporte como la importancia política de sus conclusiones, vale la pena evaluar metodologías y supuestos utilizados por los autores para substanciar las dos afirmaciones causales, y contrastarlos frente a los estándares académicos a fin de establecer relaciones causales entre fenómenos sociales de manera empírica.

Brevísimas notas sobre causalidad

El principal problema para detectar relaciones causales con datos sobre el pasado es que, por naturaleza, el “qué hubiera pasado” con una variable si otra se hubiese comportado de forma distinta, nunca es observable. Por ejemplo, si alguien se come una hamburguesa y luego sufre un infarto, es difícil establecer que la hamburguesa causó el infarto porque no podemos saber cuál habría sido su estado de salud de no haberse comido la hamburguesa – es perfectamente posible que le hubiera dado el infarto igualmente. Este “qué hubiera pasado”, imposible de ser observado, es lo que los científicos sociales definen como el “resultado potencial”.

Si bien no puede establecerse el efecto de una hamburguesa sobre la salud de una persona en particular, estudios de corte experimental con muchas personas sí pueden estimar el efecto promedio de una dieta alta en calorías sobre la salud. La asignación experimental (es decir, aleatoria) es importante debido a los “problemas de selección”. Si la gente con problemas de salud tiende a empeorar sus hábitos alimenticios por razones emocionales, la asociación promedio entre dieta y enfermedad no va a capturar el efecto causal promedio de la dieta sobre la salud, sino un valor que confunde ese efecto con el mecanismo emocional que va desde la salud a la dieta. Es por eso que los economistas suelen decir que “correlación no implica causalidad”.

Relevancia de estas notas a la pregunta sobre el efecto de las sanciones

Si se quisiera estudiar el efecto promedio de las sanciones sobre países sancionados, un asunto importante a considerar es que la asignación de sanciones no ocurre de forma experimental, sino que estas se deben a eventos políticos y económicos en los países que las reciben y asignan. Por ejemplo, si la imposición de sanciones se asocia con episodios autoritarios o con violaciones de DDHH, y estos suelen ocurrir en momentos de crisis económica, una relación promedio entre sanciones y crisis va a confundir el efecto económico de las sanciones con el hecho de que las sanciones también son consecuencia de las crisis económicas a través de mecanismos políticos.

Por esta razón, los economistas tratan de “controlar” por factores que confunden las relaciones causales, así como “instrumentar” los cambios en la variable que mide la causa para que estos no sean respuesta de cambios en la variable que mide la consecuencia. Cuando esto no se puede hacer, simplemente no se puede interpretar cualquier asociación de modo causal.

Sin embargo, la pregunta que se hacen Weisbrot y Sachs es aún más compleja y difícil de responder. Su pregunta no es sobre el efecto promedio de las sanciones, sino sobre el efecto de las sanciones de agosto 2017 sobre Venezuela. Esto es mucho más difícil que estimar el efecto promedio de las sanciones porque, como dijimos anteriormente, la situación económica potencial de Venezuela en ausencia de sanciones no puede verse.

Las sanciones como consecuencia de una crisis en aceleración

Transfiriendo estas ideas al planteamiento de Weisbrot y Sachs, se presentan dudas fundamentales sobre si estas capturan algún efecto causal.

Las sanciones financieras a Venezuela no se asignaron de forma aleatoria. El detonante de las sanciones fue el mismo que procuró la creación del Grupo de Lima, también en agosto de 2017. El Grupo de Lima y las sanciones financieras de EEUU fueron respuestas geopolíticas a la ya devastadora y creciente crisis económica y humanitaria que vivía el país para ese momento, acompañada de flagrantes violaciones de derechos humanos y civiles de los venezolanos por vía de la represión a las protestas de 2017, y por la entrada en efecto de la Asamblea Nacional Constituyente como órgano supraconstitucional.

Es perfectamente posible que las condiciones de vida fuesen a empeorar en el período postsanciones aún si estas no hubieran ocurrido. Si no se puede controlar por esto de alguna forma, simplemente no hay manera de aproximarse a un efecto causal, y cualquier número que se presente como tal sería engañoso. No solo es posible que las cosas empeorasen en ausencia de sanciones, sino que es lo que venía ocurriendo para el momento en que se aprobaron (y fue en parte lo que las causó). La lógica de mostrar el colapso económico antes de las sanciones (como hacen Hausmann y Muci en Americas Quarterly) es sugerir que esta dinámica no sería inesperada en ausencia de sanciones.

Las sanciones no fueron un evento aislado

En distintos espacios se ha sugerido que el método econométrico de “diferencia de diferencias” podría utilizarse para abordar esta pregunta. Esto no es correcto, pues dicho método requiere de múltiples unidades tratadas y controladas (países sancionados y no sancionados), y busca estimar un efecto promedio del tratamiento (efecto promedio de las sanciones). En este caso, tenemos una sola unidad tratada (Venezuela), cuyo “resultado potencial” nunca se puede observar. Por esta razón, la pregunta solo podría abordarse como un caso de estudio, a través del uso de métodos comparativos más prevalentes en Ciencias Políticas que en Economía, los cuales no buscan aproximarse a una medida estadística de un efecto causal.

Un método estadístico alternativo que podría utilizarse en estos casos es el de los “controles sintéticos” para casos de estudio comparativos. Sin embargo, para que este método pueda ser útil, tienen que ocurrir dos cosas que no suceden en este caso: 1) tienen que haber otras unidades (países) experimentando tendencias similares en la variable que mide la consecuencia (variables económicas y sociales) antes del tratamiento (sanciones), y 2) el único evento relevante en la unidad de interés (Venezuela) al momento del tratamiento (sanciones) es el tratamiento.

Por un lado, no existen países en el mundo que hayan experimentado un grado de deterioro comparable al de Venezuela en los últimos años. Por otro lado, las sanciones no fueron un evento aislado. Hubo múltiples eventos que pudieron haber contribuido al empeoramiento de las condiciones económicas alrededor del período en que se aprobaron las sanciones. Por ejemplo, la entrada en efecto de la ANC, la cual llevó a la aprobación de las sanciones y a la creación del Grupo de Lima, pudo haber producido un grado de incertidumbre jurídica tal que generó todo el empeoramiento posterior.

¿Sabemos cuál fue el efecto de la entrada en efecto de la ANC sobre las condiciones de vida del país? No. Todo estimado del efecto económico de la ANC sería engañoso. Bueno, es exactamente igual para el caso de las sanciones.

¿Es Colombia una buena referencia de la producción petrolera Venezolana?

La única evidencia que Weisbrot y Sachs muestran para afirmar que las sanciones redujeron la producción petrolera es la siguiente figura. Adaptada del análisis de Francisco Rodríguez en WOLA, la figura muestra la producción petrolera venezolana en comparación con la colombiana, y marca las sanciones financieras de 2017 como el único evento relevante en agosto de 2017.

La lectura que dan a la figura es la siguiente: La producción de Venezuela venía cayendo antes de las sanciones, pero eso no es culpa del manejo del sector petrolero, pues en Colombia también venía cayendo por culpa de la reducción en los precios del petróleo. Como Colombia y Venezuela producen petróleo pesado de alto costo, tiene sentido que su producción se reduzca en períodos de precios bajos. Sin embargo, una vez se dan las sanciones, vemos que la producción de Colombia se sostuvo mientras que en Venezuela cayó. No solo se excusa al chavismo de la caída de la producción antes de las sanciones, sino que las sanciones son las culpables de toda la caída posterior.

Toda la discusión previa apunta a que presentar el resultado de este ejercicio como el efecto causal de las sanciones sobre la producción petrolera es engañoso. Arrojar un número a la ligera y decir “este puede ser el efecto de las sanciones” es irresponsable cuando las circunstancias sugieren que el efecto real podría perfectamente ser cero. Sin embargo, vale la pena considerar el argumento de Weisbrot y Sachs en el sentido de que también busca excusar al régimen por la caída en la producción previa a las sanciones.

El supuesto de Weisbrot y Sachs es que la producción petrolera colombiana es un buen “contrafactual” de la producción petrolera venezolana. Un contrafactual es una combinación de unidades no tratadas (no sancionadas) que busca aproximar el “resultado potencial” de las unidades tratadas en ausencia del tratamiento (producción petrolera en Venezuela de no haber ocurrido las sanciones).

La principal razón que presentan es que una porción importante de la producción petrolera colombiana se concentra en crudos pesados con costos similares a los venezolanos, los cuales se vuelven comercialmente inviables con precios relativamente bajos. Sin embargo, la producción en Colombia cayó en el período presanciones por razones jurídicas y sociales idiosincráticas [1]. De acuerdo a la data del EIA, Canadá, que es nuestro principal competidor en crudos extrapesados, aumentó su producción entre enero de 2015 y agosto de 2017 en 8.8%. Esto no se debe a que Canadá es un caso excepcional de productores con altos costos marginales. Estados Unidos, con costos marginales altos por su concentración en extracción de crudo y gas de lutita, aumentó su producción en ese período en 5.3%. Brasil, otro vecino con altos costos marginales de extracción petrolera en altamar, aumentó su producción en un impresionante 29.5% en el mismo período [2]. Si vemos la producción de la OPEP en su conjunto, esta subió 8%. El agregado mundial de producción subió 3.1%.

En la figura siguiente vemos el índice de producción venezolana, colombiana y canadiense junto a la serie de precios del petróleo. Como se observa, la serie canadiense varía con el precio del petróleo; es decir, que sus niveles de producción son afectados por los precios. Sin embargo, vemos que la producción en Colombia y Venezuela baja sin relación aparente con el nivel de precios. Weisbrot y Sachs marcan el momento en que el petróleo se redujo a un precio inferior de los $30 por barril, pero no presentan la serie. Al hacer esto no muestran que el precio del petróleo solo estuvo por debajo de $30 apenas un par de meses a principios de 2016. Todo el resto del 2016 los precios subieron mientras la producción en Colombia y Venezuela cayó.

Más aún, Weisbrot y Sachs no muestran evidencia de que las caídas de producción dentro de Venezuela hayan venido de los campos de producción de crudos extra-pesados, los cuales serían los más vulnerables a caídas de precio por motivos comerciales. Si la caída de la producción venezolana fuera consecuencia de los precios bajos, uno esperaría que la contracción se observara solo en crudos extrapesados con costos marginales cercanos a esos precios. Puesto de otra forma, la producción de crudos medianos y livianos, de bajos costos marginales, ofrecería un“placebo”: Si la producción cae también en esos campos, es improbable que la razón de las caídas sean los precios bajos.

Lamentablemente no hay información de alta periodicidad sobre la producción por campo o tipo de campo. Sin embargo, la consultora IPD reportó que el primer trimestre de 2016 (el de precios más bajos) hubo caídas tanto en la Faja Petrolera del Orinoco (crudos extra-pesados manejados por las empresas mixtas) como en las otras regiones productoras del país, concentradas crudos medianos y livianos y manejadas en su mayoría por PDVSA. De acuerdo a la consultora, las razones de la caída de la producción fueron “retos a la perforación, problemas de compresión de gas natural, dificultades en el mantenimiento de pozos debidas a restricción de servicios de campo, y robo” [3]. Es decir, cuando el problema de precios bajos y viabilidad comercial de los crudos extrapesados era más amenazante, la producción cayó también en los campos medianos  y livianos, y las razones mencionadas para explicar la caída fueron estrictamente operativas y gerenciales.

La conclusión de este análisis es que Colombia no es un buen contrafactual para la producción petrolera Venezuela, la cual no debió haber caído en el período previo a las sanciones: La caída colombiana se debió a motivos idiosincráticos. Otros productores de altos costos marginales no redujeron su producción, y la pérdida de producción venezolana se debió a motivos gerenciales, no a motivos comerciales. Usar a Colombia como referencia es seleccionar un caso a dedo para excusar al Chavismo como responsable de la caída de la producción petrolera antes de las sanciones, y para imputar a las sanciones toda caída posterior.

Dinámicas presanciones vs. Dinámicas postsanciones

Si usamos como referencia la producción mundial, vemos que hay una tendencia clara a la caída de la producción venezolana previa a las sanciones, relativa a los eventos del mercado petrolero en agregado. Un análisis basado en la producción de la OPEP o de un ponderado de países con altos costos marginales produciría resultados similares.

Establecer la diferencia entre dinámicas presanciones y postsanciones puede ser útil para dar un rango de valores a las pérdidas sufridas que definitivamente no tienen nada que ver con las sanciones. Así como el futuro no puede causar el pasado, las sanciones no causaron la tendencia a la caída en la producción petrolera ni la crisis venezolana en general porque venían desde mucho antes. Usando la producción mundial y la tendencia de la producción presanciones como referencia, podemos estimar las pérdidas de producción petrolera en Venezuela entre 2015 y 2018, así como la porción de estas se debe a motivos previos a las sanciones.

Aquí vemos la contabilización de las pérdidas de producción mensual venezolana comparado con la referencia mundial. Como se ve claramente, el grueso de todas las pérdidas en las que ha incurrido la República de 2015 en adelante (incluido el período posterior a las sanciones) se explica por dinámicas presanciones.

La totalización de estas pérdidas durante todo el período sugiere que entre 2015 y 2018 se dejaron de producir 635 millones de barriles petróleo. 76% del total de las pérdidas de producción entre 2015 y 2018 se debe a dinámicas previas a las sanciones.

Reiterando lo establecido arriba, decir que las pérdidas asociadas a empeoramientos posteriores son consecuencia de las sanciones sería por lo menos engañoso. Sumado a todo lo establecido arriba, un factor fundamental es que en noviembre de 2017, Nicolás Maduro nombró a Manuel Quevedo presidente de PDVSA, estableciendo control militar sobre la industria petrolera venezolana. Hay incontable evidencia anecdótica de cómo el nombramiento de Quevedo y la disrupción militar a la gerencia de PDVSA y de la industria petrolera generaron enormes cuellos de botella adicionales para la ya afectada producción petrolera durante 2018 [4].

Dado que muchos eventos relevantes ocurrieron en el mismo período, es imposible imputar efectos causales a ninguno de ellos. Sin embargo, en las figuras mostradas arriba se aprecia que la tendencia a la caída de la producción no acelera notablemente entre agosto y noviembre (los meses entre las sanciones y el nombramiento de Quevedo a la presidencia de PDVSA), sino después. Este factor, sumado a la evidencia anecdótica mencionada, y al hecho de que las sanciones de agosto de 2017 no prevenían relaciones comerciales petroleras entre EEUU y Venezuela, llevan a especular que la principal causa de cualquier aceleración en la caída de la producción se asocia con la gestión militar de la industria petrolera.

Pero más allá de cualquier especulación, lo arriba planteado apunta a que el grueso de las pérdidas incurridas por el país debido a la caída de la producción petrolera se debe definitivamente a dinámicas presanciones. Si Weisbrot y Sachs realmente quisieran entender los determinantes del colapso en la producción petrolera y de la crisis económica y humanitaria en Venezuela, deberían enfocarse en estudiar posibles causas previas a las sanciones.

¿Causaron las sanciones la muerte de 40.000 venezolanos?

La afirmación más controversial del artículo de Weisbrot y Sachs es que como las sanciones llevaron a la caída de la producción petrolera, la correspondiente caída en ingresos llevó al fallecimiento de 40.000 venezolanos.

Los autores dicen que el cálculo de las 40.000 muertes se hace con una regla de 3 basada en estimaciones de mortalidad general de ENCOVI y de un reporte interno de las Naciones Unidas. Sin embargo, no reportan estas estimaciones. Dado que no contamos con los factores que usaron para hacer su cuenta, no podemos replicarlas –algo que es estándar para la academia.

Como mencionamos arriba, decir que la caída de la producción petrolera venezolana es consecuencia de las sanciones es engañoso, y el artículo de Weisbrot y Sachs no lo prueba. En consecuencia, ante la falta de mecanismo causal, se concluye que tampoco prueban efecto alguno de las sanciones sobre la mortalidad en Venezuela. Y aún si las sanciones hubieran tenido efectos sobre la producción petrolera, los autores no muestran ninguna evidencia estadística que mida el efecto de los eventos petroleros sobre las variables sociales, separando su efecto de posibles explicaciones alternativas.

Esta es una forma muy larga de decir que no hacen nada de lo que deberían hacer para probar que las sanciones mataron a 40.000 personas. Simplemente sacan el número de 40.000 fallecidos y se lo imputan a estas, porque sí. Decir que cualquier fenómeno social costó la vida de 40.000 personas sin evidencia alguna es realmente osado –aún más para dos economistas de desarrollo que presentan estos resultados bajo un halo de credibilidad académica.

Como planteamos arriba para la producción petrolera, cualquier estudio sobre el impacto de las sanciones sobre la mortalidad en Venezuela debe considerar las tendencias para el momento de estas. La siguiente figura, por ejemplo, muestra la evolución de la mortalidad infantil [5] entre el año 2000 y 2017 para todos los países de la región. Vemos como Venezuela aumentó su tasa de mortalidad infantil en 76% entre 2012 y 2017 (antes de las sanciones), y que ese aumento venía en aceleración para el momento de las sanciones. La mortalidad infantil se redujo en todos los demás países de la región. Esta misma dinámica de empeoramiento agresivo la muestran Hausmann y Muci (citando a Santos y Bustos) con relación a las importaciones de alimentos y medicinas en Venezuela, cuya contracción ya venía acelerándose para el momento de las sanciones.

A modo de cierre

Weisbrot y Sachs no prueban que las sanciones afectaron la producción petrolera. Ni siquiera intentan justificar analíticamente su afirmación de que ellas causaron 40,000 muertes en Venezuela. Dada su fragilidad metodológica, el análisis presentado los autores no ofrece ninguna luz sobre el efecto causal de las sanciones sobre la economía venezolana. Siendo ambos PhD en Economía, de dos de las mejores universidades del mundo, que Weisbrot y Sachs muestren afirmaciones causales tan osadas sin la evidencia mínima necesaria resulta impresentable.

El análisis elaborado en esta refutación apunta a que el debate que necesita la sociedad venezolana es menos sobre el efecto de las sanciones, y más sobre las causas de la horrenda crisis por la que está pasando el país. Si los autores estuvieran dispuestos a contemplar alguna causa previa a las sanciones, no les deberían faltar explicaciones plausibles.

***

1: Acá una discusión de 2016 sobre las razones domésticas de esta caída en la producción colombiana.

2: En las referencias siguientes se comparan costos de producción petrolera en Venezuela con Canada, EEUU, Brazil, y otros productores de altos costo marginal.

3: Ver cita aquí.

4: El siguiente reporte de Reuters provee sustancial evidencia anecdótica del efecto de la dirección militar de la industria petrolera venezolana.

5: Tasa de mortalidad infantil: Número de infantes fallecidos hasta un año después del nacimiento por cada 1.000 infantes nacidos. Fuente: Indicadores Mundiales de Desarrollo del Banco Mundial.


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