Artes

Rojo como la cabeza de un fósforo

20/10/2018

Carmelo Chillida

El pasado miércoles 17 de octubre, se presentó en el Centro de Arte Moderno de Madrid, el poemario de Carmelo Chillida, Rojo como la cabeza de un fósforo, (Kalathos Ediciones, 2018), con palabras del poeta y crítico, José Luis Morante (Premio Luis Cernuda, Premio San Juan de la Cruz), prólogo de Zoé Valdez y epílogo de Salvador Galán Moreu.

A propósito del libro, dice Valdez: «He leído y releído, muy concernida, los poemas de Carmelo Chillida, con el espanto que produce la angustia y la incomprensión tristemente compartidas. Son poemas sinceros, cada palabra despierta a la verdad, a la realidad venezolana, y a la suya, individual».

Carmelo Chillida nació en Caracas en 1964. Fue profesor por más de veinte años de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela y actualmente reside en Madrid.

José Luis Morante afirma que la voz de chillida, desde aquel primer fruto, El sonido y el sentido (1997), mantiene una filiación realista, un tono directo, humanista y explícito, proclive a lo existencial y formulado desde un posicionamiento crítico y ético, y que estos rasgos perduran en los versos de Rojo como la cabeza de un fósforo, «conjunto de poemas que refleja el trauma histórico de un país devastado, capaz de cercenar cualquier orden de ser».

Los poemas de este libro, para Morante «trazan la crónica de un país a la intemperie y son esclarecedor reflejo de un modelo político fallido, que ha derruido su patrimonio económico y ha diseminado trincheras confrontadas entre sus pobladores».

Para el crítico y poeta, el poemario se inscribe «en una línea significativa de la tradición literaria en la que han militado autores como Rafael Alberti, autor de dos libros esenciales para comprender esta etiqueta crítica, El poeta en la calle y De un momento a otro, Bertolt Brecht, Nicanor Parra, Wislawa Szymborska, o voces latinoamericanas como Juan Gelman o Ernesto Cardenal. En todos ellos perdura la tensión enunciativa, la disponibilidad crítica y el valor irreductible de la palabra como herramienta de cambio social».

A continuación, una selección de textos del poemario de Carmelo Chillida:

 

4 de febrero de 1992

Nuestro hijo, de tres meses,

duerme sin saber

que este país se quiebra,

se viene abajo.

 

Entre aplausos

El César, como buen César,

quiere para él todos los poderes.

 

El Senado se pone a sus pies,

le rinde pleitesía.

 

Al César le gusta dar largos discursos

y que se vean en la TV. Los senadores

asisten a escuchar sus discursos.

Todos los funcionarios y súbditos importantes

asisten. Importantes, pero fácilmente

desechables. Pues, como ya dijimos,

él César quiere todos los poderes.

 

Sólo detienen su perorata

para reír sus chistes y estallar

en largos aplausos. Así transcurre

la vida del César, entre aplausos.

 

Armas y más armas

El César de estos trópicos

es de mente calenturienta.

Ama la guerra, como todo Emperador.

Compra armas y más armas a Rusia,

las muestra en sus desfiles militares

y las guarda. ¿En espera de qué?

 

El César piensa mucho, tal vez demasiado,

y quiere que todospiensen como él.

Pensar distinto es un delito

penado por las leyes. El que lo comete

tiene que esconderse o escapar del país,

pues el César es el policía

que tocará a tu puerta,

tu Juez, tu Verdugo.

 

Contra la monocromía

Rojo voluntario, rojo forzado,

casi la mitad del país viste de rojo.

Demasiado rojo.

Rojo como la cabeza de un fósforo

o de un fanático.

 

Por suerte, el resto usa

todos los colores de la paleta.

 

Rojo

Rojo como la cabeza de un fósforo

(hecha para arder) o como la cabeza

de un fanático. Ese es el problema,

que la cabeza del fanático arde

pero no piensa y el fanático actúa

en consecuencia.

 

Nunca es un ser

individual, siempre es parte de una masa

informe que vocifera consignas y,

si es necesario, pasa de los gritos

a los golpes. Roja, llameante

es la cabeza del fanático. Y también

puede ser roja su franela, su cachucha.

 

Rojo, rojo-fanático.

 

Este César

No es como sus predecesores

Calígula y Nerón.

 

No quemó la ciudad

pero su verbo es fuego,

y aún más violento que el fuego.

 

No nombró cónsul a su caballo

pero en sus ojos destella a veces

la chispa de la demencia.

 

En cuanto a animales,

sus preferidas son las ovejas.

Él es, por supuesto, el pastor del rebaño

que bala y lo sigue.

 

Los que no lo siguen

son ovejas negras

que deben ser degolladas.

 

Lecturas

Al César lo adora el pueblo,

pero no todo el pueblo.

Hay gente que manifiesta

su descontento en las calles.

 

Para suprimir esas acciones

el César tiene poderosos argumentos:

cañones, tanques y tanquetas.

 

Al César le gusta la lectura.

Lee sólo libros que le ayudan a reforzar

su Verdad, y de allí, su Poder.

Debería leer algún libro

que le cuente cómo empiezan

y cómo terminan todos los Césares.

 

Resistencia

Los versos contra las dictaduras

suelen durar más

que las mismas dictaduras.


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