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El pasado miércoles 17 de octubre, se presentó en el Centro de Arte Moderno de Madrid, el poemario de Carmelo Chillida, Rojo como la cabeza de un fósforo, (Kalathos Ediciones, 2018), con palabras del poeta y crítico, José Luis Morante (Premio Luis Cernuda, Premio San Juan de la Cruz), prólogo de Zoé Valdez y epílogo de Salvador Galán Moreu.
A propósito del libro, dice Valdez: «He leído y releído, muy concernida, los poemas de Carmelo Chillida, con el espanto que produce la angustia y la incomprensión tristemente compartidas. Son poemas sinceros, cada palabra despierta a la verdad, a la realidad venezolana, y a la suya, individual».
Carmelo Chillida nació en Caracas en 1964. Fue profesor por más de veinte años de la Escuela de Letras de la Universidad Central de Venezuela y actualmente reside en Madrid.
José Luis Morante afirma que la voz de chillida, desde aquel primer fruto, El sonido y el sentido (1997), mantiene una filiación realista, un tono directo, humanista y explícito, proclive a lo existencial y formulado desde un posicionamiento crítico y ético, y que estos rasgos perduran en los versos de Rojo como la cabeza de un fósforo, «conjunto de poemas que refleja el trauma histórico de un país devastado, capaz de cercenar cualquier orden de ser».
Los poemas de este libro, para Morante «trazan la crónica de un país a la intemperie y son esclarecedor reflejo de un modelo político fallido, que ha derruido su patrimonio económico y ha diseminado trincheras confrontadas entre sus pobladores».
Para el crítico y poeta, el poemario se inscribe «en una línea significativa de la tradición literaria en la que han militado autores como Rafael Alberti, autor de dos libros esenciales para comprender esta etiqueta crítica, El poeta en la calle y De un momento a otro, Bertolt Brecht, Nicanor Parra, Wislawa Szymborska, o voces latinoamericanas como Juan Gelman o Ernesto Cardenal. En todos ellos perdura la tensión enunciativa, la disponibilidad crítica y el valor irreductible de la palabra como herramienta de cambio social».
A continuación, una selección de textos del poemario de Carmelo Chillida:
4 de febrero de 1992
Nuestro hijo, de tres meses,
duerme sin saber
que este país se quiebra,
se viene abajo.
Entre aplausos
El César, como buen César,
quiere para él todos los poderes.
El Senado se pone a sus pies,
le rinde pleitesía.
Al César le gusta dar largos discursos
y que se vean en la TV. Los senadores
asisten a escuchar sus discursos.
Todos los funcionarios y súbditos importantes
asisten. Importantes, pero fácilmente
desechables. Pues, como ya dijimos,
él César quiere todos los poderes.
Sólo detienen su perorata
para reír sus chistes y estallar
en largos aplausos. Así transcurre
la vida del César, entre aplausos.
Armas y más armas
El César de estos trópicos
es de mente calenturienta.
Ama la guerra, como todo Emperador.
Compra armas y más armas a Rusia,
las muestra en sus desfiles militares
y las guarda. ¿En espera de qué?
El César piensa mucho, tal vez demasiado,
y quiere que todospiensen como él.
Pensar distinto es un delito
penado por las leyes. El que lo comete
tiene que esconderse o escapar del país,
pues el César es el policía
que tocará a tu puerta,
tu Juez, tu Verdugo.
Contra la monocromía
Rojo voluntario, rojo forzado,
casi la mitad del país viste de rojo.
Demasiado rojo.
Rojo como la cabeza de un fósforo
o de un fanático.
Por suerte, el resto usa
todos los colores de la paleta.
Rojo
Rojo como la cabeza de un fósforo
(hecha para arder) o como la cabeza
de un fanático. Ese es el problema,
que la cabeza del fanático arde
pero no piensa y el fanático actúa
en consecuencia.
Nunca es un ser
individual, siempre es parte de una masa
informe que vocifera consignas y,
si es necesario, pasa de los gritos
a los golpes. Roja, llameante
es la cabeza del fanático. Y también
puede ser roja su franela, su cachucha.
Rojo, rojo-fanático.
Este César
No es como sus predecesores
Calígula y Nerón.
No quemó la ciudad
pero su verbo es fuego,
y aún más violento que el fuego.
No nombró cónsul a su caballo
pero en sus ojos destella a veces
la chispa de la demencia.
En cuanto a animales,
sus preferidas son las ovejas.
Él es, por supuesto, el pastor del rebaño
que bala y lo sigue.
Los que no lo siguen
son ovejas negras
que deben ser degolladas.
Lecturas
Al César lo adora el pueblo,
pero no todo el pueblo.
Hay gente que manifiesta
su descontento en las calles.
Para suprimir esas acciones
el César tiene poderosos argumentos:
cañones, tanques y tanquetas.
Al César le gusta la lectura.
Lee sólo libros que le ayudan a reforzar
su Verdad, y de allí, su Poder.
Debería leer algún libro
que le cuente cómo empiezan
y cómo terminan todos los Césares.
Resistencia
Los versos contra las dictaduras
suelen durar más
que las mismas dictaduras.
Prodavinci
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