Perspectivas

“Quimera de inocentes” de Ruth Capriles

27/02/2023

Recientemente Ruth Capriles presentó con palabras de Caroline Bosc-Bierne de Oteyza y María Elena González Deluca, en la librería El Buscón, su libro Quimera de inocentes, publicado por Pre-Textos en España en 2022, y que ahora felizmente llega a Caracas. Bienvenida la autora, que después de una reconocida trayectoria en el campo de la historia y la politología, incursiona en otras formas de escritura con este estupendo conjunto de relatos de crímenes sucedidos en la Venezuela del siglo XVIII. Destaca en ellos el lenguaje, que resulta en un acierto notable, ya que no hay ninguna certeza en cuanto a cómo era el habla de los venezolanos que no sabían leer ni escribir, es decir, casi todos, y ni siquiera sabemos de los letrados porque, salvo algunos epistolarios y los documentos legales transcritos por los escribanos, tampoco tenemos medios de conocer el lenguaje cotidiano hablado en aquellos tiempos. Valga una anécdota de Alfredo Chacón acerca de su investigación sobre las prácticas religiosas y míticas de Curiepe, en la que cuenta que uno de sus entrevistados, al ver la grabadora, le preguntó si era un aparato que ‘tomaba una fotografía de la voz’. Pues bien, no tenemos fotografías del lenguaje del siglo XVIII, más allá de referencias de referencias. Si el español hablado era una mezcla de los acentos y modismos castellanos, andaluces y canarios, emparentados con voces indígenas y africanas, todas ellas distintas entre sí, es muy probable, pero no lo hemos escuchado, y mucho menos sabemos cuál sería la forma expresiva de aquellos que hablaban la lengua española por primera vez. Para salvar este escollo, Capriles acude a distintas estrategias que dan variedad y movimiento a las tramas, y es el tema en el que me quiero detener.

Son seis capítulos independientes pero emparentados por la condición de que en todos hay un crimen y un castigo. Justo o injusto no lo sabemos, eso es parte de la premisa del libro, aunque el mismo título del volumen pareciera hacernos un guiño que pone en duda la condición de la justicia. El primero se titula «Furores» y narra la vida de Juana Aparicio, hija de una india libre y un negro liberto, encerrada en la Real Cárcel de Santiago de León de Caracas por dar muerte a dos indios y dos zambos. La voz de Juana le cuenta a su hermana lo ocurrido, le insiste en su inocencia, y en resumen le habla de su vida en los últimos años en los que estuvieron separadas. No intenta parodiar el uso de la lengua del siglo XVIII, pero la constante referencia a los elementos raciales, al dominio sobre las castas subordinadas, a los usos de la época, a los castigos impuestos, nos introduce en el tiempo en que los hechos se desarrollan sin necesidad de más explicaciones.

El segundo lleva el título del volumen: «Quimera de inocentes», y narra el episodio sucedido un día de los Santos Inocentes, el 28 de diciembre de 1779, en el oriente venezolano. Los guaiqueríes piden licencia para celebrar una “quimera de garrotazos”, es decir, una representación de calle que tradicionalmente se celebraba ese día, y sin que se sepa muy bien cómo, alguien da la alarma de que los indios se han alzado. En síntesis, ocurren algunas muertes y el comerciante canario Francisco Pérez es acusado y condenado al destierro. Cuando regresa años después se encuentra con la noticia de que su esposa puede ser acusada de judaizante. En este caso, el relato lo lleva un narrador omnisciente que nos va conduciendo en medio del intrincado bosque de situaciones y peligros que enfrenta el protagonista.

El tercer capítulo se titula «Hierbas de brujería» y encontramos un cambio notable en la modalidad narrativa: la voz que relata los acontecimientos habla en el presente y se dirige a la protagonista que está en el pasado: Regina Caracarache, india, acusada del crimen de un brujo, a quien ella supone culpable del asesinato de su marido y de su hermana. Si es culpable o inocente no lo sabemos. La voz que narra le pregunta cuál fue su intención, si fue ella quien quiso matarlo o si fue la intención de otro, porque en esa intención reside la culpabilidad.

«Bozal» es el cuarto relato y aquí el recurso narrativo es completamente diferente. La narración corre a cargo de una mujer que viaja sola por las carreteras de la Venezuela contemporánea sin un propósito demasiado definido. Por casualidad llega a un pueblo en el que se va a realizar un juego teatral que escenifica un mito de la región, la presencia de un negro bozal –denominación de los esclavos recién traídos a América– acusado de asesinar a unos niños y además de antropofagia. La investigadora entra en contacto con un equipo de jóvenes periodistas de un canal digital y es con ellos, y a través de las comunicaciones que van publicando sobre los acontecimientos, como recomponemos la historia ocurrida dos siglos antes y los problemas políticos que genera su posible teatralización en el presente.

En el quinto, «Tertulia de conjurados», un grupo de historiadores que estudia el proceso criminal colonial se reúnen en un chat en el que leen los documentos y hacen sus comentarios. La modalidad es, pues, la del micro texto propio de las redes sociales. Y, por último, en el sexto, En gavilla, dos amigas que habían pasado un largo tiempo sin verse se reencuentran y en la conversación ponen al día lo ocurrido en los años recientes y sus proyectos profesionales. En medio de estos intercambios una cuenta a la otra la historia de un crimen colectivo que está investigando en busca de la interpretación de la violencia anónima y grupal. Inevitablemente recuerdan el célebre juicio de Eichman que dio pie al libro de Hannah Arendt acerca de la banalidad del mal.

La lectura de esta discusión entre las dos amigas con la que cierra el libro me llevó a la hipótesis de que todos los relatos componen una meditación sobre el mal, la justicia, la culpabilidad, la inocencia. Quién juzga, quién castiga, quién define el crimen, quién propone el castigo. ¿Qué es un delito?, ¿matar, robar, sublevarse, tener otra religión, otro color, otra lengua?, ¿ser pobre, ser rico? Temas para nuestro tiempo.


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