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El desarrollo de vacunas contra la malaria ha progresado bastante poco en las últimas décadas. El fundador de BioNTech, el germano-turco Ogur Sahin, anunció el 27 de julio en Fráncfort que su empresa quiere ahora desarrollar también una vacuna contra la malaria, cuya fase de investigación clínica empezaría a finales de 2022.
La vacuna prevista se basa en el principio del ARN mensajero (ARNm). Desde 2021, los desarrolladores de BioNTech/Pfizer y Moderna han utilizado con éxito vacunas de ARNm contra el COVID-19 por primera vez y en casi todo el mundo. Pero, ¿de dónde procede la tecnología del ARNm y cuan avanzada está? Aquí están las preguntas y respuestas más importantes:
¿Cómo funciona el ARNm?
La función del ARN (ácido ribonucleico) en nuestro organismo es utilizar la información de nuestro material genético, el ADN, para producir proteínas. Lo hace en las fábricas de proteínas de las células, los ribosomas. Aquí es donde tiene lugar la biosíntesis de las proteínas.
La medicina se aprovecha de ello: en las vacunas, el ARNm producido artificialmente proporciona a los ribosomas las instrucciones de construcción de los antígenos de los agentes patógenos que hay que combatir, por ejemplo, de la proteína espiga del coronavirus. Los ribosomas producen estos antígenos y provocan así una respuesta inmunitaria del organismo. El organismo reacciona entonces contra todos los invasores que identifiquen con la superficie específica de la proteína, como la de la proteína espiga.
En el caso de una vacuna contra el cáncer, los investigadores identifican qué proteínas son típicas de la superficie de determinadas células cancerosas y desarrollan un ARNm correspondiente con la esperanza de que el sistema inmunitario ataque entonces a las células cancerosas. Los investigadores quieren proceder de forma similar con las vacunas contra bacterias o los plasmodios (en el caso de la malaria).
¿Qué distingue al ARNm de otras vacunas?
La diferencia decisiva es que las anteriores vacunas, basadas en virus vivos o muertos, aportan el antígeno ante el que se supone que el sistema inmunitario debe reaccionar. En cambio, las vacunas de ARNm solo lo producen en las células.
Esto facilita la producción de vacunas y su adaptación a otros patógenos, ya que solo hay que readaptar ciertas plataformas de vacunas cambiando el ARNm específico.
¿Qué tan nueva es la idea del ARN mensajero?
La idea no es tan nueva. Ya en 1961, los biólogos Sydney Brenner, Francois Jakob y Matthew Meselson descubrieron que el ácido ribonucleico (ARN) es capaz de transportar información genética que puede utilizarse para la biosíntesis de proteínas, por ejemplo en las células. Sin embargo, no fue hasta 1989 cuando el virólogo Robert Malone lo consiguió.
Los primeros ensayos clínicos con vacunas de ARNm en humanos tuvieron lugar en 2002 y 2003. Se concentraron principalmente en la lucha contra las células cancerosas. En los años siguientes, la investigación sobre el ARNm también se centró principalmente en la lucha contra el cáncer.
¿Contra qué se utilizan actualmente las vacunas de ARNm?
Hay toda una serie de patógenos que ya son objeto de investigación. Entre ellos se encuentran muchos virus, como el del VIH, la rabia, el Zika, el chikungunya, la gripe y el dengue. En este caso, hay muchas esperanzas de que se obtengan rápidamente buenos resultados, sobre todo porque los éxitos en la lucha contra el coronavirus han demostrado que las vacunas de ARNm son altamente eficaces.
La lucha contra el cáncer, por su parte, es uno de los campos más antiguos y avanzados de la investigación del ARNm. Justo en junio, BioNTech inició un ensayo de fase 2 en la lucha contra el cáncer de piel avanzado. Por supuesto que aquí la reacción del sistema inmunitario es muy diferente.
La investigación de una vacuna contra la malaria sigue siendo un gran interrogante. Aquí, los patógenos son organismos unicelulares. Y han demostrado una y otra vez en el pasado que son difíciles de combatir. Probablemente la clave del éxito en este caso del cáncer y la malaria sea identificar las proteínas que son fundamentales para el funcionamiento del patógeno en cuestión y que, sin embargo, provoquen una respuesta inmunitaria fuerte del organismo. En ambos casos, el propio sistema inmunitario del cuerpo debe acabar con las células causantes de la enfermedad sin dañar las células sanas ni el organismo de la persona tratada.
¿Revolucionará la tecnología del ARNm la medicina?
Todavía es demasiado pronto para decirlo. Pero si las vacunas de ARNm consiguen realmente movilizar el sistema inmunitario de forma que ataque y destruya específicamente las células patológicas, sería un gran avance. Entonces, la tecnología podría afianzarse en otras áreas de la medicina. Podría producirse una revolución en la medicina por el simple hecho de que las vacunas -en contraste con los tratamientos farmacológicos- son cada vez más importantes.
(jov/er)
Fabian Schmidt
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