Entrevista
Peter Burke: “El acceso inmediato a tanta información es una bendición, pero tiene un precio”
por Jesús Piñero
Destacadas
Te puede interesar
Los más leídos
¿Qué hay de los conocimientos perdidos a lo largo de los siglos? ¿Realmente somos menos ignorantes que nuestros antepasados? Estas dos preguntas las busca contestar el libro “Ignorancia. Una historia global” (Alianza editorial 2023); y en esta corta entrevista, vía correo electrónico, su autor nos responde algunas más.
“La humanidad es cada vez menos ignorante que en el pasado, gracias a la investigación tanto en las ciencias como en las humanidades, pero como individuos somos tan ignorantes como nuestros antepasados, sólo que sobre cosas diferentes”, responde el historiador británico Ulick Peter Burke cuando le pregunto si realmente somos más sabios que antes. La pregunta no la hago por azar. Acabo leer el primer capítulo de su nuevo libro Ignorancia. Una historia global y he quedado fascinado, razón por la que decidí contactarlo vía correo electrónico, sin esperanza alguna de que pudiera responder rápido a mi solicitud.
Su respuesta llegó a mi bandeja de entrada en menos de una semana: “Dear Mr Pinero. Good to hear from you. I don’t hear very well and so an interview by phone or even Zoom might not work, and in any case although I read Spanish I don’t speak it (though I do speak Brazilian Portuguese)”. A mí nunca me han gustado las entrevistas por correo: no solo se pierde la humanidad del diálogo, sino que las repreguntas al entrevistado siempre se hacen cuesta arriba. Aún así, termino por aceptar su propuesta: “But if you sent written questions, in Spanish, I would be happy to send answers, in English”. Desde luego, Mr Burke.
En los últimos 87 años, la edad actual de Burke, no solo ha cambiado el mundo, también lo han hecho las formas y fuentes sobre cómo comprender el pasado, o lo que es lo mismo: las corrientes historiográficas. Cuando el pequeño Ulick empieza a dar sus primeros pasos en el barrio londinense de Stanmore, en 1939, la revista Annales, fundada por Marc Bloch y Lucien Febvre, cumple una década y el marxismo apenas se abre paso frente a la crisis del positivismo, que hace aguas desde fines del decimonono. Burke nació, pues, al calor de la revolución historiográfica del siglo XX, esa a la que los historiadores le debemos profesión.
Por eso, no es casual que sus principales aportes, aparte de estar enfocados en la comprensión de la Edad Moderna, se fundamenten en el empleo de nuevas fuentes y metodologías para el estudio del pasado, fuentes que hoy damos por sentado al momento de hacer una investigación, por eso las cursivas: arte, literatura, música, cine, etc. Y no podía ser de otra manera: el siglo XX es el siglo de los medios, de la producción cultural en masa, de la televisión, de los éxitos musicales, de los estrenos cinematográficos y los bestsellers. La sociedad cambió y con ella los formatos para poder estudiarla. Ignorar eso sería negar la historia.
Y ese también es el foco de su nuevo libro: muchas veces las opiniones sobre el pasado se encuentran con una dicotomía: que somos más sabios que en el pasado o que todo pasado fue mejor que el tiempo presente, pero, ¿realmente somos menos ignorantes que nuestros ancestros? ¿O de verdad en el pasado había mayores conocimientos que en nuestros días? En Ignorancia. Una historia global (Alianza Editorial, 2023), Burke se plantea responder estas interrogantes recorriendo varios momentos de la historia de la humanidad y aterrizándolos en su tiempo, ejemplos que contrasta con lo estudiado sobre la idea de ignorancia.
Me tomé unos días para preparar la conversación: releí el libro, investigué más sobre su vida, busqué entrevistas suyas y hasta le dije a varios colegas. Cuando estuve listo, envié el email y decidí olvidarme del asunto. A lo mejor ni me respondía. A lo mejor el tiempo jugaba en contra y aquel diálogo para el que me había preparado no terminaría ocurriendo. No fue así, en menos de dos días llegó a mi correo un documento adjunto que contenía las respuestas en perfecto inglés británico, cursivas y con una precisión admirable. El archivo llevaba por nombre sus iniciales en minúsculas seguidas por un guion y de mi apellido: pb-pinero.
―Vivimos en una sociedad hiperinformada, pero esa sobrecarga de información no siempre se traduce en menos ignorancia. ¿Qué tan peligroso es estar sobreinformado o el acceso inmediato e ilimitado al conocimiento?
―El acceso inmediato a tanta información es una bendición, pero tiene un precio. Dado que nuestro tiempo es limitado, tenemos que elegir qué queremos saber y qué ignorar, y es posible que no seleccionemos sabiamente. En cualquier caso, lo que obtenemos muchas veces es información más o menos cruda, mientras que lo que queremos o deberíamos querer es conocimiento, es decir información procesada (verificada, criticada, clasificada, etc.). A lo que tenemos acceso es a información que a menudo es inexacta y puede estar sesgada, que se nos proporciona para promover los intereses de individuos u organizaciones. Nosotros, los receptores, debemos aprender a ser críticos con esta masa de información, así como a seleccionar entre ella.
―Si estamos más cerca del conocimiento, ¿por qué pareciera que el mundo camina hacia un abismo? El cambio climático, la crisis de la democracia. Cada vez aparecen más tipos como Trump, Bolsonaro, Putin o Chávez...
―Este pesimismo puede ser el resultado de un mayor conocimiento. El calentamiento global, por ejemplo, estaba ocurriendo mucho antes de que la mayoría de la gente se diera cuenta de ello. En cuanto al ascenso del populismo hoy, la democracia ha estado en crisis antes, pensemos en Hitler, Mussolini, Franco… Los problemas son reales, pero no se limitan a este momento.
―Bien, hablando de la crisis de la democracia, ¿conoce lo que ocurre en Venezuela? No hay muchas menciones sobre América Latina en su libro.
―Sé un poco sobre los acontecimientos recientes en Venezuela pero no mucho. Nunca he estado allí. Sé más sobre Argentina, Chile y especialmente Brasil, que se menciona varias veces en mi libro. ¿Ves? Yo también ignoro muchas cosas.
―Bien, pero, sobre lo poco que conoce de la situación en Venezuela, ¿cree que los venezolanos fueron ignorantes del pasado al elegir a Hugo Chávez?
―Sí, pero no están solos. En las elecciones democráticas, muchos votantes saben poco sobre los candidatos y sus políticas, y es difícil saber sobre qué base eligen por quién votar. Las encuestas sobre la ignorancia de los votantes son reveladoras y alarmantes. Y sobre Chávez no sé lo suficiente para responder esa pregunta. Como todos los demás, insisto, tengo que seleccionar qué saber.
―¿Qué tan peligroso es que la gente y sus gobernantes ignoren el pasado?
―Aunque la historia nunca se repite exactamente, situaciones similares se repiten y hay muchos ejemplos de líderes que cometen los mismos errores que sus predecesores, errores que podrían haberse evitado con un mayor conocimiento del pasado. [Otto von] Bismarck dijo una vez “solo los tontos aprenden de su experiencia, prefiero aprender de la experiencia de los demás”.
―A su consideración, ¿cuál ha sido el mayor conocimiento que hemos perdido como sociedad?
―No tengo ni una sola pieza o forma de conocimiento que privilegiar de esta manera, aunque me preocupa el declive del conocimiento histórico ahora que se le dedica menos tiempo en las escuelas, al menos en Gran Bretaña, que cuando era un alumno. Gran parte de ese tiempo se dedica a la historia nacional. Para educar a los futuros ciudadanos, se debería dedicar más tiempo a la historia mundial de los últimos 100 años.
―¿Algún día podremos acabar con la ignorancia o es necesaria?
―Todos siempre seremos ignorantes de cualquier cosa.
―Entonces, ¿cuál es el papel de los historiadores frente a la ignorancia?
―Intentamos ayudar a las personas a comprender el mundo en el que viven, incluidas las estructuras sociales y culturales que subyacen a los hechos actuales que se discuten en los medios. Estas estructuras cambian, pero lentamente, a largo plazo. También podemos ayudar a las personas a ser críticas con las noticias, sean falsas, inexactas o superficiales. Lo que a veces se describe hoy, de forma muy pomposa, como “estudios críticos de información”, ha sido familiar durante mucho tiempo para los historiadores, es “la crítica de fuentes”.
Jesús Piñero
ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR
- Peter Burke: “El acceso inmediato a tanta información es una bendición, pero tiene un precio”
- ¿Historiografía de aeropuerto? Notas sobre el oficio de los historiadores en la década 2013-2023
- Venezuela y el siglo de la democracia
- Lea acá “Comunicarse cuesta 6 milésimas de oro”, un capítulo de “Canaima de carne y huesos”, el más reciente libro de Jesús Piñero y Valeria Pedicini
Suscríbete al boletín
No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo