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Pocos temas son tan delicados como la religión, especialmente en el Medio Oriente.
Oficialmente, los Estados árabes tienen una importante población musulmana, que oscila entre el 60% en Líbano y casi el 100% en Jordania o Arabia Saudí. Dado que las instituciones religiosas de los países también actúan como organismos gubernamentales, los gobiernos desempeñan un papel importante en la vida religiosa, ya que a menudo controlan las oraciones, los medios de comunicación o los programas escolares.
Sin embargo, varias encuestas realizadas recientemente en Oriente Medio e Irán, han llegado a conclusiones similares: todas ellas muestran un aumento de la secularización y una creciente demanda de reformas en las instituciones políticas religiosas.
El Líbano pierde su religión
Tras 25.000 entrevistas en Líbano, realizadas por uno de los mayores encuestadores de la región, el Barómetro Árabe, una red de investigación de la Universidad de Princeton y la Universidad de Michigan, la conclusión es que «la fe personal ha disminuido un 43 por ciento en la última década, lo que indica que menos de una cuarta parte de la población se define ahora como religiosa».
Una libanesa contó a DW su experiencia al crecer en un hogar conservador. «Vengo de una familia muy religiosa, mis padres me obligaron a llevar el velo cuando solo tenía 12 años», dijo la joven de 27 años, que no quiere que se publique su nombre por miedo a represalias. «Me amenazaban constantemente con que si me quitaba el velo, acabaría ardiendo en el infierno».
Pero años después, en la universidad, conoció a un grupo de amigos que eran ateos. «Poco a poco me fui convenciendo de sus ideas, así que un día, antes de ir a la universidad, decidí quitarme el velo y salir de casa», cuenta.
Sin embargo, en el Líbano es casi imposible no estar oficialmente vinculado a la religión, ya que el registro civil incluye la identidad confesional de cada ciudadano libanés. Entre las 18 opciones, no figura «sin religión».
Los iraníes buscan el cambio religioso
Una encuesta reciente realizada entre 50.000 personas por el Grupo para el Análisis y la Medición de las Actitudes en Irán (GAMAAN), que investigó la postura de los iraníes con respecto la religión, reveló que nada menos que el 47% declaró «haber pasado de ser religioso a no serlo».
Pooyan Tamini Arab, profesor adjunto de Estudios Religiosos en la Universidad de Utrecht y coautor del estudio, considera que esta evolución, así como la búsqueda del cambio religioso, es una consecuencia lógica de la secularización en Irán. «La sociedad iraní ha sufrido enormes transformaciones, como el aumento espectacular de la tasa de alfabetización, la urbanización masiva del país, los cambios económicos que han afectado a las estructuras familiares tradicionales, el índice de penetración de Internet, que ha llegado a ser comparable al de la Unión Europea, y el descenso de las tasas de fertilidad», explica Tamini Arab a DW.
En comparación con el 99,5 por ciento del censo oficial, GAMAAN descubrió que el 80% de los participantes creía en Dios, pero solo el 32,2 por ciento se identificaba como musulmán chiíta. Las cifras muestran que el 9 por ciento se identificaba como ateo, el 8 por ciento como zoroastrista, el 7 por ciento como espiritual, el 6 por ciento como agnóstico y el 5 por ciento como musulmán suní. Alrededor del 22 por ciento no se identifica con ninguna de estas religiones.
«Vemos un aumento de la secularización y una diversidad de credos y creencias», dice Tamini Arab a DW. Sin embargo, desde su punto de vista, el factor más decisivo es «la ligazón entre el Estado y la religión, que ha hecho que la población se resienta de la religión institucional, aunque la inmensa mayoría siga creyendo en Dios».
El ascenso de los «sin religion»
El sociólogo Ronald Inglehart, profesor emérito de Ciencias Políticas de la Universidad de Michigan y autor del libro «Religious Sudden Decline», ha analizado encuestas de más de 100 países, realizadas entre 1981 y 2020. Inglehart ha observado que la rápida secularización no es un fenómeno aislado. «El aumento de los «sin religion», que no se identifican con una fe concreta, se ha observado en países de mayoría musulmana tan diferentes como Irak, Túnez y Marruecos», escribió en su libro.
Cuanto más se diferencie entre la religión como fe y la religión como sistema, más fuertes serán los llamamientos a reformas. «Esta tendencia hace mella en los esfuerzos de Irán y de sus rivales, Arabia Saudí, Turquía y Emiratos Árabes Unidos, que compiten por el poder religioso y el liderazgo del mundo musulmán», afirmó James Dorsey, profesor de la Escuela de Estudios Internacionales S. Rajaratnam de la Universidad Tecnológica de Nanyang, en Singapur.
Dorsey, experto en la región, destaca dos ejemplos contrarios. Mientras que los Emiratos Árabes Unidos han levantado las prohibiciones del consumo de alcohol y de la convivencia entre parejas no casadas, Arabia Saudí ha calificado de terrorismo tener pensamientos ateos.
Como ejemplo, Dorsey hace referencia al disidente y activista saudí Raif Badawi, que fue condenado por apostasía, o por insultar al Islam. Badawi fue condenado a 10 años de prisión y 1.000 latigazos por cuestionar por qué los saudíes están obligados a adherir al islam, y por afirmar que la religión no tiene las respuestas a todas las preguntas de la vida.
Razan Salman contribuyó a este artículo desde Beirut.
(gg/er)
Jennifer Holleis
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