Telón de fondo

Modernidad, enfermedad y creencias religiosas

23/03/2020

La penitencia de San Pedro. David Tenier el joven. 1634

Pese a lo que generalmente se supone, la modernidad no destacó por el empeño en descartar lo que no se consideraba propiamente moderno, en especial en la parcela de la salud. En la época moderna de Europa abundan los testimonios que demuestran cómo las creencias religiosas, la magia y la astrología, se manejan con asiduidad en el tratamiento de las enfermedades. Investigaciones recientes prueban que, todavía en los períodos calificados como ¨plenamente modernos¨, se acude a la brujería y a la consulta de las estrellas en la cura de diversos males. Los testimonios que ahora ofrecemos pueden poner las cosas en claro.

El famoso Continuatio novimontensis, en primer lugar, que a principios del siglo XV se refiere a la peste de 1348 de la siguiente manera:

El mismo año hubo enormes levantamientos en muchas regiones, como resultado de una cruel pestilencia que apareció primero en los países de allende los mares y mató a todos de diversas formas espantosas. Primero, por la influencia maligna de los planetas y la corrupción del aire, los hombres y animales de esos países quedaron inmóviles mientras atendían sus asuntos, como si se hubieran convertido en piedra. Luego, en los países de los que viene el jengibre, cayó una lluvia terrible mezclada con serpientes y toda suerte de cosas pestilentes que causó la muerte repentina a cuantos tocaba. No lejos de ese país, bajó del cielo un fuego espantoso que consumió todo a su paso.

No estamos ante un documento de la Edad Media, sino ante la versión de un autor de los tiempos modernos que no puede desechar creencias vulgares para referir los motivos de una epidemia, como ya querían hacerlo no pocos autores de su tiempo partiendo de datos sin nexos con las fantasías habituales, ni con las explicaciones de la gente sencilla.

Tampoco estamos frente a un caso insólito. De allí que no sorprenda cómo, en la misma época, Teófilo de Milán ofrezca los consejos que siguen:

Siempre que alguien se vea abatido por la peste debe procurarse de inmediato una medicina como esta: concentrar primero todo el amargo odio que pueda hacia los pecados que haya cometido, e idéntica cantidad de verdadera contrición de corazón, mezclando con lágrimas en un ungüento. Que haga luego un vómito de verdadera y sincera confesión, mediante la que podrá purgar el pestilente veneno del pecado, y el furúnculo de su vicio se licuará totalmente y desaparecerá. Y así, el espíritu antes abrumado por la plaga del pecado recuperará una absoluta liviandad y una dicha plena y jubilosa.

Una orientación que, tal vez sin las metáforas del milanés, se repite en los países protestantes. Por ejemplo, como describe la historiadora Mary Lindemann, para luchar contra las plagas en 1633 se distribuye en Inglaterra un texto titulado: Una forma de oración común, junto con una orden de ayuno para impedir el pesado azote divino a muchos lugares del reino. En 1655, los habitantes de Amsterdam, por disposición del concilio de la Iglesia reformada, celebran reuniones de preces y penitencias los miércoles por la tarde para terminar con una ¨podredumbre¨ que había provocado la muerte de 750 vecinos. Para entonces, Gillaume de Nangis asegura que la peste fue anunciada por una gran estrella ¨que emitía rayos de luz distintos¨.

La consideración de tales conductas que se advierten en el ámbito de la modernidad, más abundantes de lo que el lector pueda imaginar, lleva a la colega Lindemann, autora de Medicina y sociedad en la Europa moderna, a sugerir que no se haga la historia de la medicina como si fuera una exposición de la historia del progreso. Además de apoyarse en los aportes de la historiografía de Inglaterra y los Estados Unidos, realizada desde la novedosa orientación por profesionales que no provienen del campo de las ciencias médicas, justifica con una frase lapidaria su consejo: ¨Las simples parábolas de bueno y malo, correcto y erróneo, oscurecen las verdades históricas en vez de aclararlas¨. Ya no tiene sentido una investigación sobre el adelanto dependiente de los ¨grandes hombres de blanco¨, remata.


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