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Todos, por una razón u otra, hemos usado o vamos a tener que usar algún tipo de antibiótico. Es un tópico frecuente en la salud: a nivel mundial, el gasto monetario en antibióticos sólo es superado por el gasto en analgésicos.
Varios aspectos moderan la dinámica de uso y abuso de antibióticos. Se calcula que entre el 40 y el 50% de las indicaciones de antibióticos son equivocadas, incluso en países desarrollados. Los antibióticos son moléculas químicas que en una buena medida provienen de sustancias de la naturaleza (hongos, por ejemplo, como sucede con la penicilina). Pero si bien tienen principios activos naturales, tienen una particularidad que los diferencia del resto de los medicamentos: el éxito del tratamiento se debe a la interacción entre la droga (antibiótico) y el agente vivo que debe atacar (bacteria, hongo, virus). Y esa interacción plantea algunas dificultades, siendo la más notoria la capacidad del agente vivo para modificar sus características para que los antibióticos lo afecten cada vez menos (fitness). Esto sin duda tiene varias implicaciones, pero la más importante es la capacidad de generar “resistencia”, lo que significa la inefectividad del antibiótico ante un microorganismo determinado.
Los médicos lidian batallas contra los microorganismos día a día y los pacientes han generado una “cultura” del uso de antibiótico sobre la cual ahondaremos. Les exponemos los mitos más frecuentes relacionados con su uso.
1. Ese antibiótico me va a bajar las defensas/ Ese antibiótico me va a bajar la hemoglobina. Las defensas del organismo que funcionan por varios mecanismos tienen muy poco que ver con el uso de antibióticos. La mayoría de las veces la inmunidad está mediada por los glóbulos blancos y unas sustancia producidas por ellos (interleukinas) y casi ningún antibiótico las afecta de manera específica. Además, prácticamente ningún antibiótico de uso común hoy en día es causante de anemia.
2. Me voy a cortar la gripe con esta ampicilina. La creencia sobre la posibilidad de evitar un cuadro infeccioso viral o bacteriano por el uso temprano de antibióticos es abrumadora. No sufre ningún efecto beneficioso. Al contrario, puede resultar pernicioso. La mayoría de las infecciones respiratorias (un 90%) son producidas por virus que no requieren antibióticos, son autolimitadas y mejoran espontáneamente.
3. ¿No hay un antibiótico inyectado para que actue más rápido? La potencia de los antibióticos no tiene que ver con la vía de administración (oral, intramuscular, endovenosa). La mayoría de los antibióticos modernos son igual de efectivos independientemente de la vía que se utilice. La vía indicada está más relacionada con el tipo de antibiótico y la causa directa de la infección que con su potencia.
4. Tómate este antibiótico que tenía guardado. La indicación de un antibiótico está basada en el tipo de microorganismo que produce la infección. Hay cientos de bacterias y decenas de antibióticos: lo que funciona para la orina no funciona para el oído. La selección óptima del binomio bacteria-antibiótico es un proceso complejo que debe hacerlo personal muy entrenado.
5. Tomarlo por 21 días no es mucho tiempo/ A los 3 días me sentía mejor y lo paré. El tiempo del tratamiento está relacionado con la severidad y con el tipo de infección. Su médico es el único capacitado para saber cuándo comenzar y cuándo parar.
6. Voy a tomarlo con el protector gástrico para que no me “pegue” en el estómago. Los síntomas gástricos asociados con el uso de antibióticos son frecuentes, pero pasajeros. No está recomendado el uso sistemático de protectores gástricos. En algunos casos el uso en el mismo momento de ambos medicamentos puede interferir en la absorción gástrica del antibiótico.
7. ¿Ese antibiótico no será muy potente? Antes me indicaron uno de 250 mg y funcionó. Los miligramos del antibiótico no son comparables en potencia cuando hablamos de dos moléculas diferentes, aunque “suenen” parecidas. Es decir: 750 mg de amoxacilina no significa que sea más potente que 500 mg de doxiciclina.
8. ¿Me puedo tomar el antibiótico a cualquier hora? El intervalo de uso de un antibiótico está directamente relacionado con su estructura molecular. Algunos se toman una vez al día, otros cuatro veces. Eso no tienen ninguna relación con su potencia. El ciclo —tiempo entre una dosis y otra— es un parámetro muy importante para la efectividad. Manténgalo estricto como su médico se lo indica.
9. Me tomé el doble de la dosis porque me sentía demasiado mal. La mejoría imputable al efecto del antibiótico se mide en días, no en horas. Se necesita tiempo para el efecto de muerte de las bacterias. Pregúntele a su médico cuándo se va a sentir mejor con el tratamiento, pero no cambie la dosis si el plazo no es acertado: consúltelo.
10. ¿Puedo consumir alcohol mientras tomo antibióticos? Ésta ha sido una de las grandes discusiones y mitos. No es sencilla la respuesta. Primero: hay ciertos antibióticos que, si se consume alcohol bajo su tratamiento, pueden ocasionar el terrible efecto Antabuse (sensación de muerte inminente, sudoración, palpitaciones y taquicardia). Sólo su médico es el indicado para decirle cuáles de los antibióticos pueden producir este efecto. Por otro lado, el consumo de alcohol está asociado a una mayor tasa de excreción renal: a mayor cantidad de líquido consumido, mayor cantidad de orina se produce. Esta cualidad puede hacer que la cantidad de antibiótico en la sangre baje abruptamente, comprometiendo la efectividad del antibiótico. Los extremos siempre son malos: tomar grandes cantidades de licor, asociado con el uso de antibióticos, ciertamente no es recomendado. Pero una copa de vino en una ocasión especial no producirá mayor cambio en la efectividad de los antibióticos. Sin embargo, su médico es su mejor consejero en estos casos.
La próxima vez que utilice antibióticos, piense si no se refleja dentro de estas frases frecuentes en nuestro entorno: en nuestra actitud está el cambio. El tema de la resistencia bacteriana creciente y el uso cada vez mas diseminado de antibióticos en las comunidades son problemas que preocupan a los científicos del mundo. En algunas condiciones pueden generarse bacterias multi-resistentes. Son microorganismos resistentes a todos los antibióticos conocidos, con desenlace fatal en la mayoría de los casos.
Hay, además, una tendencia decreciente de investigación en desarrollo de antibióticos nuevos. Con más bacterias resistentes y menos antibióticos efectivos, podríamos retroceder cientos de años en el combate de las enfermedades. Es una responsabilidad de los grupos médicos mejorar y armonizar la indicación de antibióticos, pero también es una responsabilidad de los usuarios mantener las indicaciones con precisión milimétrica. Mientras eso no suceda, los grupos de investigación deben desarrollar nuevas moléculas para un mundo de “súperbacterias”.
Julio Castro Méndez
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