Fotografía de Federico Parra | AFP
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Hasta la tercera semana de septiembre, en el mundo se han aplicado más de 5 mil millones de vacunas. Esto genera unas conclusiones extremadamente importantes. La primera de ellas es que las vacunas son seguras, a pesar de sus efectos secundarios. Ninguna intervención en la historia de la humanidad ha tenido tantas personas expuestas a un mismo medicamento o producto biológico de manera simultánea. La experiencia da una confianza muy importante sobre su seguridad.
El otro aspecto importante es el impacto que han tenido en el evento para el cual fueron diseñadas: evitar o disminuir la mortalidad. Bajo este contexto, los datos mundiales dejan claro que el impacto sobre la disminución de la mortalidad por covid-19 es indudable, aun cuando los porcentajes de vacunación en buena parte del mundo todavía son modestos.
El siguiente gráfico refleja la relación entre casos nuevos y muertes por covid-19. La línea azul representa la cantidad de casos confirmados en el mundo y la línea roja representa las muertes. El gráfico muestra que después de la inclusión de las vacunas hubo un cambio notorio en el comportamiento de la curva de muertes y casos: las muertes ya no aumentan en la misma medida que los casos nuevos.
Después de varios meses de vacunación en el mundo, todavía persisten algunas dudas en la población. Estas son las más comunes que he recibido.
¿Debo hacer detección de anticuerpos para medir la inmunidad generada por la vacuna?
Los datos mundiales disponibles permiten señalar que todas las vacunas que están en uso de forma internacional (con datos de fase 3 publicados) generan una protección para muerte y enfermedad severa. Esto es a expensas de la producción de anticuerpos específicos contra el virus, la detección de estos anticuerpos es técnicamente muy compleja (solo lo realizan laboratorios de investigación). Pero actualmente sabemos que los niveles de anticuerpos no son un buen predictor de protección, y que hay también otras vías de protección que no son medibles por niveles de anticuerpos.
No hay una forma accesible, barata y eficaz para saber si la vacuna fue efectiva (y es una medición que tampoco hacemos con otras vacunas).
En conclusión: no se recomienda hacer pruebas de niveles de anticuerpos para decidir vacunarse, para saber el estatus de protección o para saber el estatus de la enfermedad.
¿Cuánto duran los anticuerpos o la protección conferida por la vacuna?
La información disponible hasta el momento revela que las vacunas comienzan a generar protección 15 días después de su aplicación. Aunque los niveles de protección no son exactamente iguales a medida que pasa el tiempo, con cada una de las vacunas la información actual solo permite saber que hay una merma en la protección a través del tiempo.
Cuando hablamos de una disminución estamos hablando en términos poblacionales o estadísticos. Por ejemplo, si decimos que la protección disminuye un 5% en seis meses (esto es sólo un ejemplo teórico), estamos diciendo que de un grupo de personas vacunadas el nivel de efectividad para evitar muerte o enfermedad severa disminuye en un 5% respecto a un grupo de personas no vacunadas. No significa que a cada persona le baje el nivel de anticuerpos en un 5%.
Si utilizamos las vacunas conocidas en los lapsos establecidos por cada fabricante, sólo hay datos de seguimiento por menos de un año. Por lo tanto, la información se va generando en la medida en que se tiene y es posible que el perfil de cada vacuna sea algo diferente, sobre todo cuando hablamos de mecanismos diferentes de vacunas.
¿Cuánto puedo esperar entre las dosis? ¿Las vacunas vencen?
En aquellos casos en los que no se ha cumplido el intervalo entre la primera y la segunda dosis recomendado por el fabricante, sólo podemos dar unas claves que permitan a la gente tener una idea general de las opciones:
- Los esquemas de dos dosis están diseñados para cumplirse lo más exactamente posible. Cualquier desviación supone una disminución en la capacidad de protección de la vacuna.
- Para aquellos que se enfermaron de covid-19 y se vacunaron, la duración y robustez de la vacuna es mayor que en aquellos que no se han infectado.
- La protección disminuye en grupos de edad específicos, especialmente en mayores de 65 años y personas con enfermedades activas que puedan afectar la inmunidad.
- Las vacunas no tienen fecha de vencimiento, solamente sabemos que si hay mayor tiempo entre las dosis puede haber una disminución en la protección, comparado con el esquema recomendado.
¿Cuánto debo retrasar la vacuna si me enfermé antes de la segunda dosis?
El proceso de vacunación no produce enfermedad y tampoco los tests de covid (ni PCR-RT ni la prueba de antígenos) dan resultados positivos por la vacuna. Si sale positivo o tiene síntomas posterior a la vacuna, la explicación es simple: se infectó y la vacuna no tiene nada que ver.
En el caso de que se haya infectado entre la primera y segunda dosis, debe retrasar la segunda dosis por un mes. En el caso de que se haya infectado justo antes de la primera dosis debe retrasarla por un mes, contando desde el día en que iniciaron los síntomas. Ninguna otra condición que no sea enfermedad severa y activa de covid-19 debe ser justificación para retrasar el cronograma de vacunación.
No se debe retrasar la vacunación por menstruación, viajes, actividades deportivas, actividades sociales, consumo de medicamentos para enfermedades crónicas, estudios de laboratorio, consumo de alcohol, dietas, etcétera.
¿Qué hacer si recibió la primera dosis de Sputnik, pero no la segunda?
La vacuna Sputnik V es la única de las disponibles para covid-19 cuyas dosis tienen componentes diferentes. Es un hecho que la producción del segundo componente de vacuna Sputnik V ha presentado problemas a nivel mundial.
Estos problemas han afectado a muchos países. En Venezuela hay aproximadamente entre 800.000 y 900.000 personas en el país esperando la segunda dosis, según una encuesta de vacunación de covid-19 en Venezuela.
Hay que recalcar que la mejor opción para estas personas es completar el esquema de Sputnik V con el segundo componente. Visto que no han llegado suficientes dosis del segundo componente para todas las personas que lo necesitan, hay que generar algunas pistas para que los ciudadanos tengan una guía de acción ante la posibilidad de no tener acceso al segundo componente. Para hacerlo más fácil de entender, vamos a dividirlo en tres grandes grupos según el tiempo transcurrido desde la primera dosis:
- Si tiene menos de tres meses desde el primer componente, puede dar un compás de espera de unos tres meses más para obtener la mejor opción, que es recibir el segundo componente de Sputnik V.
- Si está entre tres y seis meses desde que recibió el primer componente, podríamos definir dos grandes grupos.
- Grupo de alto riesgo: personas mayores a 65 años o con enfermedades activas que afecten la inmunidad deberían buscar completar otro esquema de vacunación pronto. En Venezuela la única opción disponible sería Sinopharm. Debería usar esquema de dos dosis de Sinopharm en el intervalo clásico.
- Grupo de bajo riesgo: menores de 65 años o que han tenido covid-19 anteriormente pueden esperar tres meses más para tratar de completar el esquema con Sputnik V.
- Personas que recibieron el primer componente de Sputnik V hace más de seis meses deberían iniciar y completar esquema con Sinopharm (dos dosis), para el caso de los que están en Venezuela. Los que están en otros países deben completar un esquema que esté disponible donde se encuentre.
Aquellas personas que recibieron el primer componente Sputnik V y ya recibieron dos dosis de Sinopharm, se considera que tienen un esquema completo y, por razones de solidaridad y mejor uso de las vacunas, la recomendación es que el segundo componente de Sputnik V sea usado en otro ciudadano que no haya recibido otra vacuna y está pendiente de recibir el segundo componente de Sputnik V.
Aun cuando en otros países se han hecho recomendaciones diferentes a las citadas, estas guías están basadas en datos venezolanos, ya que una buena proporción de los que han recibido Sputnik V en el país son mayores a 65 años y, por lo tanto, son población de alto riesgo.
Voy a viajar y quiero “reforzar” mi inmunidad con otra vacuna, ¿qué me recomiendas?
Hasta el momento no hay una evidencia científica fuerte que indique claramente que recibir otro esquema de vacunación diferente a uno ya completado tenga algún beneficio real. Esto puede estar relacionado con el hecho de que no hay tiempo suficiente o que en realidad se justifique, en ese caso hay que esperar más datos.
Si asumimos cierto criterio de distribución equitativa o justa de vacunas a nivel mundial, no parece tener sentido hasta el momento actual que existan pocas personas con doble vacunación y muchas personas sin vacunar.
¿Debo hacer un “refuerzo” de mi esquema original?
Esta pregunta es diferente a la anterior y hace referencia a si tiene sentido usar una tercera dosis de la misma vacuna que ya se recibió (para el caso de vacunas de dos dosis) o una segunda dosis para vacunas de una sola dosis.
La evidencia científica sugiere que en las personas mayores a 65 años y aquellos con enfermedades que afectan severamente la inmunidad, la protección de la vacuna puede ir mermando. Por lo tanto, los datos actuales sugieren que recibir un “refuerzo” (o booster en inglés) puede mejorar la respuesta inmune en el tiempo. Algunos países como Israel y Estados Unidos (para el caso de Pfizer hasta el momento) están recomendando el refuerzo para esos grupos específicos.
Existe la posibilidad de que este escenario no sea homogéneo para todas las vacunas. Por ahora, los datos sugieren que las vacunas con mecanismo de ARN mensajero (Pfizer y Moderna) tienen una respuesta muy rápida y efectiva, pero en el largo plazo pueden disminuir progresivamente. Sobre las otras vacunas con mecanismos diferentes se sabe que la respuesta inicial es un poco más lenta en comparación, pero los niveles de protección pueden ser más robustos a mediano plazo. Hay mucha incertidumbre sobre la protección a futuro de las vacunas disponibles, pero solo la ciencia y su evaluación rigurosa arrojará luces en estas áreas.
¿Cuál es la mejor vacuna para una persona que tiene una enfermedad “xyz”?
Hasta el momento no hay un perfil específico para enfermedades, edades, género, geografía, medicamentos, etcétera, para cada tipo de vacuna. Como regla general, cada país aplica las vacunas a las que tiene acceso y la decisión de usar determinado tipo de vacuna en un determinado tipo de persona está más relacionado con aspectos logísticos, de acceso y disponibilidad local que con causas inmunológicas o de efectividad real.
“La mejor vacuna es la que esté disponible” sigue siendo un buen argumento.
Frecuentemente nos preguntan si por determinada enfermedad o determinado medicamento se debe usar una vacuna específica o incluso si se debe vacunar. La respuesta es categórica: mientras más enfermedades tengas o más medicamentos tomes, más útil y más importante es la vacunación. Fuera de una alergia conocida a la vacuna de covid-19 (cuya única forma de saberlo es aplicándola) no hay contraindicaciones.
Además, nos preguntan si personas que han tenido reacciones a otras vacunas deberían vacunarse y la respuesta es, sin duda, sí. Incluso las personas que hayan tenido algún efecto secundario a la primera dosis deben recibir la segunda, porque ya hay estudios que revelan que es seguro. La única consideración es que deben ser vacunados en centros con capacidad médica de manejar esa reacción.
Conclusión: no hay casi ninguna excepción formal para recibir la vacuna.
¿Qué hacer si voy a viajar a un país y me piden una vacuna para entrar?
Esta pregunta requiere una respuesta de carácter logístico, no inmunológico: cada país tiene la potestad de poner normas en época de pandemia para el ingreso. Hay mucha variabilidad en las normas y, además, cambian frecuentemente. En ese sentido, la única posibilidad que tiene para ingresar a ese país es cumplir la norma. Es decir, si le piden una vacuna diferente a la que ya tiene, no hay ninguna otra alternativa que aplicar alguna de las certificadas por ese país.
Más allá de la consideración previa de combinación de esquemas de vacunas, sobre la cual no parece haber beneficio real, tampoco hay razón plausible para que el uso de otro esquema de vacuna tenga algún desenlace negativo más allá de la probabilidad calculada de eventos adversos para cada esquema. En términos simples: si la única forma de ver a sus nietos es aplicarse otra vacuna, no hay razones para pensar que le va a pasar algo particularmente malo por usar ese segundo esquema.
¿Si ya tuve covid-19 igual debo vacunarme?
La información actual de la ciencia relacionada con la enfermedad covid-19 revela que la mejor combinación posible para efectos de protección inmune contra el virus es tener ambas, es decir, la inmunidad producida por la enfermedad más la inmunidad producida por la vacuna.
Hoy en día se sabe que la inmunidad de cada uno de ellos por separado no es tan efectiva como la de tener ambas. También sabemos que las personas vacunadas, a pesar de que están protegidos para enfermedad severa y muerte, todavía pueden infectarse. Por lo tanto, las recomendaciones de protección para evitar la transmisión siguen estando vigentes.
El consenso general es que la inmunidad producida por la enfermedad no es definitiva, es decir, duradera y totalmente protectora. La reinfección que ha sido demostrada fehacientemente es la prueba clara de que necesitamos otras estrategias sumadas como la vacuna.
¿Se puede o debe usar vacuna en el embarazo?
A pesar de que los estudios de fase 3 de la mayoría de las vacunas contra el covid-19 no incluyeron mujeres embarazadas, la utilización masiva de vacuna en el mundo después de la fase 3 ha demostrado que la vacunación en el grupo de embarazadas es un fenómeno seguro. Esto implica que el efecto sobre el niño y sobre la madre tiene el mismo perfil de seguridad que en la población general. La mayoría de las organizaciones médicas del mundo han recomendado la vacunación de embarazadas como un fenómeno seguro y protector en contra de la enfermedad.
Adicionalmente, hay evidencia clara de que la enfermedad del covid-19 en las mujeres embarazadas tiene un pronóstico peor que en sus pares de la misma edad no embarazadas. Se ha probado que la vacuna es segura para las madres en periodo de lactancia, lo mismo que para los niños que están lactando como protección adquirida a través de la madre.
¿Cuántas vacunas han llegado al país y cuántas se han aplicado?
En el caso venezolano hablar de cobertura de vacuna de covid-19 (porcentaje de población vacunada) ha sido un punto de debate e investigación en los últimos días. A falta de una plataforma de información oficial regular, confiable y exacta, se han adelantado algunas iniciativas, encuestas, que permiten tener una estimación de la cantidad de gente vacunada y su perfil. Los datos obtenidos por encuestas independientes, una realizada por una encuestadora independiente y otra con contribución de la Universidad Simón Bolívar, reportan tasas de cobertura completa en adultos alrededor de un 11,76% de la población general (un 17,1% de la población adulta, mayor de 18 años).
Siempre es importante aclarar cuántas vacunas han llegado y cuántas se han administrado; esas cifras revelan indicadores diferentes. Los datos de la encuesta revelan sólo la cantidad estimada de vacunas aplicadas, pero es difícil saber la cantidad total de vacunas que han llegado al país.
Los procesos de adquisición de vacunas obedecen a diferentes iniciativas. Por una parte, el mecanismo Covax de la Organización Mundial de la Salud tiene un compromiso total de cerca de 11 millones de vacunas para 2021, pero hasta ahora han llegado al país 690.000 dosis. Es más difícil sacar la cuenta de cuántas dosis han llegado a través de los acuerdos bilaterales con Rusia y China por la falta de información auditable. Aquí solo puede calcularse a partir de los datos de vacunas aplicadas en las encuestas.
6 mil millones de vacunas aplicadas hasta el momento con seguridad generan la confianza para entender la estrategia de vacunación en el mundo como uno de los pasos importantes para regresar a la normalidad previa a la pandemia. Hay incertidumbres sobre aspectos que el tiempo y la propia enfermedad no nos han permitido conocer aún. Solo la ciencia, su interpretación y la coherencia de políticas de gran alcance irán resolviendo esas brechas de información que todavía existen.
La ciencia también es dinámica y algunos conceptos que hoy parecen robustos pudieran cambiar según tengamos nuevos datos. Estar pendientes de esta información pasa a ser otra responsabilidad directa de la ciudadanía asociada al aprendizaje de esta nueva enfermedad.
Julio Castro Méndez
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