La Poeteca, refugio de la memoria | Conversación con Ricardo Ramírez Requena

Fotografía de Daniela Ziade | RMTF

02/06/2019

Toda decadencia estimula espacios de esplendor. Aunque suelen ser pequeños, resultan irreductibles y por lo general terminan conformando el eje desde el cual regenerar lo perdido. De ahí proviene su peligrosidad para las dictaduras, pues recuerda a toda empresa totalitaria que su labor de aniquilamiento jamás podrá completarse.

La presencia de La Poeteca es un claro ejemplo de ello. En un país donde el éxodo y la debacle del mercado cultural han repercutido en la pérdida tanto de la circulación como de la producción de materiales literarios, su existencia contribuye a conjurar el fenómeno de la decadencia nacional en el ámbito de la poesía. No le ha ido mal: ya tienen más de tres mil ejemplares en su registro.

En esta ocasión, tras un año de existencia y cambio de sede, conversamos con Ricardo Ramírez Requena, su director, para conocer las novedades de esta nueva etapa.

—El pasado 7 de mayo cumplieron un año como institución dedicada a la difusión, disfrute y conocimiento especializado de la poesía. Además de estar ahora en una nueva sede, ¿qué otros avances han logrado desde que iniciaron esta empresa cultural?

Hemos podido hacer un nicho para lectores de poesía, además de establecer alianzas con embajadas como las de Polonia, Argentina y México. Con el Archivo de la Fotografía Urbana vamos a trabajar un seminario que explore lo poético y la imagen, y tenemos además compromisos con instituciones como la Fundación Espacio, la Fundación para la Cultura Urbana y Provea.

— ¿Cuál es el perfil del visitante? ¿Sobresalen los investigadores o los inscritos en los cursos de poesía?

El público agradece sobremanera la existencia del espacio; los principales visitantes son los jóvenes estudiantes; luego, aquellos inscritos en los cursos y talleres de poesía; por último, tenemos usuarios fijos, de presencia diaria, que han hecho vida en La Poeteca y que ya son de la casa. La visita de los especialistas es todavía rara.

Fotografía de Daniela Ziade | RMTF

—Hay una extraordinaria presencia de obras y autores venezolanos en las actividades de la institución. ¿A qué obedece este énfasis?

Nuestro interés principal pasa por la poesía venezolana. Hablamos de una tradición vigorosa y madura que merece leerse y releerse. Queremos acompañar a nuestros poetas consagrados en cuanto a su difusión internacional, pero también impulsar a los jóvenes poetas en un contexto nacional e internacional. Por este motivo, por ejemplo, tenemos como descarga gratuita nuestros libros en la página web de la institución.

También pasa por un asunto bibliográfico. La mayor parte de nuestros libros han llegado por donaciones y la abundancia de poesía venezolana es patente. Luego, vendría la poesía latinoamericana. En tercer lugar, la poesía europea y norteamericana en las ediciones más recientes en español.

—En una ocasión señaló que parte de los objetivos de La Poeteca era mantener actualizado a los lectores sobre lo que se está publicando en el mundo, toda vez que es posible leer a los clásicos en internet. ¿Cómo llevan a cabo esa tarea en un país donde no llegan novedades?

Lo hacemos a través de donaciones de amigos, en especial de España. Tenemos una ventaja: una biblioteca puede funcionar solo con un ejemplar de un libro en particular. Esto nos permite establecer una red de donadores de libros que comprendan lo más completo y granado de lo publicado recientemente en España.

Pienso en editoriales como Visor, Pre-textos o Vaso Roto. Tratamos de tener esos libros acá, pues no llegan a las librerías y si lo hacen resultan muy costosos. Queremos establecer un balance entre ediciones viejas y ediciones nuevas, que contemplen incluso diferentes traducciones.

— Dentro de sus planes está la creación de un diplomado en estudios poéticos y un centro de estudios poéticos. ¿En qué etapa se encuentran estos proyectos y cuáles han sido las principales trabas que han tenido?

El programa lo tenemos muy desarrollado. Lo hemos podido lograr gracias al poeta y profesor Arturo Gutiérrez Plaza, que nos acompañado a lo largo de todo el proceso. Lo que nos ha retrasado ha tenido que ver con recursos. No hemos tenido suerte en obtener mayores recursos por parte de diferentes entes para iniciar el diplomado. Nuestra meta siempre ha sido que el diplomado funcione con becas completas, adjudicadas mediante una rigurosa selección.

Decidimos, para ir avanzando, comenzar este año con una serie de seminarios sufragados por los propios participantes, para luego ir conformando el diplomado. Luego de este paso pensamos establecer el centro de estudios poéticos, en sinergia con una institución universitaria de prestigio.

— ¿Cuáles serían las diferencias, desde una perspectiva general, entre el diplomado y la carrera de letras donde también se imparte ese tipo de enseñanza?

El diplomado se concentraría en los estudios poéticos no solo desde lo literario, sino también contemplando textos filosóficos y artísticos. Presentaría una dinámica formativa singular, transdisciplinar. El énfasis no estaría solo en el contexto escritural, sino por igual en el formativo, entendiendo la poesía como
conocimiento.

—¿Esta iniciativa es inédita en el país? ¿Conoce alguna empresa similar en América Latina?

No conozco un proyecto similar, aunque es muy probable que exista. Hay casas de la poesía en Latinoamérica y España, pero vinculadas a un poeta en concreto (La Casa Silva, en Colombia, por ejemplo). También los Poetry Centers en el mundo anglosajón, cercanos a las universidades. En Venezuela, las casas
Ramos Sucre y Pérez Bonalde. Pero un proyecto concreto con la poesía, sin vínculos específicos con un poeta, creo que no. Pero insisto: es posible que exista. Ahora, un programa centrado en la poesía, como diplomado o forma de estudios, lo desconozco.

— La Poeteca recuerda algo que es pertinente traer a colación. Probablemente no sea la primera vez que se lo plantean. En uno de sus poemas, Hölderlin escribe: “¿Para qué el poeta en tiempos de miseria?”. Si entendemos el
verso como testimonio de la caída del artista frente a los valores de la sociedad moderna, la frase todavía mantiene vigencia; más aún en un país donde campea la miseria. ¿Por qué seguir apostando por la poesía?

La poesía es la memoria de los pueblos. Apostar por la poesía es apostar por la memoria. En un país en donde la memoria es despreciada desde el principio de su existencia, reinvindicarla, colocarla en su contexto y darle lugar, es una tarea urgente. La Poeteca existe porque quiere que la memoria permanezca. Esa memoria
contenida en las palabras de los poetas.

—Es curioso lo que señala, pues se tiene la impresión de que vivimos en un contexto donde abunda la memoria (e incluso podría decirse que se abusa de ella) en detrimento de otros discursos y aun de otras memorias. ¿De qué nos hablaría esta “memoria poética” que necesita ser rescatada?

No creo que abunde la memoria: abunda el respeto por el conocimiento histórico, por el dato, por lo comprobable. Somos más hijos de una lectura de las crónicas. Pero la memoria pasa por el testimonio de un tiempo a otro, pasa por la palabra como hecho vivo y no solo como palabra o tiempo muerto, pasado. La poesía es la memoria del hoy que contiene el pasado y el futuro. Es la memoria presente siempre. La memoria poética, como nos enseñó Octavio Paz, va más allá de las políticas desde el Estado o los gobiernos. De las memorias oficiales.

La poesía resguarda la otra memoria: generalmente la memoria mínima, la menos épica. Una que pasa por el dolor, por la vida diaria, el amor, la risa.

***

Omar Osorio Amoretti es profesor e investigador (USB | UCAB). Creador, junto con Krislia Grimán, del sitio web: www.dilatarlapupila.wordpress.com . Ha publicado: José Rafael Pocaterra y la escritura de la historia (Equinoccio, 2018).


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