Telón de fondo

La palabra liberal es de origen español

25/03/2019

Retrato de Simón Rodríguez

Los liberales que hoy pretenden volver por sus fueros a la política venezolana, o convertirse en una referencia digna de atención después de haber desaparecido del mapa, ¿saben el origen de la tendencia en la cual se quieren cobijar para influir en los asuntos relacionados con el bien común? Gracias a las indagaciones de Pedro Grases, fecundo investigador a quien debe mucho la cultura venezolana, conocemos con precisión la procedencia del vocablo liberal que se hace de uso corriente en la época moderna y en cuya orientación buscan ellos cobijo. Nos acercaremos al curioso asunto, partiendo de los datos ofrecidos por el colega Armando Martínez Garnica en su libro sobre La agenda liberal temprana en la Nueva Granada (Bucaramanga, Universidad Industrial de Santander, 2006).

La palabra liberal es antigua, pues sabemos que se utiliza desde tiempos remotos para designar a las personas dadivosas y a las obras caracterizadas por la generosidad. Pero, en general, no es ese el sentido que se le da en los tiempos modernos, sino una orientación vinculada con un entendimiento progresista o renovador de la sociedad ante fuerzas de tendencia conservadora. Tal uso se machaca en los libros de los políticos y en los tratados de los politólogos, en los discursos ante las masas, en la prensa de todos los días y en la calificación de las ideas que alguien tiene sobre el desenvolvimiento de las sociedades, hasta volver polvo la acepción original. Veamos los hechos que producen la mudanza.

Don Marcelino Meléndez Pelayo es el primero que se detiene en el tema profundizado después por Grases. Su vistazo de los sucesos ocurridos en la Cádiz de 1812 le permite advertir el giro que toma la expresión:

Los liberales. Palabra era esta que hasta entonces no había tenido en España otra aceptación que la de generoso o desprendido, pero desde aquella temporada gaditana comenzó a designar a los que siempre llevaban el nombre de libertad en los labios, así como ellos dieron en apodar a los del bando opuesto con el denigrativo mote de serviles.

Debido a su magnitud, que conduce a una prolongada pugna entre modernos y tradicionalistas capaz de superar los confines de España, y a la redacción de una Constitución que modera los poderes de la monarquía para provocar disputas en la península y en las colonias, los sucesos de Cádiz van a ser objeto de referencias susceptibles de provocar el establecimiento de la variante del lenguaje que se viene aludiendo. Ni siquiera la puede impedir el absolutismo restaurado en 1816, cuando Fernando VII dicta el siguiente decreto:

Durante mi ausencia en España se suscitaron dos partidos titulados serviles y liberales. Es mi real voluntad que en lo sucesivo los relatores se presenten a los tribunales con las cauciones de derecho, para que hasta las voces liberales y serviles desaparezcan del uso común.

Pretensión vana. Tras la pista del tema, Grases comprueba que la palabra castellana liberal pasa con velocidad a la lengua inglesa, no en balde la utiliza Southey en una publicación de 1816 sin traducirla a la lengua en la que escribe. Habla de British Liberales, en efecto.

Otra vez de acuerdo con el meticuloso Grases, la palabra liberal aparece por primera ocasión escrita en Venezuela, o relacionada con negocios venezolanos, en una carta enviada por Miranda al marqués del Toro en septiembre de 1808 para recomendar a Lord Cochrane como «amigo y hombre liberal». Más tarde, a partir de 1810, no deja de circular en la Gaceta de Caracas y en los otros periódicos republicanos.

También descubre don Pedro que se debe a Simón Rodríguez la primera definición moderna del vocablo. Data de 1830 y dice así:

Es voz nueva, derivada de liberal, que hasta nuestros días ha significado dadivoso, tal vez porque el que da libra o liberta de una dependencia incómoda: en este sentido decían los antiguos españoles liberación, porque teniendo más parte en ellas el espíritu que el cuerpo, parecen descargar a éste de un trabajo. Es un alivio para el que habla, y una adquisición para el diccionario, poder llamar hoy liberal al que aboga por la libertad. Y liberalismo el conjunto de ideas opuestas a la servidumbre, sea la que fuese.

La palabra queda sujeta a un entendimiento diverso entre nosotros a partir de 1840, cuando los fundadores del Partido Liberal quieren, en análisis desmesurado y tendencioso, que se vea a sus rivales del gobierno como heraldos de un conservadurismo distanciado del espíritu del siglo, pero es un tema que merece tratamiento en otra ocasión. De momento basta con que los liberales que están apareciendo hoy entre nosotros, si leen el artículo que ya termina, no se presenten como criaturas de los ingleses o de los franceses.


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