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La aventura de visitar al presidente Zelenski en tren

16/06/2022

De camino a Kiev: la Presidenta de la Comisión de la UE, von der Leyen, en la estación de tren de Przemysl (Polonia). Fotografía de Janis Laizans | Reuters

Martes, 15 de marzo de 2022: la guerra en Ucrania lleva tres semanas, las tropas rusas se han acercado a pocos kilómetros de la capital, tratando de romper las defensas de Kiev desde el norte y el oeste. En la mañana, la capital ucraniana se ve sacudida por fuertes ataques con misiles. Kiev está amenazada de ser rodeada por varios lados.

Y entonces salta la noticia: varios jefes de Gobierno de la Unión Europea han viajado en tren a Kiev para una visita sorpresa. El primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, con el líder de su partido, Jaroslaw Kaczynski, así como sus homólogos esloveno y checo, Janez Jansa y Petr Fiala, se reunieron con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en el búnker de su residencia oficial. La imagen de los políticos inclinados sobre un mapa de Ucrania, en camino a Kiev, dio la vuelta al mundo.

Puesta en marcha de la «diplomacia ferroviaria»

El sensacional viaje de los cuatro altos cargos políticos tuvo que realizarse bajo el más estricto secreto. El peligro de caer víctima de un ataque ruso era demasiado grande. Y aunque las tropas rusas se hayan retirado mientras tanto de la zona de Kiev: todavía no hay otra forma de viajar a la capital ucraniana que no sea en tren. Desde el estallido de la guerra, todo el espacio aéreo sobre Ucrania está cerrado. Muchas carreteras de acceso siguen siendo apenas transitables con dificultad como consecuencia de los combates.

Y, así, el ferrocarril se ha convertido en el medio de transporte que trae a Kiev a los políticos más importantes de todo el mundo. A los cuatro europeos del Este ya les han seguido, entre otros, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, los jefes de Gobierno del Reino Unido, Boris Johnson, Canadá, Justin Trudeau, y Austria, Karl Nehammer, así como los ministros estadounidenses Antony Blinken y Lloyd Austin. Varios políticos alemanes también viajaron en tren a Kiev, entre ellos la ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock,y el líder de la oposición, Friedrich Merz. Y, después de un largo tira y afloja, les seguirá el canciller Olaf Scholz, y su homólogo francés, Emmanuel Macron, y el italiano, Mario Draghi.

Un viaje con riesgo

Aunque, entretanto, los combates se han desplazado principalmente al este del país, un viaje en tren a Kiev no está exento de peligro. Los misiles rusos siguen disparando contra las vías, los puentes y las estaciones de trenes de todo el país, sobre todo para detener las entregas de armas al este de Ucrania. El punto de partida suele ser una de las pequeñas estaciones fronterizas de Polonia: debido a los diferentes anchos de vía, los trenes ucranianos no pueden pasar sin más por una capital europea. El viaje desde allí dura entre ocho y nueve horas. Las delegaciones de políticos suelen ir acompañadas tanto de guardias de seguridad ucranianos como de guardaespaldas de los respectivos invitados de Estado.

Normalmente, el secretismo más estricto es la máxima prioridad. La visita del secretario de Estado estadounidense Blinken y del secretario de Defensa Austin, a finales de abril, por ejemplo, solo se hizo pública a posteriori, por temor a un posible ataque con misiles rusos.

Así que los cuerpos de seguridad debieron sentirse bastante inquietos cuando el primer ministro polaco Morawiecki anunció sus planes de viaje a través de un post en Facebook, de camino a Kiev. El director de la compañía ferroviaria ucraniana, Oleksandr Kamischin, lo calificó posteriormente en CNN de «importante para nosotros, pero también bastante ingenuo».

Desde el comienzo de la guerra, el mismo Kamishin vive y trabaja en un vagón de tren, que cambia constantemente de ubicación por temor a un ataque de misiles rusos. Incluso aconseja a sus hijos que no revelen su ubicación. «Lo que pasa es que no puedo dar instrucciones a los primeros ministros», dice.

De todos modos, las visitas Estado no pasan mucho tiempo en Kiev. Unas horas de estancia, conversaciones con el presidente Zelenski, una visita a los suburbios devastados por la guerra, quizás una cena juntos. Poco después, la visita termina. Lo que queda es el simbolismo de las imágenes y los gestos de solidaridad, la afirmación de estar seriamente al lado de Ucrania. Luego, los invitados extranjeros emprenden el camino de vuelta: ocho o nueve horas en un vagón de lujo, a través de un país devastado por la guerra.

(gg)


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