Entrevista
Julio Castro: El plan es entregar la ayuda a los directores de los hospitales
Son las 8:30 de la noche y Julio Castro va a la emergencia de la clínica. Acaba de salir de una junta médica. Atiende a un paciente con fiebre, que no ha orinado y siente dolor. Le dice al familiar que no le dará de alta. Es mejor que se quede y lo observen durante la noche. Regresará temprano al día siguiente para comprobar si ha mejorado y está listo para la cirugía.
Julio Castro es internista e infectólogo. Estudió en la Escuela de Medicina Dr. José María Vargas en Caracas, donde descubrió su inclinación a encontrar patrones en grandes volúmenes de información sobre pacientes. En la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard afinó su experticia, y se ha dedicado a recolectar y procesar data de salud pública. Es el único médico que participa en el equipo técnico que asesora a la Asamblea Nacional en la planificación del ingreso de suministros nutricionales, médico-quirúrgicos y de aseo personal, para paliar la emergencia humanitaria en Venezuela.
Ese grupo definió y cuantificó las necesidades que debe atender la ayuda enviada por donantes internacionales, identificó a los destinatarios de los despachos y diseñó la logística para transportar, almacenar y distribuir los suministros que llegarán al país a partir del sábado 23 de febrero. Organizaciones no gubernamentales ayudarán a canalizar los insumos hasta las poblaciones vulnerables.
¿Cómo hicieron el diagnóstico de las necesidades más urgentes que deben atender para salvar a quienes están en riesgo de muerte?
Usamos dos elementos: datos epidemiológicos y la Encuesta Nacional de Hospitales. Usamos los datos de mortalidad bruta, materna e infantil. Las memorias y cuentas que tuvimos hasta 2016, los datos del anuario de estadística vital que tenemos hasta 2014, más el monitoreo de data que nos llega por los caminos verdes y que el Ministerio de Salud no publica. Desde noviembre de 2018, estamos haciendo la Encuesta Nacional de Hospitales cada semana en 40 hospitales, con gente nuestra que nos manda información auditada.
¿Pueden estimar cuántas personas están en riesgo de morir a partir de esa data?
En Venezuela hay alrededor de 300 hospitales. Los 40 hospitales que monitoreamos abarcan todos los universitarios, los hospitales cabeza de todos los estados, la mayoría de los militares, las maternidades más importantes y el Hospital de Niños. Sabemos qué hay y qué no. Por ejemplo, no hay morfina, insulina ni medicamentos para la tensión en las emergencias. No hay morfina en el 68% de los hospitales del país. Falta insulina en el 62% y antihipertensivos en el 58%. La capacidad operativa del gobierno sobre esos medicamentos es muy limitada. Son de uso básico y no hay.
El diputado Miguel Pizarro ha dicho que una primera fase esperan beneficiar a 300 mil personas.
Ese cálculo viene de los datos de Encovi (Encuesta sobre condiciones de vida de la UCAB, la UCV y la USB) y el monitoreo de Cáritas. La ayuda humanitaria tiene dos vertientes: alimentación y salud. Gracias a Encovi y a Cáritas, tenemos un mapa de necesidades relacionadas con alimentación, que son niños desnutridos y familias vulnerables. Y el mapa de salud, que tiene que ver con el ambiente hospitalario y el monitoreo de los medicamentos o de las enfermedades más prevalentes. 300 mil personas están en riesgo grave de salud por falta de comida y medicamentos. 200 mil son niños que están en desnutrición grave, moderada y los que corren el riesgo de desnutrición. Al grave hay que hospitalizarlo. Si no lo tratas, se va a morir en el próximo mes. Es como el 2% del total de los niños desnutridos (4.000 niños). Luego, el 8% son moderados y el resto está en riesgo. Si no atiendes a los niños con desnutrición moderada y leve durante los primeros mil días de su vida, van a quedar con daño neurológico para siempre.
¿Y los otros 100 mil?
Son personas que van a las emergencias de los hospitales y requieren medicamentos de emergencia que no hay. Diabetes, hipertensión y enfermedades infecciosas son las más importantes. No hay antibióticos, por ejemplo. 55% de los hospitales no tiene un grupo de antibióticos que se llama cefalosporina, que es uno de los más utilizados.
¿Qué escenarios esperan si el gobierno permite que la ayuda entre?
Esto sería un canal progresivo. Nadie puede pensar que en un primer envío se van a solucionar todos los problemas de salud. De hecho, la ayuda humanitaria no está destinada a resolver todos los problemas de salud de un país, sino que atiende a los más necesitados.
Desde el punto de vista médico y sanitario, ¿cuáles son las características de esta emergencia?
La emergencia es extensa. El número de personas en riesgo nutricional para un país que tiene un ingreso per cápita que está entre el tercio medio y el más alto en América Latina es incongruente. No tiene sentido. Tú esperas tener un nivel de desarrollo humano con base en el ingreso per cápita, aun cuando el ingreso petrolero sea bajo. Venezuela no es un país pobre por definición. No somos Haití. Pero nuestro desempeño en salud está en el tercio más bajo según los indicadores internacionales. Esa incongruencia indica la magnitud de la gente que tienes que ayudar. Esto no debería estar pasando en una nación como Venezuela.
Fuera de quienes están en riesgo inminente de morir, ¿de cuántas personas hablamos?
Si pones el escenario de hipertensos y diabéticos que no tienen acceso a tratamiento, estamos hablando de un 35% de la población general mayor de 50 años. Esos son 9 millones de personas que no consiguen tratamiento para la hipertensión y la diabetes. El costo de esos tratamientos es alto y no necesariamente dentro del dinero que va a venir por la ayuda humanitaria. Nuestro deber es racionalizar ese gasto para atender la mayor cantidad de gente posible que está en riesgo. Esa es la labor del equipo técnico, tomar decisiones: qué compras y qué no, cómo lo almacenas, transportas, cómo distribuyes y cómo lo auditas. Cada una de esas tareas tiene responsables que operan en un trabajo mancomunado para hacer que esto tenga sentido.
¿Cuáles son las poblaciones más vulnerables?
Niños menores de tres años en los primeros mil días de vida; mujeres embarazadas y lactantes; enfermedades crónicas de alta prevalencia y algunos grupos vulnerables específicos, como viejitos con otras enfermedades. Por ejemplo, una persona de la tercera edad que tiene diabetes e hipertensión. Esos son los cuatro grupos focales.
¿Habrá medicamentos oncológicos, por ejemplo?
Hay cuatro grupos vulnerables. Eso no está dentro del foco de ayuda humanitaria.
¿Cuánto dinero tendrán disponible?
No lo sabemos. Varios gobiernos han ofrecido, pero en términos reales, ahora lo que tenemos son insumos.
¿Tienen cálculos de toneladas de ayuda que recibirán el sábado?
Sabemos lo que hay en Cúcuta pero eso no es el total de lo que va a ingresar el 23. Hay cosas que siguen llegando.
¿Qué tipo de insumos son?
Hay insumos de aseo personal, nutrición y salud. Preferimos no hablar de cantidades porque van cambiando. Y llegarán kits de emergencia interagencia, que son unos combos hechos para atender 10 mil emergencias durante tres meses. El efecto de esto no se verá tan rápido porque es una gota en un mar de necesidades. La ayuda humanitaria tiene un sello que implica cosas que se utilizaron en Ruanda, Centroamérica, Haití. No vamos a traer cosas que salgan fuera de ese contexto. Son cosas de uso muy básico.
¿Cómo garantizarán la seguridad de los camiones que transportarán los suministros por carreteras acechadas por bandas criminales?
El transporte lo hará gente especializada que trabaja en eso todo el tiempo. La idea es que ese sistema se financie con parte de la ayuda internacional porque son personas que viven de ese trabajo. No vamos a poner voluntarios a manejar camiones. Es gente profesional, experta en almacenamiento, distribución y transporte de esas cosas que son muy valiosas.
¿Cómo planean distribuir la ayuda en hospitales controlados por el gobierno?
Los venezolanos no son de camisa roja o de azul. Las necesidades de los hospitales no tienen que ver con la política y el plan es llevar a esas emergencias los insumos y entregárselos a los directores de los hospitales. Ellos dirán si lo regresan o lo reciben.
¿Han conversado con directores de hospitales sobre esto?
No. Sabemos qué déficit hay, lo que queremos es paliar la situación. Los directores de los hospitales son nombrados por los gobiernos regionales o por el gobierno nacional. Estamos recurriendo a ellos como médicos venezolanos o personal de salud que conoce el déficit. Si deciden no aceptarlo, alguien más lo hará. Vamos a los grandes hospitales. Eso no está hecho para que los médicos repartan medicamentos. No utilizaremos procedimientos que no sean estándar. No queremos que haya mesas en las puertas de los hospitales para repartir medicamentos. Queremos que vayan por los caminos regulares, que son auditables y conocidos. Por eso estamos apelando a un canal normal que es la emergencia de un hospital.
¿Cómo van a monitorear la ejecución de esos recursos?
Nuestro voluntariado médico, utilizando parte de la tecnología de monitoreo que tenemos en los hospitales, hará auditoría social de esos insumos que llegarán a los hospitales.
¿Desconfían de la ejecución de esos recursos en manos de las autoridades de los hospitales?
Siempre en ayuda humanitaria hay una merma. Nuestro sistema nos va a permitir tener una auditoría bastante buena del proceso. Eso no quiere decir que alguien, eventualmente, no se robe un medicamento. Estamos apelando a la buena voluntad de los médicos y enfermeras que trabajan en esos hospitales. No es que la ayuda va a llegar de una vez a todos los hospitales. Será progresivo. Y se utilizarán unos criterios de severidad que estamos estableciendo, donde se consideran aspectos logísticos y de seguridad. No vamos a pasar un camión desde San Cristóbal hasta Cumaná. Hay cuestiones logísticas que no queremos revelar pero haremos que la ayuda llegue progresivamente a todo el país.
¿Cuáles hospitales se beneficiarán de los despachos del 23 de febrero?
La ayuda va a pasar la frontera el sábado, luego hay un tema de distribución. Eso puede tardar un par de días. Prefiero no decir cuáles serán.
Después del allanamiento a la Fundación Mavid, ¿qué amenazas enfrentan las ONG que colaborarán con la distribución de la ayuda?
Van a participar las ONG que se han ofrecido voluntariamente, y pueden ser de salud o educativas, como administradores e intermediarios del usuario final que es el ciudadano. Estas instituciones saben auditar, tienen control sobre sus operaciones y lo han venido haciendo desde hace 40 años. No vamos a experimentar con organizaciones que aparecieron hace seis meses. Trabajaremos con organizaciones que tienen penetración nacional, visibilidad, acceso a los sitios donde hay más necesidad, y una historia de auditabilidad en la que todo el mundo confía.
¿Cuáles son los donantes internacionales que han enviado suministros para este sábado?
Estados Unidos, Chile, España, Países Bajos, Alemania, Brasil. Puede haber más. Hasta ahora solo gobiernos.
La presidenta del Instituto Nacional de Higiene, Lesbia Muros, dijo que los insumos de la ayuda humanitaria requieren permisos sanitarios. ¿Eso se ha hablado con el gobierno?
El gobierno no ha tenido ninguna capacidad de diálogo con la Asamblea Nacional. Me llama la atención que desde hace cinco años circulan medicamentos que no tienen registro sanitario venezolano. En Barrio Adentro se reparten medicamentos de Cuba y de Palestina que no tienen registro sanitario. Los hemos tenido en las manos, los hemos fotografiado y los hemos denunciado. Por su parte, la Asamblea Nacional trabaja en una normativa especial para la situación de ayuda humanitaria que implica la facilitación de registros y permisología relacionada con la ayuda.
¿En qué consistirá el trabajo de los voluntarios y cómo funcionarán los campamentos?
—Queremos que los voluntarios del área de la salud se incorporen en un formato de auditoría local, tanto de los medicamentos que irán a las emergencias, como del programa de medicamentos de enfermedades de alta prevalencia (diabetes, hipertensión y alguna otra) a nivel de la atención ambulatoria. Hay una parte de los medicamentos que no son hospitalarios, que son para hipertensión y diabetes e irán a unidades de atención primaria. Queremos que una parte de los médicos se incorporen a la administración y monitoreo del protocolo de alimentación terapéutica. Eso significa que hay que hacer pesquisa: ver si el niño está desnutrido, y si lo está, darle los alimentos terapéuticos necesarios para sacarlo de la desnutrición. Esto se hará junto con las ONG así como el monitoreo en los hospitales. Es una forma de activismo ciudadano. Si soy médico y sé que va a llegar ayuda humanitaria a mi hospital, voy a acompañar la entrega para hacer contraloría social y ver si los medicamentos llegan a los depósitos del hospital.
¿De qué manera se puede reconstruir el servicio de salud en Venezuela?
Hay que cambiar 180 grados la política de salud. Ellos tienen una forma de hacer las cosas. Después de 20 años, está clarísimo que lo están haciendo mal. Los indicadores de Venezuela están mucho peores que otros países de América Latina. Si vas mal por una carretera, hay que salir de allí y tomar otra. La única forma de empezar a transitar un nuevo rumbo es o que cambie la filosofía del gobierno, y ya han dado muestras de que no lo harán, o se ofrece una alternativa de gobierno que permita cambiar las condiciones que tenemos ahora.
El martes 19 de febrero de 2019, la Asamblea Nacional aprobó el Acuerdo para la autorización de ingreso al país de la ayuda humanitaria, que establece el marco normativo para la entrada de medicamentos, suplementos nutricionales y demás insumos para atender la emergencia humanitaria.
El acuerdo establece que para el ingreso de los despachos se requerirá el Certificado de Producto Farmacéutico, según el modelo aprobado por la Organización Mundial de la Salud, o el registro sanitario del país de origen “de manera excepcional y mientras permanezca vigente el régimen especial (…) para atender la emergencia humanitaria compleja”. La Asamblea Nacional fijó en 180 días la vigencia del régimen especial para la ayuda humanitaria.
El documento exige a los funcionarios en aduanas que faciliten el ingreso y distribución de los insumos. Otorga la exención del pago de impuestos a estos productos y ordena el desbloqueo del Puente Internacional Las Tienditas, donde se encuentra el primer centro de acopio en Cúcuta, Colombia, y también la apertura de los demás puestos fronterizos nacionales para permitir el ingreso de la ayuda.
Valentina Oropeza
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