Artes

José Balza: el maestro, el amigo

17/12/2019

Hoy, 17 de diciembre de 2019, José Balza cumple ochenta años de vida.  A propósito de tan importante ocasión, publicamos este sentido texto escrito en exclusiva para Prodavinci

José Balza retratado por Vasco Szinetar

Escribir sobre un intelectual que tiene miles de entradas en Google, no parece tarea fácil; hasta pudiera ser algo intimidante. Sin embargo, el hecho de que este personaje nos haya honrado con su amistad durante más de treinta años podría facilitar (o complicar) aún más la tarea.

Veamos.

Sabemos que José Balza ha sido un fecundo y reconocido escritor de novelas, cuentos, aforismos, teoría y crítica literarias y ensayos (que pueden leerse como si fueran cuentos) sobre música, cine, artes plásticas, historia; además, es el compilador de –quizás– las más completa y audaz antología del cuento venezolano. En total son más de sesenta libros (algunos de ellos con varias ediciones y traducidos a otros idiomas) en donde se ha condensado toda una extensa vida (digamos que una vida completa) dedicada a la búsqueda, el desarrollo y la promoción del pensamiento y, sobre todo, de la inteligencia. Pero Balza, además, ha sido prologuista de libros emblemáticos de nuestra literatura como Piedra de mar, de Francisco Massiani; Espejos y disfraces, de Guillermo Meneses; Ophidia y otras personas, de Gustavo Díaz Solís, y Revelaciones a una dama que teje, selección de cuentos de su paisano, amigo y discípulo Humberto Mata, entre muchos otros.

También debemos destacar que a principios de los años ochenta del siglo pasado, condujo el programa de televisión Texto y figura, en el cual entrevistó a diversas personalidades de la ciencia, la cultura y la literatura como Jacinto Convit, Alejandro Otero, Rafael Cadenas, Iván Feo. En total se grabaron cuarenta y ocho programas que fueron transmitidos a través del antiguo Canal 5, también en el Canal 8 y en una televisora de Nueva York.

Decenas de intelectuales, venezolanos y extranjeros, han dedicado tiempo al estudio crítico de su obra, que igualmente ha sido tema de análisis en cientos de tesis de pre y post grado en las Escuelas de Letras de universidades del país y del exterior.

Como reconocimiento a esta brillante trayectoria, en el año 1991 recibe el Premio Nacional de Literatura y en el 2014 se incorpora como miembro de número a la Academia Venezolana de la Lengua, ocupando el asiento marcado con la letra M.

Ahora bien, este pequeño y breve recorrido por el universo balziano quedaría incompleto si no mencionáramos los más de treinta años que el Maestro dedicó a la docencia, la investigación y la extensión en la Universidad Central de Venezuela, alma mater que en el año 2005 le confiere el doctorado honoris causa y a la que retorna con regularidad para dictar cursos o conferencias sobre temas o autores que reclaman difusión.

En noviembre de 2014 recibe otro doctorado honoris causa, esta vez por la Universidad Católica Cecilio Acosta, de Maracaibo.

Las referencias señaladas hasta este momento son suficientes para justificar el por qué consideramos a José Balza como un insigne e inagotable Maestro. Sin embargo, existen dos datos, tal vez menos conocidos, pero no por ello menos importantes, que complementan lo que hemos venido afirmando.

Entre el 26 de abril y el 04 de julio de 2015, en la Sala Mendoza de la Universidad Metropolitana en Caracas, se presentó la exposición Los cuadernos de dibujo de José Balza. Como el nombre lo indica, un total de diecisiete dibujos realizados por el Maestro conformaron esta exposición, que mostraba obras donde predominaban cielos, palmeras, desnudos, camiones y hasta autorretratos. Por primera vez mostraba al público sus trabajos, aunque el autor confiesa que la pasión por la acuarela, el creyón y el pastel comenzó a manifestarse desde muy temprano, específicamente cuando andaba por los cinco o seis años de edad. La receptividad, tanto del público como de la crítica, hacia esta exposición fue ampliamente favorable.

Por otra parte, entre el 19 y el 22 de septiembre de 2013 se presentó en la Sala Ríos Reina del Teatro Teresa Carreño, en Caracas, la ópera La mujer de espaldas, original de Federico Ruiz y Xiomara Moreno, inspirada en un relato de nombre similar y que ha sido uno de los más celebrados en la narrativa de José Balza.

Dibujo de José Balza

Cuatro años después, en septiembre de 2017, en el Teatro Alberto de Paz y Mateos, también en Caracas, se estrenó la Ópera-bolero La libreta de California, de Gerardo Gerulewicz, basada en un cuento del mismo nombre, escrito por Balza (recomiendo la lectura de ambos relatos).

Esta ópera-bolero incluye canto lírico y bolero, aunque, igualmente, la obra presenta otros géneros musicales: bachata, merengue, ranchera, salsa, cumbia, pasodoble, tango. Participan, además de la orquesta, el piano, la percusión, cuatro cantantes líricos y un cuerpo de baile. La pieza relata, empleando el humor y el drama, la venganza inteligentemente llevada a cabo por una mujer llamada Hilda, que en el pasado fue atormentada por una decepción amorosa al ser sustituida por otra mujer.

La aceptación de La libreta de California fue absoluta. Tanto así que luego fue presentada sucesivamente en el Teatro Teresa Carreño y en otros escenarios: Catia, Country Club, Petare, Aula Magna de la UCV. Partes de esta obra pueden ser apreciadas en YouTube.

La obra principal de un Maestro, su mayor satisfacción, es ayudar a difundir el conocimiento y que ese conocimiento contribuya con un cambio de conducta positivo en la persona. En José Balza vemos un nítido ejemplo de una de las frases más difundidas de Borges, referida a la cantidad de libros publicados y leídos. Podría pensarse que la biblioteca que él atesora se encuentra ordenada en numerosos anaqueles, tapizando altas y extensas paredes de su casa. Pero no es así. Sabemos que en su biblioteca personal se encuentran sólo algunos cientos de libros, sobre todo los textos de sus autores más admirados y a los que vuelve con regularidad y emoción, como si los leyera por primera vez: Cervantes, Shakespeare, Kafka, Eliot, Borges. La pregunta, entonces, es: ¿a dónde han ido a parar los miles de libros que han pasado por su atenta mirada? Luego de almacenarlos en su extraordinaria y envidiable memoria (los que merecen ese honor), la gran mayoría de ellos son regalados a instituciones, a bibliotecas o a ávidos lectores con escasa posibilidad de adquirirlos o que desean conocer nuevos temas o autores. Y esto lo hace por simple convicción, sin egoísmo ni esperarando favores a cambio. He sido testigo de la emoción y el optimismo que despierta en José Balza el descubrimiento, sobre todo en tierra deltaica, de un potencial escritor o de un lector inteligente. No exageramos si decimos que en su equipaje predomina, en sus frecuentes viajes a España, Colombia, México o Estados Unidos, el papel impreso.

La obra de numerosos escritores está salpicada de elementos autobiográficos. Muchas miradas hacia la niñez, la adolescencia e inclusive hacia la madurez terminan materializadas en las páginas de sus libros. Conozco anécdotas y personajes que habitan en algunas de las novelas y cuentos de José Balza y que la amistad y la discreción obligan a guardar en secreto. ¿Habrá mucho (o nada) de Balza en Juan Estable (Después Caracas), en el narrador de Setecientas palmeras plantadas en el mismo lugar o en el de Medianoche en video: 1/5? Pero también Balza pudo ser ese curioso niño de siete u ocho años que se dirigió presuroso hacia una laguna formada en el fondo de su casa, para inquietarse luego ante un cuernito de carne sonrosada que piensa tocar con su dedo (¿inocentemente?) creando una tensión parecida a la de la Creación de Adán, de Miguel Ángel.

Lo cierto es que todas estas lecturas y escrituras que ha realizado el Maestro le han servido para crear una prosa limpia, ágil, luminosa, que alcanza niveles poéticos en tres de sus relatos más íntimos: «Boda en el Delta», «El vencedor» y «La más próxima».

Este grandioso y sólido edificio intelectual que él ha construido (y al que seguramente se le irán añadiendo más pisos en el transcurso de los años venideros) lo convierten en uno de nuestros intelectuales más activos, singulares e inteligentes y le garantizan, sin duda, un lugar fundamental en la historia del país, de Hispanoamérica, y lo alejará, definitivamente, del temible olvido.

El Maestro José Balza, como lo señalamos al inicio, nos ha brindado su amistad. A pesar de que practica oficios que requieren de soledad y silencio absolutos como son la escritura, la lectura y el dibujo, siempre hay tiempo para las memorables horas de conversación compartidas en la casa de sus ancestros ubicada en San Rafael de Manamo, frente al gran río, el barranco y las verdes espigas en el Delta del Orinoco. Allí hemos estado, junto a varios de sus amigos, vecinos y familiares, rodeados de añejos árboles frutales, de coloridas y perfumadas flores y de la sombra dorada del caimito que se exhibe majestuoso, resplandeciente, orgulloso de la inmortalidad que le otorgó un niño de ocho años.

Quienes lo conocemos, podemos dar fe de que José Balza es un excelente anfitrión y que, además de la sabiduría y profundidad que le imprime a cada tema, sabe emplear acertadamente el humor.

Los variados asuntos platicados (muchos de ellos rociados con licor y con un fondo musical que puede variar de Mozart a Antonio Estévez y finalizar con Paquita la del Barrio o Bola de Nieve) surgen espontáneamente, sin agenda previa: pero no sólo guardan relación con las bellas artes, con interesantes anécdotas de sus viajes o recuerdos de su niñez o adolescencia. De dificultades más próximas y angustiosas también se habla, también se discute: la eterna problemática del agua y la electricidad, males que parecen no tener cercana solución; la lucha continua contra el comején que pretende convertir la casa en ruinas; igualmente sobre la progresiva inseguridad en el país y la ausencia de progreso en el Delta del Orinoco.

Las múltiples ocupaciones literarias e intelectuales de José Balza no lo mantienen al margen de los innumerables problemas de Venezuela. Cualquier país de Hispanoamérica desearía tenerlo para siempre entre sus fronteras, alimentándose de sus conocimientos, de su experiencia; sacando provecho de su imagen, pero sabemos que él desea permanecer entre Caracas y el Delta que tanto se ha encargado de proyectar.

Su punto de vista sobre la realidad del país y la inconformidad con el presente que nos agobia, ha quedado suficientemente establecido en las entrevistas concedidas a los medios de comunicación, tanto nacionales como internacionales, así como también en las múltiples conferencias y actividades de calle en las cuales ha participado. Igualmente encontramos definida su posición crítica en la publicación (hasta los momentos) de cuatro relatos que encierran una manera particular de denuncias, sin apartarse de lo esencial como es la ficción. Me refiero a los siguientes textos: «Uno», «Trampas», «Un hombre mirando» y «Dilución», éste último considerado por Seymour Menton, en la décima edición (2010) de su antología El cuento hispanoamericano, como uno de los mejores cuentos escritos y publicados en Hispanoamérica en el último medio siglo. Asimismo, la novela Un hombre de aceite, se halla impregnada de esa temática.

Sin embargo, el libro Pensar a Venezuela, publicado en 2008, constituye, como leemos en la contraportada «uno de los más profundos esfuerzos de comprensión de lo venezolano y una nueva prueba de la maestría estilística de José Balza».

En lo personal, agradezco al Maestro y amigo que me haya mostrado cuáles ventanas debía abrir para ingresar y cuáles deben permanecer siempre abiertas para mantenerme activo en el maravilloso mundo de la literatura.

También le doy gracias por su infinita paciencia para leer mis relatos. Sus consejos y recomendaciones siempre están y estarán presentes. Él simboliza para mí ese lector único e ideal que todo escritor desea tener, que en este caso es todo un privilegio. Pero, por encima de todo esto, lo verdaderamente invalorable es que me considere su amigo y que a lo largo de tantos años hayamos mantenido una comunicación permanente.

Dibujo de José Balza

Según Montaigne, el presente no existe y lo que llamamos presente no es sino la unión del futuro con el pasado. Si juntamos estos ochenta años de un pasado lleno de inquietudes, de creatividad y de fiesta de la inteligencia, con el brillante futuro que todos aspiramos para el país, tendremos en este presente (fugaz o inexistente) la excusa perfecta para homenajear al Maestro y amigo José Balza.

(Delta del Orinoco, diciembre de 2019). 


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