Fotografía de Federico Parra | AFP
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CIUDAD DE MEXICO – Con los precios del petróleo en mínimos históricos, muchos están desesperados por tener una idea de lo que sucederá después en los mercados energéticos. Como un sabio experto de la industria petrolera me aconsejó alguna vez, nunca debemos tratar de predecir el precio futuro. Pero sí podemos arrojar luz sobre cómo la pandemia de COVID-19 está afectando a los mercados petroleros hoy, y cuáles son sus perspectivas.
Hasta hace unas semanas, el mundo producía y consumía alrededor de 100 millones de barriles diarios (b/d). Pero las normas de distanciamiento social y las restricciones de movimiento destinadas a frenar las infecciones por COVID-19 han causado el desplome de la demanda mundial de petróleo. La Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA, por sus siglas en inglés) pronostica que el consumo mundial de combustibles líquidos tendrá un promedio de 92.6 millones de b/d en 2020, una disminución de 8.1 millones de b/d comparado con 2019. En junio, la producción de petróleo crudo de la OPEP podría caer por debajo de 24.1 millones de barriles diarios.
Al mismo tiempo, los inventarios de petróleo de países están cerca de o al tope de su capacidad. Típicamente, los países de la OCDE mantienen alrededor de 60 días de suministro de petróleo crudo. Hoy mantienen un suministro para 85 días. La EIA espera que los inventarios mundiales de petróleo crezcan a una tasa promedio de 2.6 millones de b/d este año, la mayor acumulación anual observada en los 40 años que la EIA ha monitoreado datos internacionales. Para ponerlo en forma simple, el mundo se está quedando sin espacio para almacenar petróleo.
Debido a que los mercados petroleros son altamente inelásticos en el corto plazo, la combinación de la caída de la demanda y el aumento de los inventarios han ocasionado la caída más abrupta en el precio del petróleo que se ha registrado en la historia. Incluso, los precios llegaron a territorio negativo para algunos crudos, como el West Texas Intermediate y la mezcla mexicana de exportación.
Históricamente, las caídas abruptas en los precios del petróleo han sido breves, con las recuperaciones llegando a los pocos meses. Eso fue lo que pasó después de la crisis financiera mundial de 2008 y la caída del precio del petróleo de 2014. Pero, con una pandemia de salud mundial y una recesión económica a la vista, ¿será diferente en esta ocasión?
La respuesta depende, primero, de si la demanda se recuperará más lentamente en esta ocasión. Los países de la OCDE ciertamente están trabajando para asegurarse que no sea así. Además de la expansión monetaria extraordinaria en varios países, los gobiernos del G20 han implementado estímulos fiscales sin precedentes – el equivalente a 8% del PIB, en promedio (Gráfica 2). Los paquetes de estímulos fiscales son particularmente grandes en el Reino Unido (17% del PIB), Francia (15% del PIB) y Alemania (14% del PIB). El paquete fiscal de Estados Unidos – que representa el 10% de su PIB – es el doble del tamaño de toda la economía mexicana.
Pero esta no es una crisis económica típica. Durante una pandemia, estimular la recuperación económica no es tan simple como alentar a las personas a moverse y a consumir. Aún cuando las medidas de distanciamiento social se relajen, muchos negocios continuarán enfrentando restricciones en sus operaciones, desde limitaciones de proximidad física hasta interrupciones en sus cadenas de suministro.
Más aún, los consumidores pueden dudar de regresar a sus estilos de vida anteriores, lo que significa que algunas industrias – como los vuelos comerciales y el turismo – seguirán batallando después de que se quiten las restricciones relacionadas con la pandemia. Y, en ausencia de una vacuna o una cura, siempre existe la posibilidad de que nuevos brotes de infecciones obliguen a los países a cerrarse nuevamente.
En cualquier caso, la recuperación económica no significa necesariamente un retorno a la ‘normalidad’ de la pre-pandemia. Por ejemplo, acuerdos de trabajo a distancia se podrían mantener, y, con la pandemia vista en algunos países como una crítica a las cadenas de suministro globales, el comercio puede verse afectado. En pocas palabras, hay muchas razones para esperar que la demanda de petróleo no se recuperará tan rápido esta vez como ocurrió en crisis pasadas.
Eso no tiene que conducir al desastre – pero sólo si los productores de petróleo pueden ajustar la oferta lo suficientemente rápido. En el pasado, esto ha sido difícil de hacer. Los campos petroleros tradicionales requieren grandes cantidades de capital al inicio, pero una vez que producen, el costo marginal de extracción es muy bajo. Como resultado, los productores pueden dudar en “sacar de línea” campos cuando los precios del petróleo bajan.
Con el aumento del petróleo shale, por otro lado, los costos marginales de producción han aumentado de manera considerable. Entonces, cuando los precios del petróleo caen por debajo de su punto de equilibrio, la respuesta óptima es suspender la producción de inmediato. Eso explica por qué la producción de petróleo de Estados Unidos, de la cual el shale representa una gran proporción, ya ha caído en un millón b/d, desde su récord de mediados de marzo de 13.1 millones. La mayoría de los analistas prevén caídas de similar magnitud en los próximos meses.
Es difícil pronosticar la trayectoria de los mercados petroleros en el mejor de los tiempos. Durante una pandemia que ocurre una vez en un siglo, que ha detonado una recesión económica de una vez en un siglo, es imposible. Pero hay señales de que, aunque la demanda tardará en recuperarse, la oferta puede ajustarse más rápido que en crisis pasadas – y un precio más estable del petróleo puede ser alcanzado.
Jose Antonio González Anaya es ex Secretario de Hacienda y Crédito Público, ex Director General de Pemex y del Instituto Mexicano del Seguro Social.
Copyright: Project Syndicate, 2020.
www.project-syndicate.org
Este artículo viene acompañado por dos gráficos que pueden descargarse aquí.
José Antonio González Anaya
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