Perspectivas

El recorrido existencial de Emeterio Gómez: una búsqueda de sentido

20/04/2021

[Este 20 de abril se cumple un año del fallecimiento de Emeterio Gómez, economista venezolano, autor de múltiples ensayos y libros, columnista y profesor de la Universidad Central de Venezuela. Presentamos este perfil escrito por uno de sus allegados.]

A un año de tu partida, con cariño y admiración.

El presente ejercicio especulativo es un atrevimiento. Busca relacionar ciertas experiencias vitales e íntimas de Emeterio Gómez con etapas de su desarrollo intelectual y espiritual. Me atrevo a hacerlo desde mi posición relacional con él. Afectiva, pero también mediada por una doble vinculación iniciática: la introducción en los misterios cristianos –él fue mi padrino de bautismo (rol que primero ejerció de modo secular, por compadrazgo familiar, pero que después evolucionó hasta cumplir el rol de guía en la fe cristiana)– y el de la introducción en la experiencia filosófica al haber sido mi primer maestro de filosofía. La propuesta recorre un itinerario existencial en el que se distinguen cuatro experiencias fundamentales en las que se encarnan sus preguntas e ideas.

1. La experiencia moderna: marxismo y liberalismo

Como es sabido, Emeterio inicia su quehacer intelectual en el marxismo el cual, aunque tiene elementos de ruptura con la filosofía moderna, hereda el imaginario que se consolidó en Occidente a partir de la ilustración del siglo XVIII. Ese que se configura en torno a la idea de que el hombre en las etapas previas de la humanidad estuvo sumido en un estado de opresión y tinieblas y que el medio para emancipar al hombre y liberar las fuerzas del progreso histórico son el uso de la razón, el conocimiento y la ciencia. El marxismo lleva hasta al extremo este imaginario, buscando realizarlo con una cosmovisión que se erige como fundamento de la experiencia humana. No es una teoría política o económica más ni un simple método sociológico, sino una religión secular. Define el sentido fundamental de la existencia humana en torno al cual se dirigen todas las prácticas de vida. Renunciar al marxismo no es un simple cambio ideológico, no es análogo al giro liberal de un socialdemócrata al leer El camino de la servidumbre de Hayek. Se trata de una ruptura existencial que implica incluso la expulsión de una comunidad que pasará a considerarte traidor. Es más análogo a un proceso de pérdida de fe o de conversión. En el caso de Emeterio esta ruptura se da por el estudio riguroso de El capital. En la teoría del valor-trabajo encuentra contradicciones insuperables. Simplemente las cuentas no cuadraban. Por más que forzara la teoría no era capaz de explicar algo tan sencillo como “por qué un kilogramo de lomito cuesta más que un kilogramo de rabo”.

Así inicia su apasionado paso por el liberalismo guiado por las lecturas de Hayek, con quien tuvo oportunidad de compartir cuando este vino dos veces a Venezuela. El liberalismo de Hayek es heredero del proyecto ilustrado, pero en la tradición de Hume y Kant. Tiene una concepción mucho más modesta de la razón, consciencia de sus límites y de la difícil conjunción entre conocimiento y libertad como se expresa en la tercera antinomia kantiana. La Escuela austriaca le resuelve a Emeterio el problema económico. Ahora las cuentas sí dan. La oferta y la demanda del mercado permiten entender cómo es que “un kilogramo de lomito cuesta más que un kilogramo de rabo”. El proyecto ilustrado de emancipar las potencialidades humanas para el progreso material, conjugando innovación tecnológica y producción de riqueza, se ve realizado en las sociedades con libertad económica. Desde entonces asumió una apasionante defensa del capitalismo, unida con la promoción divulgadora y pedagógica del mismo. No obstante, el liberalismo tiene algo que es tanto su fortaleza libertaria como su debilidad política: no ofrece un sentido existencial al ser humano. El liberalismo deja en la libertad de los individuos buscar su propio sentido de vida. Emeterio continuará buscando ese sentido y fundamento pero en otros ámbitos, no ya en la economía, las ciencias sociales o la política.

2. La experiencia filosófica: existencialismo y postmodernidad

Esta experiencia la inicia en la maestría de la Universidad Simón Bolívar. En confidencias me llegó a decir que la filosofía lo cambió para siempre e hizo que el interés por la economía y las ciencias sociales pasaran a un segundo plano. En el doctorado de ciencias sociales en París su interés estuvo más orientado a las materias optativas de filosofía que a las obligatorias del programa. Tres de sus principales referentes fueron Kierkegaard, Nietzsche y Heidegger. El escepticismo de Hayek dio pie para profundizar en el cuestionamiento de la razón occidental. El existencialismo y la postmodernidad le ofrecían más argumentos para cuestionar al marxismo, pero también le mostraban los límites de la sociedad capitalista y de la racionalidad occidental desde su nacimiento en la filosofía griega. Ambas tradiciones filosóficas cuestionan firmemente la pretensión de resolver por el conocimiento técnico todos los problemas humanos.

Lo más esencial de su experiencia filosófica, como él mismo lo afirma en varios de sus escritos –entre ellos Atenas y Jerusalén y La responsabilidad moral de la empresa capitalista–, es la identificación de los límites del pensamiento lógico en la diferencia entre deducción y elección. Esto le permite explicitar la diferencia entre lógica y ética, lo cual es el punto de partida de su interés por la espiritualidad: la necesidad de fundamentar extra racionalmente la ética. Las deducciones se hacen operando lógicamente a partir de premisas hasta llegar a una conclusión inequívoca que se impone como necesaria, como un imperativo independiente y externo al sujeto que hace las deducciones. Corresponden a estructuras que en sus premisas contienen todo lo que será necesariamente deducido. Cuando actuamos conforme a la necesidad lógica no estamos ejerciendo un acto libre y creador del cual nos hacemos responsables. Si hay un error la carga recae en los silogismos que llevaron al sujeto a tomar determinadas acciones. Emeterio no menosprecia el inmenso poder que tienen la lógica y la racionalidad para solucionar problemas. No obstante, la complejidad de lo humano y lo inédito de cada instante nos enfrenta con situaciones en las que podemos tener en la balanza del juicio el mismo peso de razones para tomar o no una determinada decisión. Es el momento ético-creador que se ejerce con responsabilidad y libertad. Ahora bien, ¿si la razón no es el fundamento de la ética cómo fundamentarla, cómo evitar el nihilismo autodestructivo? El mismo Hayek no dejó una propuesta ética sólida, su escepticismo en las capacidades de la razón lo llevaron a apelar al pragmatismo y la tradición para sustentar su propuesta ética.

3. La experiencia espiritual: viaje al fondo de sí mismo, mística y poesía

Emeterio inicia una exploración espiritual introspectiva, se vuelca al fondo de sí mismo para encontrar el fundamento de lo humano y de la ética. Tuvo dos acompañantes espirituales importantes, los jesuitas Luis Ugalde y Luis de Diego. En lo intelectual, las lecturas de Salvador Pániker, Hans Küng, San Juan de la Cruz y Rafael Cadenas, entre otros. Si desde el principio esta experiencia tuvo influjos cristianos, también bebió de otras tradiciones espirituales del Oriente en las cuales el logos se detiene ante el mysterium. Aunque en sus últimos artículos y libros expresa su predilección por el cristianismo y una gran admiración por la iglesia católica, siempre guardó sospecha de la teología cristiana occidental. Lamentablemente el accidente que tuvo no me permitió compartir con él la lectura de teólogos orientales cristianos. Estoy seguro de que en Serguéi Bulgákov, Gueorgui Florovski o Vladimir Lossky hubiera encontrado grandes compañeros de ruta. En su biblioteca reposan títulos de la editorial que publica los trabajos de Pániker: Kairós, promotora de espiritualidades orientales no cristianas y alternativas.

Un importante referente también lo fue su hijo mayor Aleksei, quien estuvo una larga temporada practicando vipassana en un monasterio budista en la India. Así es como llega a encontrarse con esa realidad previa a las fragmentaciones del lenguaje y a las estructuras lógicas que pretenden dominarla. La mística como una experiencia de lucidez del espíritu, una apertura trascendental hacia un vacío en el cual la nada toma el rostro de Dios invitando a entrar en relación con Él desde el amor y la amistad y no desde la voluntad de poder. Su encuentro con el misterio de Dios le hace tomar conciencia de que la liberación del orden de la naturaleza, de la necesidad y la lógica –de la razón instrumental– es posible gracias a que hay un horizonte trascendente en la realidad y el sujeto humanos. Esta apertura de lo real la experimenta como una infinitud de posibilidades de las cuales hacerse cargo responsablemente. El fundamento de la ética entonces, de acuerdo con Emeterio, no es posible apalabrarlo del todo (como Dios), sino que se trata de una experiencia humanizante de amor.

No obstante, como hombre siempre preocupado por los problemas sociales y políticos, Emeterio encuentra que la espiritualidad por sí sola no impele a tener que ocuparse responsablemente de problemas como la pobreza y las injusticias sociales. ¿Cómo volver de la mística al mundo material?

4. La experiencia religiosa: el cristianismo

Siempre preocupado por el problema social, consideraba que se debía actuar más desde el mundo capitalista para aminorar la pobreza. No eran suficientes el emprendimiento, la creación de empleo o la responsabilidad social de la empresa. Había que ser más activo, más creativo, sin tener por esto que reeditar nuevos colectivismos o injerencias estatales. De un anarcocapitalista llegué a oír decir que esta preocupación de Emeterio denotaba que nunca había superado la izquierda, ejemplo de cómo sus propuestas eran polémicas incluso entre los miembros de su mismo bando. Su experiencia religiosa encuentra cauce en el cristianismo no solo por el gran cuerpo de doctrina social que este tiene, sino por algo mucho más profundo que se enraíza en la experiencia mística. Emeterio llegó a comprender algo que a veces incluso los estudiosos de las religiones comparadas pasan por alto: la singularidad esencial que tienen en el judeocristianismo la irreductibilidad del individuo y la libertad individual.

En la experiencia mística de unidad con Dios el judeocristianismo no experimenta ni apalabra una disolución o fusión de la persona en la divinidad, sino que afirma lo más real de la persona frente a Dios en una relación gratuita e infinita de amor. Lo creado no es ilusión, producto del deseo o maya que confunde, sino una creación que es donada por Dios para el hombre en una amistad y alianza que lo compromete a hacerse cargo del prójimo, el mundo y sus problemas. Mientras más poder, más responsabilidad. De allí su apelación al empresariado y los tenedores de grandes capitales de ejercer una responsabilidad moral con la sociedad, de actuar más comprometidamente para crear condiciones que mejoren libremente las circunstancias de vida de todos. En esta última etapa previa a su lamentable accidente fue muy cercano al sacerdote Honegger Molina, con quién llegó a constituir la Fundación Kristós dedicada a la promoción del diálogo entre pensamiento y cristianismo.

Luego del accidente es difícil adentrarse en las experiencias internas de nuestro querido Emeterio, pero sabemos que de alguna manera él seguía allí presente, contemplando, manifestando afecto, pronunciando de tanto en tanto alguna reflexión o comentario en destellos de lucidez. Registros de esto lo guardan sus hijos y su inseparable Fanny.

Ante el panorama actual resuena la advertencia de Emeterio sobre la necesidad de fortalecer el espíritu para la toma de decisiones. La falta de cultivo de la vida interior de nuestros dirigentes políticos, sean del Gobierno o de la oposición, se manifiesta en esta inercia en la que estamos como nación. La indigencia espiritual se hace evidente cuando el ejercicio ético de la libertad se torna indecisión, falta de temple y el actuar termina guiado solamente por los razonamientos deductivos de los analistas y científicos sociales de turno. La creatividad política y social que necesitamos para superar esta oscuridad requiere de espíritus firmes capaces de apostar por salidas novedosas, más allá de cualquier manual de transiciones. Emeterio creo que puede ser un ejemplo de esto porque, aunque encontró reposo en la espiritualidad y la religiosidad, no dejó de ser un intelectual contrario a petrificar cualquier respuesta. Su obra no es la de un systemdenker sino la de un problemdenker, más interesado en comprender al mundo y los problemas que percibe en un momento dado, en constante sospecha de sistemas teóricos que a priori puedan distorsionar la realidad.

Teniendo un lugar más que merecido en la tradición liberal venezolana considero que Emeterio es también el primer representante del postliberalismo en el país. Afirma el liberalismo pero para ir más allá de él. Así como su religiosidad, que al contrario de llevarlo a dogmatismos y fanatismos lo llevó a profundizar en el ejercicio de la libertad individual. Alguna lección nos deja Emeterio para estos momentos en que sentimos que ya hemos intentando todas las opciones para salir de este atolladero.


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