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Efraín Ríos Montt, dictador guatemalteco, murió a los 91 años

Fotografía de Johan ORDONEZ / AFP

02/04/2018

El general Efraín Ríos Montt, quien encabezó fuertes tácticas militares como dictador de Guatemala en los años ochenta para derrocar a una insurgencia guerrillera y después fue condenado por genocidio y delitos de lesa humanidad, falleció el domingo 1 de abril. Tenía 91 años.

Murió a causa de un ataque cardiaco, de acuerdo con sus abogados, Jaime Hernández y Luis Rosales. Desde hace años sufría problemas cardiacos y pulmonares, además de demencia. “Falleció en su hogar, con el amor de su familia, con su conciencia sana y limpia”, declaró Rosales a medios guatemaltecos.

Ríos Montt, parte de un puñado de comandantes que convirtieron a buena parte de Centroamérica en campos de matanza durante los ochenta, era de los más sanguinarios. Gobernó Guatemala de marzo de 1982 a agosto de 1983; en 2013 fue condenado por intentos de exterminio de los mayas ixiles. Un juez determinó que el general estaba al tanto de las masacres sistemáticas en las comunidades de ese grupo indígena en el departamento de El Quiché y no hizo nada para detenerlas; lo mismo con el bombardeo aéreo de quienes intentaron refugiarse en las montañas cercanas.

La condena, vista como un hito en la aplicación del derecho humanitario, fue revertida poco después y Ríos Montt estaba en el proceso de volver a ser enjuiciado.

El general, sin embargo, también era una paradoja. Comenzó su carrera política como un reformista y transicionó a un pastor evangélico abstemio. Aunque en Guatemala es repudiado por muchos, algunos lo consideran un héroe al asegurar que su política de “frijoles y fusiles” –alimentos para quienes se declararan fieles al gobierno y el uso de armas para combatir a las guerrillas– ayudó a que Guatemala no cayera en manos de grupos marxistas.

Uno de los admiradores de Ríos Montt era el expresidente estadounidense Ronald Reagan. Cuando se reunieron en 1982, dijo que al general le daban “una mala reputación respecto a los derechos humanos”.

“Sé que el presidente Ríos Montt es un hombre con una gran integridad y compromiso”, dijo Reagan. “Sé que quiere mejorar la calidad de vida de todos los guatemaltecos y promover la justicia social. Mi gobierno hará todo lo que pueda para respaldar sus esfuerzos progresistas”.

José Efraín Ríos Montt nació el 16 de junio de 1926 en Huehuetango. Se unió al Ejército cuando era joven y entrenó en la Escuela de las Américas, financiada por Estados Unidos y ubicada en Panamá. (La influencia estadounidense en Guatemala era fuerte en esos momentos; el presidente de izquierda Jacobo Arbenz fue derrocado en un golpe respaldado por la CIA en 1954, evento en el que también participó Ríos Montt, entonces un joven oficial militar). En 1970 fue nombrado jefe del personal castrense aunque perdió el cargo debido a rivalidades políticas y fue enviado a Washington para unirse al profesorado del Inter-American Defense College.

En 1973, el general Ríos Montt regresó a Guatemala. El año siguiente se postuló a la presidencia como candidato de una coalición respaldada por el partido Democracia Cristiana Guatemalteca. Perdió en lo que fue calificado por muchos como fraude por parte de la comandancia militar del momento y fue enviado fuera del país como adjunto militar en España.

A finales de los setenta, al regresar a Guatemala, Ríos Montt se reinventó. Tomó un curso sobre relaciones humanas al estilo Dale Carnegie (un promotor estadounidense de autoayuda), dejó el catolicismo, se convirtió en un líder de la iglesia pentecostal El Verbo y entabló amistades con evangelistas estadounidenses. Su estilo carismático, un bigote inconfundible y una reputación de rectitud ayudaron a que Ríos Montt tuviera muchos seguidores. El 23 de marzo de 1982 él y otros oficiales llevaron a cabo un golpe de Estado y él se volvió el líder de una junta militar de tres personas.

Para entonces guerrillas de izquierda habían tomado el poder en Nicaragua y tenían campañas en El Salvador y en Guatemala. Determinado a derrotar a la insurgencia en su país, Ríos Montt intensificó la política de tierra quemada que había realizado su predecesor, el general Romeo Lucas García. En los primeros cinco meses del mandato de Ríos Montt los soldados mataron a más de 10.000 campesinos, de acuerdo con Amnistía Internacional.

Miles más desaparecieron y cientos huyeron de sus hogares; muchos de ellos buscaron asilo al otro lado de la frontera, en México. Prácticamente todas las víctimas eran indígenas mayas.

Al general Ríos Montt le gustaba decir que todos los verdaderos cristianos portaban la Biblia en una mano y un rifle en la otra.

“Si están con nosotros, les alimentaremos; si no, los mataremos”, le dijo a los campesinos.

Oficiales rivales derrocaron a Ríos Montt en un golpe de Estado el 8 de agosto de 1983, después de que estuvo diecisiete meses en el poder. No obstante, siguió siendo una figura pública y se postuló a la presidencia en 1990 y en 2003. Sus partidarios lo presentaban como alguien incorruptible, y él aseguraba que había traído paz a un país que se dirigía hacia una “anarquía”.

Ríos Montt también fue votado al congreso, lo que le dio inmunidad. Perdió el fuero en 2012 cuando terminó su último mandato.

Para entonces los avances en la democracia civil guatemalteca eran tales que era posible imputarlo. Una investigación de la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, Verdad y Justicia juntó evidencia de sus crímenes y surgieron también pruebas con la excavación de fosas comunes.

El juicio contra Ríos Montt empezó en enero de 2013. Él y su exjefe de inteligencia fueron acusados por las masacres en quince poblados ixiles en los que fueron asesinados 1711 hombres, mujeres y niños desarmados.

“Nunca lo hice”, dijo el general, entonces de 86 años, durante el juicio. “Y de todo lo que han dicho no ha habido ninguna prueba que evidencie mi participación”.

La jueza Yasmín Barrios se dijo completamente convencida de la culpabilidad del exlíder guatemalteco al dictar la condena después del proceso, que duró cinco meses. Lo sentenció a ochenta años de prisión.

Los familiares de las víctimas que estaban en la corte, muchos con su vestimenta típica ixil, gritaron: “¡Justicia!”.

A Ríos Montt lo sobreviven su esposa, María Teresa; un hijo, Enrique Ríos Sosa (quien llegó a ser jefe de personal militar pero renunció tras acusaciones de desfalco), y una hija, Zury, exdiputada. Su otro hijo, Homero, era un médico militar y falleció en 1982 cuando las guerrillas tumbaron un helicóptero en el que viajaba.

“Consideren a los miles de hombres, mujeres y niños desarmados que mató el Ejército mientras él daba sermones sobre la moralidad y queda claro que es un monstruo”, escribió sobre Ríos Montt el profesor de Antropología David Stoll, de Middlebury College. “Consideren las esperanzas que le invistieron muchos guatemaltecos, incluidos los campesinos católicos empobrecidos, y es un héroe de proporciones míticas”.


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