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Duerma en Caracas y despierte en Nueva York

30/06/2019

Fotografía de Archivo Fotografía Urbana

Con la excepción de un representante de la línea aérea, todos los demás son periodistas. Sí. Sí que había mujeres periodistas en Venezuela entonces, y muy buenas, por cierto, pero al parecer no invitaron a ninguna. El hecho es que esta mañana primaveral, un grupo de reporteros desciende del DC-6 de Pan American que los ha traído de la capital venezolana en su vuelo Caracas – Nueva York, que en esta ocasión estrena una novedad.

Aparecen, de izquierda a derecha, Roger Wolin, ejecutivo de Pan American, Bernardo Joffre; Alfredo García; el fotógrafo Luis Noguera, jefe de Fotografía de El Universal, quien aparece aquí con su cámara; José Moradell, fundador de El Nacional y jefe de Redacción de este diario; Miguel Ángel García, fundador, en 1945, de la revista especializada Aeronaves, uno de los periodistas invitados a la coronación de Isabel II, más tarde impresor propietario de Miguel Ángel García e hijos; Víctor Gómez; el trujillano Elbano Pardi Barazarte; Guillermo José Schael, quien trabajó cuarenta años en El Universal, donde mantuvo la columna Brújula; el abogado Víctor Giménez Landinez; Luis Bellorín, disidente de la AVP y fundador, con monseñor Pellín, de una sociedad de periodistas anticomunistas; el zuliano Adolfo Blanco Adrianza, uno de los fundadores de la AVP; Juan de Dios Certad, Antonio Lutz, corresponsal de UPI y colaborador de la sección de «cables» (noticias internacionales) de El Universal, sería gerente de PAA en Venezuela y en Alemania; Octavio Augusto Andrade Delgado, entonces director encargado del diario Panorama, de Maracaibo; y el carupanero Héctor Stredel, uno de los fundadores del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa (SNTP), era periodista en La República, con Luis Esteban Rey.

Es el 21 de abril de 1948. Los viajeros han sido convidados a integrar la lista de pasajeros del primer vuelo que incorpora los cuatrimotores Douglas DC-6 a la ruta Caracas-NYC.

Ya en 1946 hubo viajes sin escalas entre Caracas y Nueva York, operados por la LAV (Línea Aeropostal Venezolana, con su Constellation 749, y por Pan American, con sus DC-4. Tal como reseña el libro de reportajes “Aviación civil en Venezuela”, escrito por Alfredo Schael, Fabián Capecchi, Ali Méndez, Pan American “estrenó en abril de 1946 sus primeros DC-4 en la ruta Miami-Caracas, aviones con los cuales a partir del 1 de agosto de 1949 brinda la novedad de camas a bordo (servicio sleeperette), en el vuelo nocturno diario Caracas-Nueva York, travesía en la cual se invertían algo más de ocho horas. A las tres horas del despegue de Maiquetía, por un costado aparecía iluminada San Juan de Puerto Rico y cinco largas horas más tarde, casi con el alba, los primeros destellos de Queens y, lejos, la silueta del Empire State”.

Nuestros protagonistas están, pues, encantados de aterrizar en Nueva York después de ocho horas de vuelo. Sus crónicas recogerían algunos detalles acerca de la línea aérea anfitriona, fundada en marzo de 1927. Pan American World Airways (más conocida como Pan Am) era entonces la aerolínea internacional más importante de los Estados Unidos (y lo sería hasta su quiebra en 1991). En Venezuela llegó a tener tal relevancia que se hizo construir un edificio con muchas curvas, como para simbolizar sus muchas vueltas alrededor del mundo, con su nombre en lo alto, en una esquina de la avenida Urdaneta, en Caracas.

Terminaba la década de los 40, Venezuela estaba cada vez más conectado con el mundo. Estos reporteros hubieran tildado de loco al pitonizo que al leer las líneas de sus manos les hubiera predicho que para abril de 2019, un total de 18 líneas aéreas internacional habrían dejado de operar en el país. Efectivamente, en esa fecha, el presidente de la Asociación de Líneas Aéreas de Venezuela y Vicepresidente del Consejo Superior de Turismo, Humberto Figuera, confirmó que el retiro de las líneas aéreas por la crisis en Venezuela había dejado al país aislado en conectividad internacional. De las 26 líneas que venían en 2013, solo ocho mantienen sus servicios aquí.

–Pero, por qué – habría dicho entre risas.

–Porque un régimen dictatorial, que concentra la propiedad de los dólares que ingresan a Venezuela, no honra las deudas que contrae. No les paga a las aerolíneas. Porque los pilotos y sobrecargos no quieren viajar a un país tan violento e inseguro. Porque no hay energía eléctrica y, en la mayoría de las ciudades interioranas, no hay gasolina. Porque Venezuela ya no es paso ni mercado de nada… salvo de sustancias ilegales y de trata de personas.

Hubieran pasado de estas sonrisas a la franca carcajada. Y con razón.


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