Telón de fondo

Cuando Venezuela tuvo dos presidentes

17/06/2019

Victorino Márquez Bustillos

En Venezuela, las necesidades del personalismo han logrado imponer formas de control político reñidas con el republicanismo, manejos de la administración tras los cuales se encuentra únicamente el interés de los hombres fuertes. Ahora nos aproximaremos a uno de los casos más elocuentes en tal sentido, sucedido entre 1914 y 1922: el régimen bicéfalo de Juan Vicente Gómez y Victorino Márquez Bustillos.

Para mantenerse en el poder cuando va a terminar el lapso constitucional en el cual se había impuesto después de hablar de una invasión armada que jamás existió, de una supuesta correría del general Cipriano Castro planeada desde el extranjero que le sirvió para evitar candidaturas inoportunas que buscaban alternabilidad, el general Gómez logra el continuismo a través de una reforma de la carta magna, que se lleva a cabo en 1914. Debe evitar críticas por mantenerse en las alturas, especialmente las que vengan del extranjero cuando estalla la Gran Guerra y se habla de la necesidad de luchar por la democracia contra los regímenes de fuerza. De allí que ordene a un dócil congreso la redacción de un estatuto que establezca un presidencialismo representado en dos figuras, curioso experimento que funciona sin contratiempos hasta 1922. Venezuela tiene entonces un Presidente Electo y Comandante en Jefe del Ejército, Juan Vicente Gómez; y un Presidente Provisional con funciones administrativas, el abogado Victorino Márquez Bustillos. La Constitución también establece un período presidencial de siete años, permite la reelección del primer magistrado, sin decir si debería pensarse de nuevo en una pareja; elimina el Consejo de Gobierno que se había creado para controlar y complacer caudillos descontentos, y aumenta la duración de las penas corporales.

Victorino Márquez Bustillos se forma bajo el cobijo de los generales trujillanos Juan Bautista Araujo y Leopoldo Baptista, cabezas de una estirpe conservadora de gran influencia en la región, y desempeña funciones parlamentarias con corrección como diputado y senador por el estado Trujillo. Participa en la Guerra Legalista contra las pretensiones continuistas de su primo, el presidente Raimundo Andueza Palacio, y el general Joaquín Crespo lo asciende a General de Brigada porque le da su regalada gana. Es Gobernador del Distrito Federal entre 1911 y 1912, y Ministro de Guerra y Marina entre 1913 y 1914, trabajos en los cuales se desempeña a satisfacción del jefe y de la cúpula dominante. Cuando quiere formar el dúo presidencial, Gómez no duda en seleccionarlo. Ha predominado la idea de que el dictador escoge a un títere, a un figurón sin trascendencia, pero el bendecido realiza tareas fundamentales desde su papel de director de la alta burocracia. El Presidente Provisional, de lealtad inmaculada, lleva a cabo trabajos de importancia mientras el Electo convierte a Maracay en fortaleza militar y se ocupa de la modernización del ejército.

Entre las actividades de relevancia que se hacen bajo la coordinación de Márquez Bustillos topamos con los reajustes presupuestarios establecidos a partir de 1915, tras el cometido de cancelar la deuda externa. También la reorganización de la Hacienda bajo la responsabilidad del ministro Román Cárdenas, quien moderniza el sistema de impuestos y establece la unidad del Tesoro. La red de carreteras a través de la cual se logra la dominación del territorio, se abre paso debido a las cualidades de inspector diligente que adornan a don Victorino. Los nuevos códigos de materia criminal, mercantil y procesal se redactan y aprueban entonces. De allí el asentamiento de normas nuevas, de fórmulas específicas que no existían y que eran necesarias para la modernización de la sociedad, la fundación de reglas homogéneas y de instancias concertadas para toda la nación. Con la bendición y con la debida consulta del Presidente Electo, Márquez Bustillos se hace de un gabinete eficaz en cuyo despacho destacan los nombres de Román Cárdenas, Domingo Coronil, Esteban Gil Borges, José Ladislao Andara y Felipe Guevara Rojas, expertos en sus funciones e incansables en su despacho. Es distinta la Venezuela que dejan cuando salen de los ministerios.

Mientras tanto, Gómez reorganiza en Maracay los regimientos y crea un Comando Superior del Ejército, encarga leyes y reglamentos castrenses bajo la supervisión del general Eleazar López Contreras, otro hombre de confianza; inicia los planes para la creación de la Escuela de Aviación Militar y hace aprobar el Código Militar de 1923. La Escuela de Aviación se inaugura en 1920, con vehículos e instructores franceses para la formación de los pilotos. Venezuela se llena entonces de cuarteles y de soldados entrenados, el brazo armado de la dictadura se despliega para imponer disciplina, pero también para derrotar a los caudillos que todavía buscan el poder mediante alzamientos. Es evidente que funciona sin estorbo el experimento bicéfalo de 1914. Debe terminar porque el general enferma de la próstata y los miembros del clan se dividen pensando en la sucesión, pugilato que el Provisional observa desde prudente distancia sin intervenir. Considera que no se debe meter en camisa de once varas, pues las que bordó en su sastrería eran de talla adecuada.

Márquez Bustillos permanece en las alturas hasta la muerte de Gómez, como consejero en casos de necesidad y como asiduo de su corte. Parece figura imprescindible, pues se convierte en primer secretario del posgomecismo debido a que el presidente sucesor, Eleazar López Contreras, solicita su compañía en Miraflores en el cargo de mayor confianza cerca de su oficina. Debe alejarlo después de un par de meses porque la opinión pública no considera adecuada su compañía en un lapso que debe ser distinto, en un período de reclamada apertura. O tal vez porque recuerde que fue muleta eficaz del dictador, porque tiene presente la trascendencia de su paso cuando fue uno de los dos presidentes que tuvo Venezuela durante ocho años. Lo mejor es despedirlo en silencio para que predomine una única referencia en el gobierno.


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