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Coronavirus en Rusia: “Ahora tienen que aprender a vivir sin mí”
por Irina Chevtaeva
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Cada vez más personas se contagian con el coronavirus en Rusia. En internet, una lista recuerda al personal de salud que ha muerto como consecuencia de la infección. Aquí les presentamos tres casos.
La lista se vuelve cada vez más larga. En la página de internet creada por un grupo de médicos rusos, hay entretanto más de 170 nombres. Se trata de médicos, cuidadores, paramédicos, asistentes de laboratorio y otros empleados del área de la salud que contrajeron el coronavirus y han muerto.
La lista se basa en los datos de las autoridades y en reportes de colegas y familiares de los fallecidos. A diario se informa de cientos de nuevos casos de COVD-19 entre médicos rusos. Muchos se quejan de una extrema escasez de implementos de protección.
Aleksei Vasilchenko: «Por favor, no lloren en mi funeral»
En la lista figura el nombre de Aleksei Vasilchenko. «Llamaba dos o tres veces al día por teléfono a papá; a mamá con más frecuencia aún», dice su hija, Jekaterina. Su padre dirigía la sección de radiología del hospital central de la ciudad de Labinsk, en el sur de Rusia. A comienzos de abril se acondicionó especialmente para pacientes de COVID-19. Vasilchenko trabajó allí en forma permanente.
Jekaterina se queja de que los médicos solo recibieron mascarillas desechables. «Mi padre tenía una cara grande. Para él, esas mascarillas eran inútiles. Tuvimos que hacerle mascarillas de gasa», dice la mujer de 25 años, que también es médica. Su padre enfermó finalmente de pulmonía. El test de coronavirus dio positivo. Murió el 26 de abril, con 52 años de edad.
«No es tarea de un radiólogo hablar con los pacientes. Pero papá era con frecuencia el primero que veía cuando para un paciente era asunto de vida o muerte. Siempre encontró las palabras adecuadas para hablarles», dice Jekaterina. «Ahora todos dicen que los médicos son héroes. Pero los sueldos siempre fueron bajos y el trabajo difícil», subraya. «Tuvimos que ahorrar mucho», dice. Pero asegura que su padre amaba su trabajo. En el mes previo a su muerte, no recibió una bonificación y tuvo que renunciar a tomar vacaciones.
«Papá era alegre, mis compañeros lo querían porque siempre tenía un chiste que contar. Pero en el último tiempo estaba triste con más frecuencia», dice su hija. Pero quiere recordarlo alegre. Cuando enfermó y llamó por teléfono para despedirse, le dijo a su mujer: «Por favor, no lloren en mi funeral, eso me causaría mucho dolor».
Julia Jasjulevich: «Apenas puedo respirar»
También la cuidadora Julia Jasjulevich murió como consecuencia de la COVID-19. «Yo sabía que mi madre estaba en el hospital. Estaba conectada a un respirador artificial, pero estaba en coma», relata Ksenia Jasjulevich. «Siempre había sido sana y deportista, y yo estaba segura de que sanaría. Hasta que mi padre escribió que ya no estaba entre nosotros».
Actualmente Ksenia está en Tailandia. Primero no pudo regresar a Rusia y ahora ya no quiere volver. «Aquí es más seguro, ya no puedo hacer nada por mi madre», dice.
Julia trabajaba en el centro de traumatología y ortopedia en San Petersburgo. Allí consiguió hace cerca de un año un trabajo de cuidadora, que le gustaba mucho. Antes trabajaba en una tienda de artículos deportivos, porque también tenía formación de entrenadora.
Ksenia recuerda que su madre le contó que la mitad del personal del hospital se había infectado con el coronavirus. También Julia enfermó. Le dio una pulmonía y tuvo que ser sometida a tratamiento. A su hija le escribió: «Me siento muy mal. Apenas puedo respirar, pero estoy un poco mejor.» Poco después fue trasladada a la unidad de cuidados intensivos de otro hospital. Ksenia dice que un día antes de su muerte, le bajó la fiebre y se sintió mejor. «Pensé que lo lograría».
Pero Julia murió el 1 de mayo, a la edad de 54 años. Se dijo que la causa de muerte había sido una pulmonía. Pero otros exámenes revelaron que también ella estaba infectada.
Valentina Schuschina: «Ahora tienen que aprender a vivir si mí»
«Mi madre trabajó todo el día el 25 de marzo. Entonces se quejó de dolores de vientre», relata Anna Schuschina. La ecografía reveló que tenía cáncer de páncreas. Inmediatamente después, una tomografía computarizada detectó una pulmonía. El examen de coronavirus dio positivo.
Valentina Schuschina era enfermera en un hospital de urgencias de San Petersburgo, donde trabajó casi 30 años. Fue llevada de inmediato a la unidad de cuidados intensivos. Le costaba respirar. Finalmente, sus pulmones fallaron. Murió el 18 de abril, a la edad de 56 años.
El certificado de defunción decía: metástasis múltiples. «El cáncer podría haber sido tratado», dice la hija. Cuenta que su madre ayudó a mucha gente. Anna, que estudió biología, hizo una vez una práctica en el hospital de su madre. Pero ella no quería que fuera médica.
Finalmente se convirtió en contadora, y no se arrepiente. «Mi madre quería lo mejor para nosotros», dice, y recuerda unas de sus últimas palabras: «Ahora tienen que aprender a vivir sin mí».
(ers/few)
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Irina Chevtaeva
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