De izquierda a derecha: el escritor brasileño Rubem Fonseca, la científica portuguesa Maria de Sousa y el escritor chileno Luis Sepúlveda.
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Calígula era un emperador sanguinario.
Pero se metía con miedo en la cama cuando oía truenos.
Cuando besaba a una de sus amantes, bromeaba: «Basta una orden mía y esta linda cabeza rodará.» (D.)
«Se proclamó Júpiter y mandó decapitar las estatuas de los dioses para poner en ellas su cabeza»
También quería dominar el cielo.
Mando a hacer una máquina que imitaba el estruendo de los relámpagos.
Y ésos no le daban miedo.
Calígula sufría muchos insomnios.
Por la noche andaba de un lado a otro en el palacio «exigiendo a grandes gritos que surgiera el día».
La razón no es la misma.
Pero hoy hay muchos que tampoco pueden dormir.
Y a la mitad de la noche, a las dos de la mañana, gritan exigiendo que comience el día.
Pero no ha comenzado.
(Rubem Fonseca, Luis Sepúlveda y Maria de Sousa, in memoriam)
***
Este texto fue publicado originalmente en portugués en el diario Expresso de Portugal, el 16 de abril de 2020. La traducción al español es de Paula Abramo.
Gonçalo M. Tavares
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