Presentamos el texto que ha servido de prólogo para Así el mundo se venga abajo. Cinco Crónicas, de Raúl De Armas, publicado recientemente por la Editorial Eclepsidra, en su colección Los insulares. Cada una de las crónicas, reunidas en este volumen, muestran, como bien lo acentúa Rodrigo Blanco Calderón en su contratapa «la impiedad acumulada en el lecho de la historia de Venezuela a través de personajes marcados por la desdicha, la violencia y un indomable amor a la vida».
Así el mundo se venga abajo son las primeras seis palabras que definen, más allá de cualquier causa y efecto de la realidad inestable, que escribir siempre será la salida necesaria y pertinente para sobrevivir en lo más alto. En cada una de las crónicas, Raúl de Armas se traslada entre dos momentos o lugares opuestos que detallan lo que ha sucedido en los últimos años en Venezuela. Aquí podemos ver cómo, históricamente, los simios crearon a través de los años, una auténtica revolución hasta llegar a ser afiladores, seres representados como instrumentos silenciosos del mundo preindustrial, que alcanza luego nuestro presente cotidiano. Geográficamente, más allá de los pequeños negocios repletos de sabores, como los coquitos, se mantiene la frágil estructura familiar de quienes trasladaron, entre San Cristóbal y Caracas, su experiencia de vivir como víctimas que siguen callando ante la violencia y entretejen el dolor con los pálidos hilos del sobrevivir día a día. Desde lo más intrínseco del cuerpo, emergen los deseos naturales de la bisexualidad narrada por alguien a quien la sociedad cuestiona, categoriza en los extremos, borra, hasta llegar a las rupturas exteriores en la piel como breves caminos de sangre que simbolizan las heridas internas ante el dolor injusto. Así, cada uno de los relatos testimoniales se mueve en la separación de los sentidos, colocando siempre al narrador entre espacios que se ilustran a través de la fotografía. Como los guardabosques que valoran a diario el mundo verde que rodea a una ciudad en caos, la valentía de narrar aquí lo que ha sucedido en los últimos años va más allá de cualquier acto de sumisión o de censura que se aplica actualmente en otros medios venezolanos.
Claudia Cavallín
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