Fotolibros

Apuntes sobre el fotolibro “USIER” de Juan Toro Diez

05/05/2020

En esta entrega #47 de la serie “Apuntes sobre el fotolibro”, compartimos el texto de la periodista e investigadora Johanna Pérez Daza sobre USIER, de Juan Toro Diez. Este fotolibro fue impreso en Caracas en 2019 por Monroy Editor, y presentado el 1 de diciembre en los espacios de la Galería D’Museo del Centro de Arte Los Galpones.

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Cortesía de Monroy Editor

Algunos libros cuentan historias de las cuales somos lectores y testigos.

Algunas fotografías plantean incógnitas que invitan a mirar, despejar y descubrir.

Algunos fotolibros conjugan los rasgos anteriores conformando un discurso visual en el que ideas y conceptos perfilan una realidad más extensa. Este es el caso de USIER de Juan Toro Diez, editado en 2019 bajo el sello Monroy Editor. La publicación documenta el cierre de la fábrica de confección de prendas de vestir IDEMSA, clausurando 40 años de trabajo y finiquitando la relación laboral con cerca de un centenar de trabajadores, principalmente costureras.

Este fotolibro parte de la reconstrucción, se vale de la memoria y acude a una fotografía poco ostentosa que da paso al contenido y sobre todo a la reflexión. Desde un caso específico asoma una metáfora más amplia. Desde la singularidad de esta empresa se aproxima a las complejidades del escenario nacional de las últimas dos décadas. El relato de esta fábrica, es también, el relato de un país, sus semejanzas resultan dolorosamente evidentes.

Cortesía de Monroy Editor

Sin significado aparente la palabra USIER toma la terminación de otra palabra: Le Corbusier, una de las marcas de las camisas elaboradas en esta fábrica y cuya producción alcanzó grandes demandas en momentos de estabilidad y crecimiento económico. La marca adoptó el nombre Le Corbusier, considerado uno de los padres de la arquitectura moderna. El fotolibro incluye un encarte de publicidad visiblemente de otra época, un pequeño díptico en el cual se lee: “La moda que importa, ya no importa. LE CORBUSIER la confecciona en Venezuela, con reconocida calidad internacional. Y usted lo comprueba porque “su fusionado” hace que puños y cuello permanezcan indeformables por siempre”. Siempre, engañosa palabra. La fábrica cerró sus puertas en 2014, debido a la asfixia económica que hacía inviable su funcionamiento.

Como una paradoja, el título del libro refiere ese anhelo interrumpido del que solo queda un rastro confuso, un tiempo indeterminado mezclado con el deseo de avanzar y construir que ha caracterizado al país, esa búsqueda abruptamente detenida y que, en el caso de ésta y muchas otras empresas, es resultado de ataques menos estruendosos que expropiaciones o tomas militares, sino de una crisis económica que sigilosamente quiebra y desgasta, destruye y corrompe. Es, más bien, un ataque silencioso de grandes dimensiones.

En este sentido, resulta coherente el abordaje de Juan Toro Diez quien ha centrado su obra fotográfica en el tema de la violencia. Sin distanciarse de este eje recolecta los trozos de un país para darle sentido al escombro. Sus fotografías guardan una doble quietud: la de maquinarias detenidas y la del instante congelado. Su mirada paciente se posa en la ruina y sus efectos, en la devastación que, necesariamente, debe registrarse y entenderse como recordatorio y advertencia. “Yo no voy directamente al evento. Yo trabajo con los vestigios que deja”, ha afirmado.

Cortesía de Monroy Editor

Cortesía de Monroy Editor

Cortesía de Monroy Editor

Hace suya una de las premisas que ha guiado a tantos fotógrafos: dejar constancia ante la inevitable desaparición. Sus imágenes son “los espejos rotos de un país”, sostiene Douglas Monroy. En palabras de Ana Teresa Torres: “No es un acto melancólico, como pudiera pensarse, sino al contrario, una afirmación de la existencia”.

Este fotolibro abarca cuatro categorías que, en su conjunto, permiten acumular, organizar y sistematizar la información con el fin de componer un relato.

1.- Archivo: documentos legales, el acta constitutiva, el registro de información fiscal, solicitudes de empleo, nóminas de empleados, tarjetas de asistencia, cédulas de identidad, memorándums, hojas de contabilidad, bocetos y patrones de costura e incluso el plano de planta de la fábrica intervenido a puño y letra con marcadores de colores como sueños garabateados sostenidos por una estructura sólida, aparentemente estable.

2.- Objetos: artículos de la faena textil, tijeras, agujas, hilos, máquinas de coser, mobiliario de oficinas, sillas desgastadas, etiquetas, cajas, el inventario de lo que fue.

3.- Espacios vacíos: remiten a la desoladora ausencia, el silencio y la soledad. Almacenes despojados de su función, ahora estéril. El rastro de lo que fue y la tenue desaparición nos sitúan en un presente suspendido, en una historia forzosamente concluida.

4.- Retratos: una fotografía del fundador de la fábrica, una imagen grupal de los primeros empleados, combinadas con fotos tipo carnet de las costureras, tomas individuales en las que se ha suprimido el rostro en un intento por resguardar su identidad y, a la vez, completar su mirada y sus gestos desde la fuerza de la imaginación de quien observa como un testigo más. Sugieren la pérdida, no solo las referidas al plano económico y material, sino también de las relaciones humanas, de las costureras despojadas de una parte de sí. El parche blanco que tapa sus rostros es, en cierto modo, un cambio de sentido dentro de un entorno laboral a punto de desaparecer.

Cortesía de Monroy Editor

El blanco y negro y el color se alternan creando ritmos temporales que nos llevan a recorrer los cimientos y vaivenes de esta empresa; las transformaciones que convirtieron a un país próspero y atractivo para los inmigrantes y la actividad comercial en una tragedia que rebasa nuestras fronteras y se extiende al movimiento poblacional más grande de la historia contemporánea del continente.

Desde el diseño remite a las texturas de telas, a sus colores y trazos, también incorpora referencias visuales propias de una fábrica, por lo que recurre a elementos no fotográficos tales como la presentación de los datos del autor en forma de solicitud de empleo y los créditos editoriales superpuestos tenuemente en un plano general que muestra la otrora jornada de trabajo. Son decisiones conscientes que complementan y potencian el discurso. Delinean la estética de una producción seriada detenida en el tiempo y una comunidad fracturada.

Como proyecto USIER muestra, además, el trabajo en equipo, la conjunción de ideas y la sumatoria de esfuerzos a lo largo de dos años. Destaca la atinada intuición editorial de Douglas Monroy, su compromiso y apuesta por el fotolibro como dispositivo y objeto; así como el diseño gráfico a cargo de Zilah Rojas, punto de encuentro entre las búsquedas del autor y la conceptualización. Un equipo que asumió el reto de interpretar y gestionar una intención, acompañar el proceso creativo, proponer y darle la forma adecuada según los criterios estéticos y el contenido.

Cortesía de Monroy Editor

Se anexa un pequeño sobre manila que contiene un librillo con textos en español e inglés de Douglas Monroy y Ana Teresa Torres y una especie de catálogo con las sillas personalizadas y desgastadas que denotan las horas de trabajo que soportaron. Estos librillos funcionan de manera independiente, ofreciendo otras aproximaciones al tema. Monroy enfatiza que: “… un magma abrasador y fulminante sepultó la fábrica, los sueños y sudores de sus accionistas, el trabajo notable del sastre y el de las manos diestras de trabajadoras que cosían, planchaban y empacaban camisas y blusas en un oficio que dominaban con maestría y calidad”. En este último aspecto se detiene Torres y añade: “Lo social es un tejido que se cose y descose. Lo que estas costureras hicieron fue precisamente eso, tejer los hilos sociales. Sostener a sus familias, muchas de ellas sin otra ayuda que sus propias manos; producir objetos necesarios para la vida en común; enlazar la cadena humana que nos une desde el productor hasta el consumidor”.

Con un capital suscrito y totalmente pagado de Bs. 300.000 esta fábrica se constituyó en Caracas en 1974 y termina actividades cuatro décadas después. USIER recoge sus últimos días a través de un testimonio visual en forma de ensayo fotográfico que invita a recorrer los espacios e imaginar las historias no contadas de una comunidad disuelta pero, a la vez, rescatada en las páginas de esta publicación ofreciéndonos una lectura sosegada y “un retrato en ausencia”… un intento por vencer el olvido.

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Cortesía de Monroy Editor

USIER

Autor Juan Toro Diez

Textos: Ana Teresa Torres y Douglas Monroy

Editor Monroy Editor

Diseño Zilah Rojas

Caracas, 2019


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