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Apuntes sobre el fotolibro: la poética de una temporada de mangos

27/11/2024

[En la entrega Nº 73 de «Apuntes sobre el fotolibro» compartimos un texto de la escritora, investigadora y curadora de arte, Thelma Carvallo sobre Temporada de mangos (Matiz Taller Editorial y Raya Editorial, Manizales, Colombia, 2024), con fotografías y texto de Andrea Hernández Briceño y entrevista a la autora por parte del editor, arquitecto y fotógrafo Santiago Escobar-Jaramillo]

Temporada de mangos (Manizales, Matiz Taller Editorial y La Raya Editorial, 2024)

Cuando el fruto maduro cae,

su dulzura destila y permea las venas de la tierra.

D. H. Lawrence

 

Una temporada de mangos, además de ser un regalo de la naturaleza, es un compás de tiempo que permite acceder a una revelación. Así lo plantea Andrea Hernández Briceño (1990), periodista, narradora visual, conferencista en TDx y exploradora de National Geographic, al entregarnos una serie de imágenes analógicas, reveladas con asistencia virtual y en su propia cocina.

El proyecto se remonta a los agobiantes días de la pandemia, que como asomaba Giorgio Agamben (2004) en su polémico discurso dentro de ese contexto, respondía a un estado de excepción con la posibilidad de ser instalado en la historia como perenne y extendido mediante los mecanismos políticos de poder. En la profundidad de las imágenes de Hernández el estado de excepción emerge arraigado a la supervivencia, como un reportaje visual que confronta la vida y la muerte a través de una poética.

Temporada de mangos (Manizales, Matiz Taller Editorial y La Raya Editorial, 2024)

En el registro se muestran paisajes, espacios urbanos y sujetos, destinos fragmentarios re-ordenados luego de ese gesto consciente del mirar afuera; una forma de romper el ciclo global autodestructivo de miedo y enfermedad para lanzarse a la geografía entre Caracas y la costa, narrando desde un ciclo vital donde comerse un mango era igual que evadirse de una vida desnuda.

La postura netamente contemporánea de Hernández permite apreciar la urdimbre entre lo político-social y lo local. Construye un discurso donde la referencialidad se apoya en la naturaleza, en el diálogo entre el hombre y su entorno (natural), la interiorización del paisaje y, por sobre todas las cosas, suscita un instante de complicidad retroactiva entre su mirada y la del otro, en plena contingencia creativa. De alguna manera elabora haikus visuales, inquietantes, vinculados con la identidad y la penumbra, así como lo expresa brevemente Lévinas (2001): «La realidad no sería solamente aquello que es, aquello que ella se devela en la verdad, sino también su doble, su sombra».

Temporada de mangos (Manizales, Matiz Taller Editorial y La Raya Editorial, 2024)

Debo decir que el fruto desde donde se origina el discurso, el mango (Mangifera), se encuentra en suelo venezolano en distintas especies como el Madame Francis proveniente de Haití o el Sandersha, originario de Bangalore, India, entre otros; y los más populares que crecen espontáneamente en sabanas y campos, como el de bocado e hilacha, tienen la particularidad de poseer una paternidad desconocida. En ese sentido estos mangos, que generosamente penden de los ramajes en cualquier lugar de nuestra geografía, vienen anclados a la idea de orfandad. 

Temporada de mangos (Manizales, Matiz Taller Editorial y La Raya Editorial, 2024)

Pero más allá de la metáfora de abandono que rodea la propuesta, entre otros elementos clave, los planos y encuadres de este sutil portafolio se engalanan a partes iguales entre la representación humana y su condición territorial. Pequeños llamados de color nos proveen de una información codificada de símbolos patrios y contrastes complementarios, también se nos revela lo doble y ambiguo como una visita del espectro, lo sobrenatural y la acechanza de la muerte.

El dar la cara y dar la espalda, la ornamentación inmediata o la fragilidad familiar son situaciones que se han conjugado en esa temporada que calma el hambre y otras angustias. A propósito de esta necesidad el periodista argentino Martín Caparrós (2014), en su ensayo sobre el hambre, apunta: «No hay nada más frecuente, más constante, más presente en nuestras vidas que el hambre –y, al mismo tiempo, para muchos de nosotros, nada más lejano que el hambre verdadera», y aclara: «Yo quiero definir, antes que nada, qué digo cuando digo hambre. O, por lo menos, qué trato de decir. Comemos sol. Sol, algunos tanto más que otros. Comer es ensolarse».

Allí va una reflexión ante las imágenes que capta la cámara, esos recolectores también van buscando luz, el alimento.

Temporada de mangos (Manizales, Matiz Taller Editorial y La Raya Editorial, 2024)

Son diversos los aspectos que toca este proyecto, desde la nueva etnología hasta la biopolítica, la ecología y otros conceptos transversales que emergen en la lectura de su propuesta y que pertenecen a nuestra época. Como señala Giunta (2014):

El arte contemporáneo detiene la velocidad de las imágenes buscando ampliar sus posibilidades expresivas. Establecer, por ejemplo, los límites de la fotografía, considerar su grado de verdad, observar su fricción con lo analógico, volver performance esa imagen que registra un momento real, poner en cuestión su grado de realidad, han sido áreas intensamente investigadas por el arte más contemporáneo.

El libro Temporada de mangos editado por Raya Editorial y Matiz Taller Editorial está dentro de los acertados proyectos de AñZ Fotografía Expandida de Latinoamérica y forma parte de la colección del Archivo Fotografía Urbana en Venezuela, siendo hasta ahora el único asignado a una narradora visual venezolana. Este proyecto no solo da continuidad al trabajo de otros autores o colectivos, sino que también funciona como un faro dentro de la producción contemporánea para nuevas generaciones en el campo de la visualidad, mediante la implementación de nuevos recursos, disciplinas y estrategias en articulación expandida que produzcan resultados no tradicionales.

Además del trabajo fotográfico de campo de Andrea Hernández, cuya honestidad y belleza resulta de un refinamiento conmovedor, está el concepto editorial que propone el libro como metáfora del fruto (Mangifera), al ensamblarlo en partes, similar a la estructura de un mango: concha, pulpa y semilla o pepa, como se le dice coloquialmente en Venezuela.

Temporada de mangos (Manizales, Matiz Taller Editorial y La Raya Editorial, 2024)

Esto promueve inmediatamente la participación del receptor cuando se encuentra, primero, con las tapas impresas con el color y el brillo externo de la fruta (concha). Luego, se ve en la necesidad de separar una parte de la firma de la encuadernación que viene pre agujereada al borde del papel, para lograr acceder al contenido fotográfico (pulpa) y posteriormente, o en el mismo instante, se encuentra en el centro de la publicación una banda de acetato de 26 x 7,5 centímetros, plegada e independiente, que contiene cuatro momentos de registros instantáneos, iniciales y algo confusos, alegórica a la semilla.

Se trata, pues, de un proyecto enfocado en el ciclo vital de la naturaleza como garante de la prolongación de la vida, la especie y los sueños. Una invitación a explorar más allá del universo de la tecnografía y el documento, en este caso a través de la generosa mirada de Andrea Hernández Briceño, viajera, nómada y narradora visual que nos hace partícipes de su asombro y lucidez creativa. 

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Referencias

Agamben, Giorgio. Estado de excepción: Homo sacer, II, I. Valencia, Pre-Textos, 2004.

Caparrós, Martín. El hambre. Barcelona (España), Editorial Anagrama, 2014.

Giunta, Andrea. ¿Cuándo empieza el arte contemporáneo? When Does Contemporary Art Begin. Buenos Aires, Fundación arteBA, 2014.

Lévinas, Emmanuel. La realidad y su sombra. Libertad y mandato, trascendencia y altura. Madrid, Editorial Trotta, 2001.


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