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[En la entrega Nº67 de «Apuntes sobre el fotolibro» compartimos este texto de la escritora, investigadora y curadora de arte venezolana Thelma Carvallo sobre En Caracas por los años treinta. 54 fotografías de Helmut Neumann N. (Caracas, Ernesto Armitano Editor, 1991), con fotografías de Helmut Neumann Nestler y prólogo de Ruth B. Neumann López.]
La llegada de Johann Gottfried Helmut Neumann Nestler (Leipzig, 1913-Caracas, 1990) a nuestro país supuso un fugaz rechazo a una primera “imagen” de Venezuela, por no decir de Caracas, ciudad a la que “retrató” desde distintas perspectivas. Con pocos datos biográficos y escasas referencias personales, en el prólogo del fotolibro En Caracas por los años treinta. 54 fotografías de Helmut Neumann N. se afirma que fue un aficionado a la fotografía desde los catorce años de edad. Más allá de estos rasgos, su presencia se da en un contexto político y social que se debatía entre la crisis financiera mundial de 1929 (Neumann llega a Caracas en 1932), el inminente ascenso de Hitler al poder, la proximidad de la Segunda Guerra Mundial y la dictadura del general Juan Vicente Gómez. No obstante, la incipiente comercialización del petróleo ofrecía un panorama alentador que impulsaría una progresiva mejora a las precarias condiciones reinantes.
La desesperanza inicial que experimenta el fotógrafo en su choque con la realidad venezolana, y que testimonia su hija en el prólogo del fotolibro, probablemente tuvo que ver con una visión un tanto eurocéntrica a pesar de la crisis bélica, económica y social, no solo de Europa, sino de Norteamérica.
Susan Sontag refiere: «El acto fotográfico, un modo de certificar la experiencia, es también un modo de rechazarla: cuando se confina a la búsqueda de lo fotogénico, cuando se convierte la experiencia en una imagen, un recuerdo» (2006, p. 24).
Un enfoque emocional quizás alimentado por la esperanza de llegar a un territorio casi inexplorado con las mejores intenciones y que al final se convirtió en la responsabilidad asumida de lo que el fotógrafo estaba pronto a revelar: un intervalo entre lo más rural y el asomo paulatino de la modernidad como el próximo paso inexorable en el país.
La postal que ofrecía Venezuela a los inmigrantes era el trabajo en el campo, el corazón del hábitat del campesinado y el forcejeo entre lo artesanal y la fuerza de la industria diseminado en las faldas del cerro Ávila, muralla natural divisoria con el puerto de La Guaira.
En su detallada crónica Caracas, la gentil: biografía de una ciudad, Pedro Díaz Seijas escribe:
El proceso de crecimiento de la pequeña ciudad fue lento (…) muchos de los escollos para el desarrollo urbano se materializaban en la propia estructura física del paisaje, como eran la abundancia de quebradas y pequeños ríos que dividían la zona de una parte a otra con sus grandes precipicios y barrancos que era necesario acometer con la edificación de puentes, propicios para la utilización de una topografía verdaderamente rebelde y primitiva.
Y no sólo era el aspecto geográfico sino también el humano. Los esfuerzos ante la consecución de cualquier tarea mecánica de desplazamiento para los vendedores y traficantes de mercancía, se encontraban en muchas ocasiones unidos al uso de burros y caballos. De allí que la imagen titulada «Panadero» se convierte muy pronto en una curiosidad.
Es fundamental señalar que entre la década de los treinta y los cuarenta se inicia un período de masificación de la fotografía como consecuencia de los avances técnicos y científicos en este campo, en el uso de la cámara de 35 mm y el aporte de las empresas como Kodak y el sistema Polaroid a la inserción en la producción industrial.
Desde este punto de vista, de esa idea de progreso ‒hay que recordar que el viajero había nacido en Leipzig, ciudad que ya en 1925 presentaba a la Leica por primera vez al público en su feria industrial de verano‒ Neumann inicia numerosos registros del valle de Caracas. Su primer interés fue captar imágenes para enviar a sus allegados en Alemania como simple recuerdo de su incursión en Suramérica.
Un dato importante es que Helmut Neumann había sido contratado para trabajar aquí por dos años, probablemente en alguna de las empresas comprometidas en proyectos de levantamiento económico y estructural. Entre las referencias biográficas descubrimos que terminó por nacionalizarse viviendo muchos años en nuestra ciudad de lo que pudo haber imaginado, como una consecuencia de los acontecimientos.
Un explorador alemán emocionado con el progreso
Su acercamiento a la ciudad es diverso, no podemos decir que privilegió el paisaje, la arquitectura o el retrato. Quizás este último género es el gran ausente en su cuerpo de trabajo. Su visión era exploratoria con acentos en el crecimiento urbano y volviendo a ese espíritu de la época con su incesante llamado al progreso, hizo notar la presencia humana en cada registro: una calle pavimentada, carretas, automóviles, alumbrados, tierra sembrada, los oficiantes en plena labor, alfareros, pequeños comerciantes.
Se puede constatar en el resto de sus imágenes de la colección Archivo de Fotografía Urbana que no pertenecen a esta publicación la documentación del avance técnico de obras arquitectónicas o edificaciones modernas, el perfeccionamiento en la instalación de una tubería o el cambio del paisaje empobrecido hacia una avenida cuyo diseño suponía una apropiación de ideas del viejo continente.
En este fotolibro llama la atención, como ejemplo importante, la composición en perspectiva (recurso muy utilizado por él) de un sendero del Parque Sucre, mejor conocido como Parque los Caobos, donde es notable el interés por eternizar no tanto las frondosas copas de estos árboles abiertas en forma de abanico, seguramente floridos de mayo a junio, sino en dejar constancia de la huella obrera de cal y cemento en la caminería. Sin embargo, un cambio sutil se produce en «Desde la terraza del Calvario hacia La Vega» donde la toma cerrada le da protagonismo a la frescura del jardín.
En ciertas ocasiones la posición del fotógrafo inyecta una distancia reflexiva, casi ideológica, entre él y el paisaje, como en las panorámicas desde algunos puntos de la carretera del Valle o el cerro el Mamón, que nos remiten a tejados y cúpulas lejanas. Desde cualquier otro punto alto de la ciudad de Caracas el enfoque da cuenta de las construcciones “en progreso”, que se van diseminando hacia un anhelado confort caribeño. Impresiona y es elocuente la imagen de «Escalinatas de El Calvario», fechada en 1933, donde lo majestuoso es el primer plano de los noventa eslabones de concreto atribuidos a Juan Hurtado Manrique. Un homenaje muy honesto a la construcción en su expresión más elemental.
Este ensayo documental y constructivo de Neumann realizado en los años 30, cuando apenas intenta afinar su espíritu cosmopolita a un paisaje urbano y agrario en contradicción, resulta en un conjunto de imágenes desprovistas de intereses elitistas, políticos o escatológicos.
El ocaso del régimen de Gómez y los estamentos sociales de la época no parecieran haberlo impresionado. Su obra lleva inevitablemente el sello del trashumante, la mirada del inmigrante que, atado a su espíritu heroico y favorecido por la emergencia tropical del momento, hace de su narrativa fotográfica una amable demostración de gallardía. Acá podríamos traer otra reflexión de Sontag: «En la medida en que la fotografía versa (o debería versar) sobre el mundo, el fotógrafo cuenta poco, pero en la medida en que es el instrumento de una subjetividad intrépida y exploratoria, el fotógrafo es todo» (2006, p. 175).
Estamos así ante una narrativa inquieta, con un abecedario fotográfico correcto, un empleo de la técnica muy aceptable y algunos giros interesantes como «Coche (Salvador de León a Socarrás», de 1934, donde el ángulo cenital irrumpe a manera de un fantasma de lo contemporáneo.
Sus registros no escandalizan ni denuncian, no complacen el ego del gobernante ni de sus allegados. Neumann se regodea en descubrir que Cotiza era un camino verde aún y que desde el observatorio Cajigal podía tener el trofeo de una insigne panorámica, lo que afortunadamente es también una manera de hacer y contar historias.
***
Referencias
Díaz Seijas, Pedro (2005). Caracas, la gentil: biografía de una ciudad. Caracas: Ediciones Los libros de El Nacional, p. 125.
Sontag, Susan (2006). Sobre la fotografía. México: Santillana.
Thelma Carvallo
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