Perspectivas

Aprender del COVID para luchas contra las enfermedades resistentes a medicamentos

Fotografía de RAUL ARBOLEDA | AFP

06/07/2021

BOSTON – Después de más de un año de pandemia, no faltan las preguntas hipotéticas: ¿Qué habría ocurrido si hubiéramos partido con un mejor seguimiento y hubiésemos compartido información? ¿Qué habría pasado si los gobiernos y las agencias de salud internacionales hubieran actuado de manera diferente? No podemos viajar al pasado, pero sí podemos y debemos considerar las lecciones aprendidas, de modo que podamos aplicarlas al próximo gran reto sanitario global: la resistencia antimicrobiana (RAM).

Los hospitales de todo el planeta informan de una creciente cantidad de infecciones resistentes a los medicamentos, y estamos llegando al punto en que ya será imposible controlar el constante ascenso de los casos. El uso de antibióticos en la cría y engorda de ganado, generalizado e innecesario, ha hecho las veces de una enorme incubadora de nuevas bacterias con RAM, mientras las grandes farmacéuticas han abandonado el desarrollo de nuevas terapias para combatir la resistencia a medicamentos. Y, para completar la tormenta perfecta, la falta de normativas en la mayoría de los países ha impulsado un uso excesivo de antibióticos en espacios de atención de salud.

El problema es más agudo en países de ingresos bajos y medio-bajos (PIBM). La pandemia de COVID-19 ha dejado en evidencia que las crisis de sanidad pública tienen efectos enormemente desiguales entre grupos socioeconómicos, tanto dentro como entre países. Desde Nueva York a Nueva Delhi, las comunidades vulnerables y marginadas han debido soportar el mayor peso de la pandemia y sus consecuencias económicas, y son ellas quienes sufren desproporcionadamente los efectos de la RAM.

Más aún, la aparición de la RAM es más probable en los PIBM, debido a su falta de leyes sólidas de control de recetas médicas, sus altas cargas de enfermedades infecciosas, sus medicamentos de baja calidad, el uso no regulado de antibióticos en animales y la gestión inadecuada de aguas negras y residuales. Incluso antes del COVID-19, no eran poco comunes los brotes de fiebre tifoidea resistente a medicamentos en el este y el sudeste asiático, y en Sudamérica. Y ahora contamos con evidencia de que el uso de antibióticos aumentó incluso más en los PIBMA en la fase temprana de la pandemia.

Para prevenir la RAM, debemos concientizar sobre la amenaza que representa. Una de las herramientas más potentes a nuestra disposición es la conciencia pública de lo que los antibióticos pueden y no pueden hacer, y cuándo se pueden utilizar. Aquí, la crisis del COVID-19 ha creado una oportunidad única para que los ministros de sanidad, los expertos en salud pública y los médicos locales se comuniquen más cercanamente con la gente. Por primera vez en la mayoría de los PIBM, la ciencia y la salud pública se han vuelto un foco de interés principal. Los medios noticiosos entrevistan constantemente a los profesionales de la salud y un cada vez más personas desean escuchar sus consejos.

La comunidad de la atención de salud global debe aprovechar los fondos que están siendo vertidos a la sanidad por los mercados y los paquetes de gasto estatales. La pandemia ha creado un nuevo apetito por invertir en infraestructura sanitaria, reformas sistémicas y normativas más sólidas. Por ejemplo, para fines de 2020 el programa de la red de seguridad social pakistaní Ehsaas (que también ofrece servicios de salud) se había ampliado hasta alcanzar un 45% de la población y el Programa de Mejora Social de Filipinas cubría un 78% de la población del país.

Son inversiones que podrían acabarse tras la pandemia, por lo que ahora es el momento justo para que los promotores de la salud pública presionen para que se adopten medidas contra la RAM. Después de todo, el COVID-19 también ha subrayado la necesidad de mejores sistemas de vigilancia y respuesta ante la pandemia. En Corea del Sur y otros países donde las pruebas ya eran accesibles y asequibles, el virus fue mucho más manejable que en países que nunca habían invertido en eso. Lo mismo va a ocurrir en el caso de la RAM.

El compartir información es igual de importante. Ahora que la Organización Mundial de la Salud ha creado una base de datos de los avances actuales de la investigación sobre el COVID-19, deberíamos pensar en cómo se podrían usar plataformas similares para reunir datos sobre la RAM en los PIBM. Con un simple reacondicionamiento de la infraestructura actual, las autoridades sanitarias podrían avanzar mucho en la preparación para futuros brotes de enfermedades resistentes a medicamentos.

La crisis del COVID-19 también debería impulsarnos a reevaluar nuestros sistemas alimentarios. Debemos instituir marcos reguladores más sólidos para orientar las políticas de sanidad pública, en lugar de ser arrastrados por las ambiciones de ganar dinero de las farmacéuticas. Los vacíos legales que permiten el uso indiscriminado de antibióticos en el ganado de los PIBM han hecho posible que esta peligrosa práctica siga estando generalizada. Ya hay evidencias del surgimiento de bacterias con una amplia resistencia a medicamentos en las explotaciones ganaderas de China y la India, y seguramente eso no ocurre solo en estos países.

El COVID-19 nos ha enseñado que es solo cuestión de tiempo (días, semanas o meses, a lo sumo) antes de que un nuevo contagio se propague de una región a otra. Ya contamos con los datos necesarios para crear políticas adecuadas y aceptables tanto para las empresas agropecuarias como para los promotores de la sanidad pública. Ahora que el COVID-19 ha elevado nuestra apreciación de los riesgos que podría significar la RAM, habría que adoptar a conciencia nuevos marcos reguladores.

El rápido desarrollo de vacunas contra el COVID-19 ofrece razones para nuevas esperanzas e inversiones. Aunque son nuevas, las vacunas de tipo mARN (ARN mensajero) se desarrollaron a lo largo de décadas de investigación científica que también se podrían usar para desarrollar nuevas terapias de antibióticos o bacteriófagos. Pero necesitamos un conjunto más claro de incentivos económicos y modelos más efectivos para estructurar relaciones de asociación entre entidades de gobierno, universidades, empresas emergentes y compañías farmacéuticas. Además de desarrollar y probar rigurosamente terapias nuevas y promisorias, debemos asegurarnos de que sean accesibles y asequibles para todos.

Por último, debemos evitar el nacionalismo sanitario. Los muros, las políticas de comercio del tipo “yo primero” y los planes de “pagar para usar” no solo son inmorales sino contraproducentes, ya que ni las bacterias ni los virus respetan las fronteras ni se someten a controles aduaneros. El acceso a una atención de salud de alta calidad es un derecho humano que se debe respetar. La mejor manera de prepararnos para la próxima crisis sanitaria global es impulsar una cobertura de salud universal, reconociendo que todos nos beneficiamos cuando cada uno cuenta con acceso a pruebas, terapias y vacunas.

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

Muhammad Hamid Zaman es profesor e Ingeniería Biomédica y Salud Internacional en la Universidad de Boston y autor de Biography of Resistance: The Epic Battle Between People and Pathogens (Biografía de una resistencia: la batalla épica entre la gente y los patógenos).

Copyright: Project Syndicate, 2021.
www.project-syndicate.org


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