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[En esta entrega, la Nº 68, de «Apuntes sobre el fotolibro», compartimos el texto de la investigadora y curadora de arte venezolana Thelma Carvallo sobre Hilanderas del fin del mundo (Manizales, Matiz Taller Editorial y La Raya Editorial, 2020), con fotografías y texto de Luján Agusti y entrevista a la autora del libro por el editor, arquitecto y fotógrafo Santiago Escobar-Jaramillo.]
«El mundo es hilván»
(Cecilia Vicuña)
Sobre la Patagonia se han volcado diversas miradas. Desde la geopolítica y la científica, pasando por la mirada incrédula, prejuiciada y turística, hasta la literaria y creativa. Geográficamente hablando el lugar austral es conocido mundialmente como el más apartado, un territorio con rasgos de invisibilidad social, con zonas aún inexploradas que alimentan un terreno fértil a la imaginación. No obstante, y gracias al proyecto AñZ Fotografía expandida de Latinoamérica, que fundaron Santiago Escobar-Jaramillo y Janeth Usma, tenemos la suerte de conocer una mirada más realista, una especie de bitácora para un ensayo fotográfico, el proyecto Hilanderas del fin del mundo, de Luján Agusti (Puerto Madrid ‒Chubuc, Argentina‒, 1984), fotógrafa documental y narradora visual radicada en Tierra del Fuego.
Más que un fotolibro, la coherencia conceptual de esta publicación que atesora el Archivo Fotografía Urbana en su colección es una puerta hacia esa dimensión nuestra, latinoamericana, hacia un discurso propio enlujado[1] en lo poético, deslastrado del tedioso encarte panfletario y estéril del victimismo político. El contexto no solo enriquece el lenguaje fotográfico que se despliega, sino también engrana con temas contemporáneos, muy actuales, impostergables en una sociedad que lucha por resurgir desde ese fin del mundo, ante el aparato hegemónico y deslucido de otras latitudes, como la transversalidad del tema de género, la identidad, el lenguaje inclusivo y las alternativas pujantes en el ámbito creativo respecto de las consecuencias amenazantes del cambio climático.
Luján Agusti, nacida en Chubuc, habitante de la región patagónica, busca transmitir el lenguaje simbólico y artesanal de las tejedoras que durante años han dado continuidad a esta actividad en el confín de la tierra, porque como diría el investigador Gilbert Durand: «Existe una sobredeterminación benéfica del tejido, que, como el hilo, primero es un lazo, un símbolo de continuidad. El tejido es lo que se opone a la discontinuidad, la desgarradura y la rotura. La trama es lo que sustenta» (Las estructuras antropológicas del imaginario, México, Fondo de Cultura Económica, 2004).
Sus voces resuenan en un ejercicio de sororidad entre ellas y la documentalista, que ha transitado un camino profesional de envergadura al recibir, entre otros, los reconocimientos Beca de IWMF 2018, Worl Press Photo 6×6 Global Talent Program Sudamérica 2017, Women Photograph + ONA 2016, Lucie Foundation, Beca Roberto Villagraz de EFTI y el Primer Premio de la convocatoria de fotolibros de Encontros da imagen (Portugal).
Hilanderas del fin del mundo es un registro testimonial, editado en 2020 por Matiz Taller Editorial (Manizales, Colombia) y Raya Editorial, esta última dirigida por Santiago Escobar-Jaramillo. Su narrativa se compone de imágenes de los paisajes australes de Argentina, en especial de la excelsa zona protegida, lugar de emplazamiento de este proyecto.
Con ojos bien entrenados y sujeta al canon profesional de National Geographic, Luján logra captar una huella de familiaridad en el campo donde se crían y pastan las ovejas, en la densa quietud de las estepas, valles y llanuras. También aprehende la proximidad de su forma fluvial, el lago, el reposo, mientras la figura humana pareciera haberse rendido ante el esplendor. Algunos rostros de las hacedoras de lana, a veces fantasmales, se asoman en conjunción armónica con el entorno. Manos trabajadoras, sombra y figura femenina que muestra la materia prima silente antes del proceso de hilado, como la rueca, generación tras generación en la misma faena.
La textura visual de los registros le imprime un carácter rural al conjunto, reforzando el origen del proyecto y su marco de referencia social; así como la economía de elementos en la elaboración del cuaderno de imágenes es un homenaje a la humildad.
La antotipia como recurso y discurso
El aspecto técnico de la obra de Luján reposa en un punto determinante: la documentalista tomó la decisión de usar la antotipia ‒técnica basada en pigmentos naturales‒ para el revelado de todas las fotografías. Se trata de un revelado orgánico, ecológico, donde se usan extractos vegetales como emulsión fotosensible. Una técnica rudimentaria y artesanal que se remonta a principios del siglo XIX, cuyos resultados finales son muy difíciles de modificar. Acá la fotógrafa hace un guiño a un tema transversal del discurso general de las hilanderas y es justamente el empalme con una dinámica inmersa en la naturaleza, un reciclaje de forma y contenido que solidifica el concepto de su propuesta.
Estas imágenes sangradas, algunas a doble página, producidas en antotipia se muestran como una opción ritual ante los procesos técnicos mecánicos de las grandes industrias.
Tapas hiladas
Más allá, en el aspecto exterior, observamos cómo el fotolibro es abrazado por tapas artesanales resultado del mismo hilado de lana, con impresión antotípica de una gramínea carmesí y sujeto por el lomo con un cordel de fibra.
Se podría decir decir que este libro artesanal de Luján es una bitácora contemporánea en su forma más originaria, el cual surca las premisas ecológicas contra hegemónicas y reivindica, a través de la militancia feminista y su acompañamiento, la visibilidad de aquellas compañeras habitantes del último territorio posible.
La calidad del papel, su gramaje y porosidad, y el armado de la encuadernación nos remiten de un solo vistazo a la manufactura, recordando un poco las prácticas cartoneras del sur. Es un ejemplar que invita al tacto destacando el oficio textil desde su inicio, desde la convivencia con la manada, la recolección de lana para posteriormente formar la hebra.
Exploradora y narradora visual
Agusti viene de una formación profesional. Con creatividad, explora el patrimonio natural y cultural del territorio latinoamericano en sus posibilidades identitarias y es miembro de colectivos enfocados en esa búsqueda. Natural de Tierra del Fuego, ha recorrido otras latitudes perfeccionando sus procedimientos y presentando parte de su investigación, entre otros países, en España, Canadá, Estados Unidos, China e Inglaterra. Sin embargo, como partícipe indisoluble de su cuerpo de trabajo regresó a la espacialidad austral como quien cambia la polaridad y convoca a sus pares para seguir tejiendo.
… el sujeto patagónico no solo no es un aldeano fuera del mundo, un dislocado, sino que tampoco, en tanto sujeto, puede reclamar una mismidad uniforme y solitaria. Sujeto múltiple y dividido, siempre es hablado por otro, a partir del cual la propia identidad se construye, en permanente tensión dialéctica… (Luciana Andrea Mellado, «La Patagonia como versión de una distancia», 2015 (revista Alpha.)
El grupo de mujeres que se visibilizan en su obra pertenece al clan y seguramente guarda en su memoria inconsciente el vínculo que ella misma profesa y la admiración por figuras fundacionales del arte latinoamericano como Ana Mendieta (Cuba, 1948-Nueva York, 1985) y su body earth, otro discurso anterior fortalecido con la impronta de la condición migratoria de la artista, que se arraiga profundamente en el espectro de la metáfora.
Luján Agusti comparte el discurso de las forjadoras de plataformas solidarias y activadoras de dispositivos de seguridad, campeadoras de la sociedad actual que se han manifestado desde la Pachamama o Madre Tierra hilando como multiplicadoras de su ancestral simbología.
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Notas:
[1] Término catalán que viene a sustituir la palabra castellana «alujado», Ambas significan «pulir y sacar brillo»
Thelma Carvallo
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