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La ministra alemana de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, esbozó una «estrategia nacional de seguridad». La guerra de Ucrania obliga a Alemania a un replanteamiento radical.
El canciller Olaf Scholz habló de un «cambio de época» y su ministra de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, de una «cesura geopolítica». El ataque ruso contra Ucrania, el bombardeo de viviendas y hospitales, destrozó de un día para otro el orden de paz europeo.
Alemania se ve especialmente afectada por este quiebre. Su esfera política, y también su sociedad, habían dejado de pensar, en buena medida, en categorías militares y geoestratégicas. «Alemania se sentía en casa», en un «tiempo de idealismo», indica Nathalie Tocci, una consejera de la exrepresentante de la política Exterior de la Unión Europea (UE), Federica Mogherini. Hasta que Vladimir Putin la despertó abruptamente con su guerra.
El Gobierno germano ya había anunciado el año pasado, en su acuerdo de coalición, que presentaría una «estrategia nacional de seguridad», por primera vez en la historia de la República federal de Alemania. Ahora, la guerra lleva a apretar el acelerador.
Capacidad de defensa
Baerbock pronunció palabras inusuales, especialmente viniendo de una ministra de Exteriores del partido de Los Verdes, de tradición pacifista. Habló reiteradamente de una «capacidad de defensa» que garantice la seguridad. Afirmó que la guerra de Ucrania muestra, «una vez más, que la seguridad depende de la OTAN«, y que Alemania está dispuesta a asumir más responsabilidad en ese marco.
Eso implica, a su juicio, mayores gastos de defensa, como los anunciados por Scholz, que se propone destinar 100.000 millones de euros a la Bundeswehr. Pero también se refleja en la planeada compra de aviones de combate estadounidenses F-35, que pueden portar armas atómicas. La disuasión nuclear de la OTAN debe seguir siendo creíble, indicó Baerbock, y la alianza debe reforzar su presencia en los países especialmente amenazados de su flanco oriental.
El canciller Olaf Scholz habló de un «cambio de época» y su ministra de Relaciones Exteriores, Annalena Baerbock, de una «cesura geopolítica». El ataque ruso contra Ucrania, el bombardeo de viviendas y hospitales, destrozó de un día para otro el orden de paz europeo.
Alemania se ve especialmente afectada por este quiebre. Su esfera política, y también su sociedad, habían dejado de pensar, en buena medida, en categorías militares y geoestratégicas. «Alemania se sentía en casa», en un «tiempo de idealismo», indica Nathalie Tocci, una consejera de la exrepresentante de la política Exterior de la Unión Europea (UE), Federica Mogherini. Hasta que Vladimir Putin la despertó abruptamente con su guerra.
El Gobierno germano ya había anunciado el año pasado, en su acuerdo de coalición, que presentaría una «estrategia nacional de seguridad», por primera vez en la historia de la República federal de Alemania. Ahora, la guerra lleva a apretar el acelerador.
Alemania se propone fomentar la cooperación militar, particularmente en el seno de la Unión Europea. Pero, a menudo, las diferentes tradiciones suponen trabas, en opinión de Christoph Heusgen, presidente de la Conferencia de Seguridad de Múnich. En un debate efectuado tras el discurso de Baerbock, indicó que en la cooperación en materia armamentística con Francia, Alemania no puede imponer solo sus rígidos criterios, por ejemplo, en la política de exportación de armas.
No solo armas
Pero, para Barbock, la seguridad no se basa solo en la capacidad de defensa, que también incluye la protección ante ciberataques. El Gobierno alemán plantea un concepto más amplio de seguridad. La «inviolabilidad de la vida» no solo puede verse amenazada por una guerra. «También allí donde los efectos del cambio climático, el hambre, la pobreza y la falta de bienestar imponen padecimientos a la gente, no existen bases para una vida segura en libertad». Por eso, la nueva estrategia de seguridad ha de interconectar a diversos ministerios, al igual que a especialistas y la sociedad civil.
«La crisis climática es EL reto de nuestro tiempo en materia de política de seguridad», subrayó Baerbock. Y agregó que, por eso, también es importante abandonar las fuentes de energía fósiles, especialmente si provienen de Rusia.
El desafío chino
El Gobierno alemán normalmente coordina su política exterior a nivel europeo. No ocurrió así en el caso del gasoducto Nordstream 2 entre Rusia y Alemania, que había sido visto en forma muy crítica en la UE. El canciller Olaf Scholz afirmó ahora, en un discurso en la Fundación Friedrich Ebert, cercana al partido socialdemócrata, que todo lo que se perciba como una vía particular alemana, especialmente en relación con Rusia, «nos perjudica, perjudica nuestra seguridad y perjudica a Europa».
La estrategia de seguridad no se refiere, sin embargo, únicamente a Europa. Annalena Baerbock dio a entender que, en el futuro, el verdadero desafío podría ser China. Remiténdose a su experiencia como diplomático, Christoph Heusgen indicó que, en todas partes del mundo, China se gana a los países con proyectos de desarrollo, para que voten a favor de Pekín en la Asamblea General de la ONU. Y apuntó que Alemania debe acercarse a la mayor cantidad posible de países, incluyendo a todos los que apoyan un «orden internacional basado en reglas».
Una estrategia nacional de seguridad no solo concierne a la esfera gubernamental. De ahí que la política liberal Marie-Agnes Strack-Zimmermann consideró necesario explicar a la población alemana que podría también verse enfrentada a «privaciones» y mencionó que un preludio son los altos precios de los combustibles: «No hay un seguro contra todo riesgo. Debemos prepararnos para un tiempo diferente».
Christoph Hasselbach
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