Fotografía de Yuri Cortez | AFP
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El artículo es una reseña extensa sobre un libro de reciente publicación: Venezuela en la encrucijada. Radiografía de un colapso, de la editorial abediciones de la Universidad Católica Andrés Bello y se edita conjuntamente con el IESA y el auspicio de la Fundación Konrad Adenauer (KAS)*. El objeto de estudio de este libro que, desde una perspectiva multidisciplinaria de 22 autores de origen venezolano, europeo y norteamericano, analiza las diferentes dimensiones del colapso venezolano y explora posibles soluciones. Mediante un crudo diagnóstico de la situación política, económica, social e internacional de Venezuela.
Venezuela se encuentra en una encrucijada: reconstruir el país mediante un cambio de régimen político y económico generando una transición democrática, o eternizar el colapso económico, social, político e institucional producto de más de veinte años de “revolución bolivariana”. En las elecciones a la Asamblea Nacional del 6 de diciembre de 2020, el PSUV obtuvo el 91,34% de los curules con solo un 67% de los votos, en un contexto de un 80% de abstención que generaron un resultado amplificado a favor del PSUV dado el sistema electoral y el método de asignación de cargos existente. Con este resultado, el régimen de Maduro, toma un control total sobre todas las instituciones y es la segunda opción, la de la continuidad del colapso la que cobra mas fuerza. Al boicotear las elecciones por fraudulentas y no competitivas, la oposición no pudo luchar por mantener el único espacio de poder que había ganado por la vía electoral. La salida de Juan Guaidó como Presidente de la Asamblea Nacional marca el camino hacia un futuro incierto de la oposición y de los apoyos externos de 60 países que había ganado tras la proclamación de Guaidó como presidente interino del país, en enero de 2019.
En medio del conflicto político, Venezuela se está convirtiendo en un Estado frágil con instituciones desarticuladas y politizadas, ingobernabilidad en grandes zonas del país, un clima de miedo y desconfianza, una tasa de homicidios de las más altas del mundo, medidas autoritarias y la intimidación a cualquier tipo de disidencia y oposición. Los efectos de la pandemia del COVID-19 acentuaron la grave crisis humanitaria y revelan las debilidades de un sistema sanitario público colapsado. Venezuela se expone al virus con un sistema de salud sin capacidad institucional para diseñar protocolos de seguridad y un Estado sin los recursos presupuestarios para auxiliar a los ciudadanos. Ello coincide con un Estado sin la capacidad de desarrollar una política fiscal y monetaria contra-cíclica capaz de frenar el largo ciclo recesivo de la economía, controlar la inflación y garantizar un abastecimiento mínimo de bienes y servicios. De este modo, Venezuela agudiza su colapso económico, social, político e institucional y se encamina hacia una tragedia nacional.
Este panorama sombrío es el objeto de estudio de este libro que, desde una perspectiva multidisciplinaria de veintiún autores de origen venezolano, europeo y norteamericano, analiza las diferentes dimensiones del colapso venezolano y explora las opciones de salida a la crisis. La publicación se inicia con una primera sección sobre la dimensión política de la crisis y abre con dos artículos de carácter teórico. Una primera reflexión del politólogo John Magdaleno explica, a través del cuestionamiento de “diez mitos sobre las transiciones a la democracia”, las razones por las cuales “no se ha producido una transición a la democracia en Venezuela”, tal y como se esperaba en enero de 2019, cuando el opositor Juan Guaidó se proclamó presidente interino y recibió el respaldo de más de sesenta países. A juicio del autor, la literatura comparada sobre regímenes autoritarios y transiciones democráticas ofrece las clases para explicar los facilitadores e inhibidores en el caso venezolano que debería tener en cuenta la oposición que “no ha hecho todo lo que está a su alcance”. A continuación, el politólogo Armando Chaguaceda y el historiador Ysrrael Camero entran en la tan comentada dimensión del populismo y, a través del caso de Venezuela, desmitifican y deconstruyen los postulados de Chantal Mouffe sobre el discurso emancipatorio del “populismo de izquierdas” que, según los autores, en el caso venezolano terminó en una “desdemocratización” y “un autoritarismo hegemónico” que ya se manifestó durante el chavismo (1999-2013). Un tercer artículo de Rut Diamint y Laura Tedesco analiza los factores que explican la continuidad de Nicolás Maduro en el poder, a pesar del catastrófico balance socio-económico. A su juicio, el liderazgo carismático de Hugo Chávez en las elecciones presidenciales se sostiene por el papel protagónico de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), que se ha convertido en la columna vertebral del régimen y en el principal apoyo del poschavismo. Las autoras se adentran en la estructura interna de las FANB, sus divisiones, ideologización y lealtades políticas, así como el rol clave de las empresas militares en sectores estratégicos de la economía venezolana. Además, el sector castrense está al frente de doce ministerios, lo cual comprueba la existencia de un régimen cívico-militar en mutua conveniencia para mantener el poder. El capítulo cierra con un artículo de la profesora venezolana María Pilar García-Guadilla sobre las oportunidades y límites del movimiento estudiantil del país en diferentes momentos del chavismo y pos-chavismo para ofrecer las claves de su papel ambiguo como sostén del régimen y de parte de la oposición, reflejando la división política del país.
La segunda sección se dedica a presentar y analizar la situación y las perspectivas económicas de Venezuela que en 2020 afrontó la peor crisis de su historia contemporánea, con niveles de vida similares a los de Haití o algunos países africanos. Con la única hiperinflación en el mundo, escasez de alimentos y otros productos de la canasta básica, racionamiento de gasolina, permanentes cortes de agua, luz, en todo el país, y siete años consecutivos de recesión que supera la caída macroeconómica de Cuba tras el fin de la Unión Soviética, Venezuela arroja el peor balance económico de América Latina. Al ser un país petrolero con las mayores reservas del mundo, cuatro artículos ofrecen un diagnóstico prospectivo del colapso macroeconómico, control cambiario y del sector petrolero. Los economistas José Manuel Puente y Jesús Rodríguez analizan desde una perspectiva histórica y comparativa la evolución de la economía venezolana y encuentran que para el 2019 se habría perdido el 67,06 % del producto interior bruto (PIB) total de Venezuela en tan solo seis años (2014-2019), representando esto el peor desempeño macroeconómico en magnitud y duración en la historia de Venezuela (1950-2019), el peor de América Latina y el mundo en el período 1980-2019. Carolina Paggliaci complementa su análisis con una visión microeconómica centrada en la oferta agregada y su incidencia en el colapso macroeconómico del país. El trabajo concluye que, a un nivel más fundamental, la recuperación del crecimiento por el lado de la oferta pasa por atacar la estructura de los mercados. Reiteradamente, la implementación de controles cambiarios en Venezuela ha servido para el otorgamiento de subsidios selectivos a las empresas. Estos subsidios progresivamente han disminuido la densidad del tejido empresarial nacional, reduciendo el número de oferentes en los mercados y volviendo estos menos competitivos. Los economistas venezolanos Ramón Key y Claudina Villaroel exploran hasta qué punto el colapso de la industria petrolera es responsable del colapso de la economía venezolana, cuánto cuesta recuperar este sector, y si su recuperación puede traer la prosperidad que solía caracterizar a esta economía. La sección concluye con un trabajo del profesor Pedro Palma, donde realiza un balance –para el período 2003-2018– de la errática política cambiaria del chavismo; en particular, de la implementación de los controles de cambio. El trabajo concluye que la aplicación de controles de cambios por períodos prolongados se transforma en un mecanismo que subyuga a la población, hace que prolifere y se profundice la corrupción, destruye la capacidad de producción, genera desabastecimiento, azuza la inflación y merma la calidad de vida de la población.
El lado social del colapso económico, objeto del tercer apartado, es aún más devastador. Todos los indicadores sociales muestran un panorama desolador de la actual coyuntura venezolana. No solo la pobreza aumentó de manera exponencial –se duplicó durante el período de la revolución bolivariana–, sino que además un 30 % de los niños registran desnutrición crónica, solo un 60 % de la población escolarizada consigue asistir a clases, y la cobertura universitaria se redujo a la mitad. En relación a los sectores más empobrecidos, más de la mitad no completa la educación universitaria y el país ha vivido una pérdida de 3,7 años en la esperanza de vida en los últimos cinco años (Encovi, 2020). Este tercer apartado se dedica, en detalle, a esta dimensión social del colapso, desde una perspectiva venezolana y norteamericana. Mientras que durante el chavismo (1999-2013) altos ingresos petroleros combinados con algunos programas sociales como las misiones, contribuyeron a reducir la pobreza y la desigualdad, el poschavismo del régimen de Maduro destruyó estos avances con una política socioeconómica desastrosa que llevó al país al colapso social. El sociólogo Luis Pedro España inicia la sección con una visión general de las políticas sociales del Gobierno de Maduro entre 2015 y 2020, desde las misiones creadas durante el chavismo al carnet de la patria, que todavía ofrece a los leales del régimen algunos productos de la canasta básica. La crisis alimentaria y las ayudas alimentarias son objeto de análisis de Edwin Ojeda y Aramis Rodríguez. En el trabajo de Magaly Sanchez-R. y Douglas Massey se presentan los vínculos entre las causas estructurales y las salidas migratorias de venezolanos. Con la imposición de un régimen progresivamente autoritario, se generó la primera ola migratoria de profesionales altamente cualificados que llegaron a EE. UU. Con unas condiciones de vida extremadamente precarias, la destrucción de la economía formal, y un colapso generalizado de los servicios, se ha registrado una masiva salida de personas al resto del continente suramericano que representa el éxodo de población mas grande que ha vivido el continente en su etapa contemporánea.
Tras el diagnóstico de las claves internas del colapso venezolano, la cuarta y última sección del libro se centra en los actores externos que han reproducido la polarización política interna, ya que tanto EE.UU. como gran parte de América Latina y de la Unión Europea (UE) apoyan a la oposición, mientras que China, Cuba y Rusia son los principales aliados del régimen de Maduro. ¿Cómo ha contribuido el comportamiento de los actores internacionales, incluyendo las organizaciones regionales, a enquistar el conflicto? ¿Por qué no han funcionado instrumentos como las sanciones por parte de EE.UU. y la UE o las diversas iniciativas de mediación? Este capítulo arroja luz sobre la dimensión política del conflicto, sobre la constelación de actores internos y externos del juego político venezolano, y ofrece un balance de los diversos intentos nacionales, regionales e internacionales de mediación, sus éxitos parciales y fracasos relativos. Miguel Ángel Martínez Meucci y Francisco Alfaro Pareja abren la sección con un análisis crítico de los intentos de mediación y diálogo en el conflicto venezolano. Los autores explican el fracaso de estos “mecanismos alternos de diálogo y negociación” (MADN) ya que subestimaron las asimetrías entre lo que denominan la “coalición iliberal revolucionaria (CIR) hegemónica y la “coalición demo-liberal” (CDL) que se encuentra en una situación de desventaja. Otro factor importante lo constituyen los diferentes aliados internacionales que han reproducido, en cierta forma, la polarización interna. Los autores concluyen que los MADN han ayudado a disminuir, al menos temporalmente, la violencia directa, pero no la violencia estructural y, por tanto, son poco eficaces en “[…] conflictos en los que los contendientes no registran perjuicios equivalentes”. El profesor canadiense Thomas Legler continúa la sección con un diagnóstico crítico del rol de las organizaciones regionales y hemisféricas en la crisis venezolana. Su artículo explica por qué los sistemas de protección multilateral de la democracia en las Américas “[…] han sido incapaces de promover una solución pacífica y negociada a la crisis política venezolana, así como de detener el retroceso autoritario o restaurar el orden democrático”. Tras constatar una “crisis de autoridad del concepto del hemisferio occidental” como orden regional garantizado por la hegemonía de EE.UU. y la cooperación de sus países vecinos, el autor explica que a partir de los años noventa ha tenido lugar una “transición del orden hemisférico” hacia otros países sudamericanos como Brasil y Venezuela y entidades regionales como ALBA, Celac o Unasur, que desafiaron temporalmente el poder de Washington. Tanto los esquemas regionales como hemisféricos, incluyendo el Grupo de Lima, se han debilitado y con ellos el sistema de defensa de la democracia que no fue activado en el caso venezolano. Un tercer artículo de Anna Ayuso y Susanne Gratius analiza las semejanzas y diferencias de las políticas de EE.UU. y la UE hacia Venezuela, teniendo en cuenta el antecedente del caso cubano y la literatura de derecho internacional y política exterior sobre sanciones. Las autoras constatan que pese a las diferencias se ha producido un acercamiento de políticas, ya que tanto EE.UU. como la UE privilegian la relación con la oposición y aplican sanciones contra el régimen de Nicolás Maduro. Después de un análisis comparativo de los tipos de sanción, sus objetivos e interacción con otros instrumentos, llegan a la conclusión de que “[…] el caso venezolano confirma el patrón de escasos o contraproducentes efectos de las sanciones como instrumento para democratizar a gobiernos autoritarios”. Constatan que ni EE.UU., ni la UE, han contribuido a encontrar una salida pacífica a la crisis venezolana.
Ante el deterioro socioeconómico y el conflicto entre actores internos y externos, Venezuela se encuentra ante una gran “encrucijada” histórica donde en los próximos años se definirá si el país sigue por el camino del colapso y se transforma en un Estado fallido o, por el contrario, dado todavía su extraordinario potencial, logra “torcerle el brazo a la historia” e inicia un proceso de transición política y de reconstrucción económica y social y se convierte en un país de progreso justicia y equidad. El capítulo final de esta compleja historia está todavía por escribirse…
Finalmente ,Moisés Naím en el prologo del libro presenta los casos de Colombia, Sri Lanka y Costa de Marfil, como ejemplos de países que lograron evitar caer al abismo del fracaso crónico. Su problemas siguen siendo muchos, variados y enormes. La posibilidad de que pierdan los logros que han alcanzado existe. Pero lo cierto es que los tres son sociedades que lograron cambiar el rumbo que las mantendría en un fracaso perpetuo. Se podría decir que convirtieron el fracaso en un accidente pasajero que se puede superar. Se pregunta Naím en este contexto: ¿Podremos los venezolanos hacer lo mismo? Este libro nos da algunas pistas claves acerca de cómo hacerlo.
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*Gratius, Susanne y Puente, José Manuel (2021): Venezuela en la encrucijada. Radiografía de un colapso. abediciones de la Universidad Católica Andrés Bello, IESA y Fundación Konrad Adenauer. Caracas, 2021.
Carlos Rondón
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