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CAMBRIDGE – Las últimas cifras de la Oficina de Análisis Económico (BEA por su sigla en inglés) revelan que la economía estadounidense ha experimentado dos trimestres consecutivos de crecimiento del PIB real (ajustado por inflación) negativo. Eso concuerda con la definición popular de recesión. Pero los economistas han observado que cualquier declaración oficial sobre una recesión en Estados Unidos debe provenir, en cambio, de la Oficina Nacional de Investigación Económica (NBER por su sigla en inglés), que evalúa minuciosamente varios indicadores macroeconómicos mensuales observados durante períodos prolongados.
Dada la intensidad de este debate en los medios, se podría pensar que las evaluaciones populares y oficiales muchas veces se contradicen entre sí. Pero éste no es el caso. Desde 1948, y antes del episodio actual, los datos de la BEA sobre el PIB real revelan diez períodos con dos o más trimestres consecutivos de crecimiento negativo –en 1949, 1954, 1958, 1970, 1975, 1980, 1982, 1991, 2009 y 2020-, que en su totalidad corresponden a una eventual declaración de recesión de la NBER.
En otras palabras, la métrica de “dos trimestres consecutivos” no ha tenido ningún falso positivo desde 1948. Si uno toma el eventual veredicto de la NBER como verdadero, también debe aceptar que dos trimestres consecutivos de crecimiento del PIB real negativo han pronosticado consistentemente una recesión en los últimos 74 años.
Sin duda, ha habido un par de casos desde 1948 en los cuales la NBER ha declarado una recesión sin una caída asociada de dos trimestres del PIB real: a saber, las recesiones leves de 1960-61 y 2001. Estos fueron falsos negativos, donde la ausencia de dos trimestres consecutivos de caída del PIB no garantizó la ausencia de una recesión. Pero, por supuesto, esta consideración no es pertinente para 2022.
Si nos remontamos a antes de 1948, hubo un falso positivo en 1947, cuando trimestres consecutivos de caída del PIB no provocaron que la NBER declarara una recesión. Pero, en este caso, la NBER presuntamente (y razonablemente) tuvo en cuenta que la reducción del PIB en 1946-47 estuvo generada por la desmovilización de la Segunda Guerra Mundial. Reconoció que, con la liberación de recursos económicos debido al aumento del gasto militar, la economía funcionaba bien a pesar de una caída del PIB real. En cualquier caso, esta consideración tampoco es válida en 2022.
El análisis del ciclo comercial de la NBER va más allá del PIB real y considera datos mensuales en relación a ingresos personales, empleo, gasto de los consumidores, ventas mayoristas y minoristas y producción industrial. Pero si bien los beneficios de considerar datos mensuales son claros, no es obvio que este conjunto de variables sea superior al PIB, que ya es una medición económica amplia que sopesa a los sectores según sus aportes a la producción y a la generación de ingresos.
Por analogía, los cálculos GDPNow del Banco de la Reserva Federal de Atlanta consideran un amplio espectro de datos de alta frecuencia, pero sólo en la medida que ayudan a pronosticar (o “divulgar al momento”) el PIB real. Una buena estrategia de investigación para los ciclos comerciales, entonces, consiste en centrarse en el tamaño y duración de los movimientos del propio PIB real, como lo hace el economista James D. Hamilton en su Índice Indicador de Recesión Econbrowser. En cualquier caso, las inferencias sobre recesiones a partir de datos del PIB son similares a las presentadas por la NBER.
Un argumento que ha surgido en el debate actual es que las cifras del PIB de Estados Unidos para los dos primeros trimestres de 2022 pueden llegar a ser revisadas al punto que ya no arrojen dos caídas consecutivas. (Mis cálculos antes mencionados se basan en los últimos datos revisados disponibles sobre el PIB real). Estas revisiones son posibles, por supuesto, pero son impredecibles.
De todas las revisiones de datos del PIB desde 1965 (puestas a disposición por el Banco de la Reserva Federal de Filadelfia), la única vez que se cambió uno de los diez casos mencionados anteriormente de caídas de dos trimestres del PIB fue en 1980. Como los datos iniciales para el tercer trimestre de 1980 no arrojaban una caída del PIB, este caso no se clasificaría como una caída del PIB de dos trimestres en base a los datos iniciales. Pero esta modificación no alteraría la interpretación a partir de percibir una caída de dos trimestres del PIB.
Otro argumento, brindado por la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, es que el mercado laboral fuerte de Estados Unidos impide a la NBER designar la caída actual como una recesión. Pero si bien es cierto que el empleo es una de las series de datos que consulta la NBER, no hay ninguna razón para pensar que esta variable –aún si se mantiene fuerte- vaya a minar por sí sola la determinación final de una recesión. Si bien el empleo por lo general cae durante una recesión, ha habido varios casos en los que el empleo de nómina creció o se mantuvo bastante estable mucho después del inicio de una recesión designada por la NBER: de diciembre de 2007 a marzo de 2008; de enero a abril de 1980; de noviembre de 1973 a octubre de 1974, y de diciembre de 1969 a abril de 1970.
Una ventaja clara de la medición de dos trimestres consecutivos es que es puntual y no exige esperar el anuncio de la NBER de que ha comenzado una recesión. Desde la formación del Comité de Datos sobre Ciclos Comerciales de la NBER en 1978, el retraso entre el inicio de una recesión (medida por la NBER) y el anuncio del inicio de una recesión promediaba siete meses. Esta demora puede resultarle atractiva a la administración del presidente norteamericano, Joe Biden, si se extiende más allá de las elecciones de mitad de mandato en noviembre. De lo contrario, es poco atractiva.
La conclusión es que, con el anuncio del 28 de julio de una caída del PIB de dos trimestres, podemos estar sumamente seguros de que la economía estadounidense entró en una recesión a comienzos de 2022.
Robert J. Barro, profesor de Economía en la Universidad de Harvard, es profesor visitante en el American Enterprise Institute e investigador asociado en la Oficina Nacional de Investigación Económica.
Copyright: Project Syndicate, 2022.
www.project-syndicate.org
Robert J. Barro
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