Fútbol

La Vinotinto luego de la Copa América: ¿y ahora qué?

19/07/2024

Fotografía de @SeleVinotinto

Venezuela se fue de la Copa América invicta, a una tanda de penales de alcanzar las semifinales contra Argentina. La selección completó su mejor actuación histórica en la ronda de grupos, sumando los nueve puntos posibles, mientras disparó la ilusión del país y sugirió ideas para el futuro. Superada esa euforia, qué balance se puede hacer para volver sobre el principal objetivo del equipo: clasificar al próximo Mundial de Fútbol. 

Convivencia y competitividad

Los torneos de selecciones garantizan una dinámica de entrenamientos y competencia distinta a la que ocurre durante las Eliminatorias. Los futbolistas pasan más tiempo juntos, el cuerpo técnico cuenta con más opciones para la preparación de los partidos y, entre una y otra cuestión, se fomenta la integración del grupo. 

Es evidente que en la Vinotinto hay un grupo humano que disfruta de conseguirse para jugar. Aquellos que se la llevan bien fuera del campo, se entenderán dentro de él o, al menos, estarán dispuestos a sacrificarse por el otro. Durante varios tramos de la Copa América se notó mucho de lo segundo, con los futbolistas realizando esfuerzos sostenidos y apoyando a otros en situaciones de inferioridad o de acoso rival. 

La muestra de cuatro partidos dejó expuesta a la Vinotinto en distintos escenarios. La selección estuvo abajo en el marcador y se repuso (Ecuador). Sostuvo el pulso con una de las selecciones de mayor tradición en Centroamérica y salió victoriosa (México). Venció a una selección de menor peso (Jamaica). Fue superada con claridad por otra (Canadá). 

Aunque cada partido es una historia particular, en el relato persistieron algunos aspectos importantes. Los positivos: 

—A diferencia de otros momentos, el equipo no se desinfló ante la primera adversidad. 

—Supo cumplir. Aunque pueda parecer extraño, la Vinotinto no tiene una buena relación con la obviedad. Aquellos partidos en los que parece superior, no lo es y viceversa. Parte de esa lógica se contradijo en la Copa América.

—La estabilidad defensiva. Contar con una línea de zagueros consolidada, con recambios —a excepción del lateral izquierdo— y funcionamiento, es un valor sobre el cual seguir construyendo. 

—La juventud en varias posiciones. Nahuel Ferraresi (25), Jon Aramburu (21), Miguel Navarro (25), Cristian Cásseres Jr. (24), Yangel Herrera (26), Telasco Segovia (21) y Kervin Andrade (19) tendrán, si nada se complica demasiado, al menos un ciclo mundialista más. Será fundamental que sigan viendo minutos en sus clubes y competiendo.

—La relación entre afición y selección se consolida. Un valor deportivo y social poderoso. 

La otra cara de la moneda deja dudas que, en relación con el futuro, pueden ser significativas. Los aspectos negativos del balance:

—El planteamiento de los partidos. Los primeros tiempos de Venezuela mostraron a una selección que no tuvo respuestas a las preguntas del rival y tampoco supo proponer. La suerte fue que en la Copa América los rivales no capitalizaron las debilidades de la Vinotinto. Esta historia puede ser distinta en la Eliminatoria. 

—La irregularidad en el mediocampo. Aunque los nombres se pueden citar de carrerilla, Yangel Herrera, José Andrés Martínez y Cristian Cásseres Jr., su funcionamiento es más complejo de descifrar. ¿Quién debe estar en la base de la jugada? ¿Quién debe estar más cerca de los atacantes? ¿Cuáles asociaciones hay que incentivar, a partir de ellos? Teniendo en cuenta la cantidad y la capacidad de los jugadores, esa es la zona del campo en la que Venezuela tiene mayor talento. Es necesario dar respuesta a esas cuestiones. 

Fotografía de @SeleVinotinto

La identidad: ¿a qué juega la selección?

Si se tiene en cuenta la insistencia de Fernando Batista en que el equipo pueda adaptarse a distintas situaciones, lo más probable es que esa identidad futbolística no sea absoluta. 

Luego del primer tramo de las Eliminatorias Sudamericanas y la Copa América, la Vinotinto tiende a partir de un bloque bajo y, dependiendo del rival o el contexto del partido, sus ataques se desarrollan por las bandas. Sin ser un planteamiento defensivo, puede interpretarse como conservador. Por otro lado, cuando intentó proponer, tener la iniciativa de juego, los resultados no fueron satisfactorios contra rivales de mayor tradición futbolística.

Eso explica que la idea del bloque bajo, protegiendo el marcador, se instale como principio básico para competir: sólo ha recibido 3 goles en la Eliminatoria Sudamericana y 2 goles en cuatro partidos de la Copa América. Sin tener un juego atractivo, esa solidez, si se sostiene en el tiempo, podría derivar en más victorias.

Pero el talento del equipo, concentrado en el mediocampo, supone una paradoja: apostar por esa propuesta de bajo perfil o intentar potenciar esos recursos y ofrecer un mejor juego. El partido contra Jamaica dejó una de las mejores versiones de la Vinotinto en los últimos años. Telasco Segovia favoreció las asociaciones entre los otros mediocampistas (Yangel Herrera y José Martínez) y los atacantes (Darwin Machís, Eduard Bello y Salomón Rondón). 

Sin embargo, contra Canadá, o en otros juegos ante rivales de mayor peso individual y colectivo, el equipo decepcionó al intentar proponer desde el comienzo. En esa encrucijada se encuentra Fernando Batista. Puede que el techo del equipo, y las posibilidades de clasificar al Mundial de Fútbol, pasen por cómo se resuelva este aspecto. 

En septiembre, Bolivia —en La Paz— y Uruguay —en Venezuela— pondrán a prueba la capacidad de adaptación del cuerpo técnico y la Vinotinto. Lo ideal es que el equipo sume los 6 puntos. Aunque en la práctica no parece nada sencillo, sobre todo por las dificultades que sigue presentando al momento de atacar de forma sostenida. Seguirán Argentina y Paraguay, en octubre, para seguir dándole forma a un estilo de juego que aún no termina de cuajar.


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