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«La omisión»: el conflicto de una joven madre en la Berlinale

20/02/2018

Fotografía de DW/E. Usi

El espectador es transportado a la inhóspita región alrededor de la ciudad de Ushuaia, en la Patagonia argentina, en donde se ve a una joven corriendo en medio de una tormenta de nieve. Desde un auto se escucha una voz masculina que le ordena subir al vehículo. Paula (Sofía Brito), ignora los gritos y continúa su huída.

Se la ve trabajando en un hotel y posteriormente como guía de turistas en un autobús. Ahí conoce al fotógrafo Manuel (Lisandro Rodríguez), que le ofrece ayudarla para ganar dinero con la fotografía. Es una chica de Buenos Aires que ha llegado al remoto sur de Argentina para trabajar y ahorrar dinero para emigrar a Canadá. Pero está lejos de tener todo lo que necesita. Cuando Manuel busca acercarse sexualmente a ella, Paula le dice claramente que sólo es posible a cambio de dinero.

El espectador se entera de que la joven no ha llegado sola, la acompaña su pequeña hija Malena (Malena Hernández), que se queda bajo custodia de una tía y de Diego (Pablo Sigal), su novio y padre de la niña. Una situación que Paula no revela a Manuel, que la sigue buscando.

En conversación con DW, el director y su protagonista revelaron detalles sobre el trabajo cinematográfico de La omisión, que compite por el premio a la mejor ópera prima en la Berlinale.

DW: ¿Cómo te sientes tras el estreno de tu ópera prima en la Berlinale?

Sebastián Schjaer: Fue una noche hermosa. Fue la primera vez que la mostramos frente a tanta gente. La sala estaba llena. La hicimos pensando en la pantalla grande y el trabajo de sonido también. Después de vivir con la película durante tanto tiempo (5 años) ahora cobra vida propia y habla por sí sola. Es muy emocionante este momento.

¿Cómo llegaste a este tema?

Hubo tres ejes sobre los que construímos la película. Uno es el personaje de Paula, que surgió a través de una foto que encontré en internet. Se ve una ruta completamente desolada con un auto en el costado. Y una chica con capucha amarilla que camina frente al auto y no se le ve la cara. Alrededor todo estaba nevado. A partir de esa foto surgió el personaje de Paula y surgió el sur argentino. En el momento en el que apareció la ciudad de Ushuaia, una ciudad muy particular que está muy alejada del imaginario más clásico de la Patagonia argentina, se convirtió en un elemento muy fuerte.

Se ve a una joven viviendo un conflicto acentuado por lo inhóspito del paisaje nevado…

Me interesaba construir un personaje que estuviera pasando un momento de mucho desasosiego y cómo va aceptando las circunstancias sin cuestionarse. En la medida en la que suceden los acontecimientos, ella se va enfrentando a la realidad y a sí misma. Me interesaba explorar el proceso a través del cual una persona empieza a conectarse consigo misma y con su propio deseo. Quería que fuera mujer, no sólo porque concebimos la película desde una sensibilidad más cercana a lo femenino, sino también porque queríamos cuestionar ciertos prejuicios que hay en torno al rol de las mujeres como madres en la sociedad.

¿En qué sentido?

Las mujeres siempre tienen que decidir como madres en primer plano, antes que como mujeres. Los hombres no cargamos con ese peso y podemos decidir como hombres antes de como padres. Por eso me interesaba que la película tratara sobre una mujer que cuestionara esos valores preestablecidos que son tan arbitrarios como muchos otros, que asumimos como algo natural.

El hecho de ser madre es una atadura que no la deja en libertad, pero el personaje parece vivir un conflicto interno, como de adolescente.

Es una chica muy joven y lo que la acerca a la adolescencia es una falta de consciencia sobre sí misma. Es un personaje que pone el cuerpo, que siempre enfrenta las situaciones. A mí me interesaba construirla desde los costados, más que de una manera frontal. Me interesaba indagar en lo que hay detrás de esa aparente fortaleza. Quería mostrar el lado más dulce que está escondido. Tiene algo de inocencia que tienen algunas adolescentes, cierta pureza que no tiene que ver con una simpatía exterior, sino con un modo de sentir que en el momento en el que se da cuenta de que tiene deseos se asusta.

Además está su interés por ganar dinero…

Con todas las personas que están a su alrededor, ella se relaciona a través del dinero. Ella y su novio ahorran plata y la van pasando de mano en mano. Se la dan a una hermana para que la guarde en otro lugar, tiene que batallar para cobrar lo que le deben en el trabajo. En todas sus relaciones, tanto laborales como personales, siempre el dinero está de por medio. En el momento en el que ella quiere estar con un hombre, el modo de legitimar ese deseo es cobrándole. Eso es muy fuerte porque pone de manifiesto que el dinero es lo que termina regulando nuestro deseo.

Al final ella cede…

La película termina en el único momento en el que ella toma una decisión. Transcurre como una pelota de ping pong que va rebotando hasta que al final ella decide algo sobre su propia vida y en ese momento la película termina. Es como si lo que se estuviera narrando fuera el proceso de un personaje para decidir algo sobre sí mismo.

¿Cómo fue trabajar en esas latitudes con tanta nieve, con tanta ropa? Debe haber sido muy duro…

Sí, fue muy duro el rodaje. Éramos un equipo pequeño, requirió un gran esfuerzo de todos. Pasamos muchas horas a la intemperie. Muchos nos enfermamos. Nos caíamos constantemente en la nieve. Eso generó cierta rigidez y ciertas tensiones, que se ven en las relaciones entre los personajes. Además la ciudad de Ushuaia es muy tensa. Tiene una energía muy particular y eso se siente en cuanto uno llega ahí, y creo que la película quedó muy marcada por la energía de esa ciudad.

¿Porqué tiene esa energía tan especial?

Es una ciudad que vive del turismo, pero también de la industria. Allá llega gente proveniente de todos los rincones del país porque los sueldos son altos. La gente que llega tiene detrás historias muy densas, muchos llegan escapando. Es un refugio que está lleno de intensidades y de gente con historias muy fuertes. Tierra del Fuego es la provincia más especial de todas en Argentina.

DW: Sofía, ¿como viviste tu personaje?

Sofía Brito: En principio con mucha felicidad. Disfruté mucho el personaje, me gustó mucho su complejidad y eso le da realismo porque todos somos contradictorios y muy complejos. Lo lindo de Paula es que no tiene las cosas claras ni decididas de antemano, sino que las cosas van sucediendo, y ella va reaccionando sin pensar y haciendo a un lado sus sentimientos. Está muerta de sueño, no tiene plata, todo es difícil, pero ella afronta esas dificultades con buen talante, se arma de valor y las afronta con honestidad, decide tomar el riesgo.

¿Cuál es su deseo?

El más profundo es ser quien es. Es muy joven y tiene muchas obligaciones para su edad. Estamos encasillados en lo que debemos ser, en lo que la sociedad espera de uno. Y también muy condicionados por la plata. Esos condicionamientos hacen que uno eliga pensando en el deber más que en el vivir.

Autora: Eva Usi (RRR).


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