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“La Niña del Napalm” gana el Premio por la Paz de Dresde

28/02/2019

Fotografía de DW | G. Ketels

Una imagen que recorrió todo el mundo: gente corriendo, huyendo de las llamas, un pueblo reducido a cenizas. En el centro de la imagen, una niña desnuda y gritando de dolor.

El fotógrafo Nick Ut, quien capturó la imagen que se convertiría en un ícono de la guerra de Vietnam, llevó a los niños heridos de la foto a un hospital en Saigón, ahora Ciudad de Ho Chi Minh. La niña, Kim Phuc, sobrevivió pero con quemaduras graves que requirieron múltiples operaciones. Más tarde fue buscada y utilizada con fines propagandísticos por el régimen comunista de Vietnam. En 1992, en un vuelo de Cuba a Rusia, Kim Phuc y su esposo salieron del avión cuando hizo escala en Canadá y solicitaron asilo político. En 1997 se convirtió en ciudadana canadiense y creó la Fundación Kim International, que ofrece asistencia médica y psicológica a niños traumatizados por la guerra.

Este lunes (11.2.2019) recibió el Premio de la Paz de Dresde en reconocimiento a su compromiso humanitario. El premio, que se ha entregado anualmente desde 2010 en la Ópera Semper, conmemora el bombardeo de la ciudad del 13 al 15 de febrero de 1945 y pretende ser un recordatorio del coste humano de la guerra.

DW: ¿Recuerda cuándo fue la primera vez que vio la foto?

Kim Phuc: Sí, lo recuerdo muy bien. Fue cuando llegué a casa del hospital. Mi papá me la dio y me dijo: «Kim, ¿es esta tu foto?». La primera vez que la vi, no podía creer que se tomara de esa manera. De niña me sentía tan avergonzada: ¿Por qué estaba desnuda y mis hermanos, mis primos, con ropa? Y vi tanta desesperanza y dolor. Pensé que esa foto era tan fea y no me gustó. Deseé que no la hubieran tomado.

¿Cuándo cambió?

Bueno, más tarde entendí que la imagen tenía un gran impacto en las personas. Ahora no me siento avergonzada como entonces, pero no sucedió hasta el momento en que tuve un hijo. Tuve a mi bebé, lo sostuve, miré esa foto y dije: ¿Cómo pueden dejar que los niños sufran así? Y no solo mi bebé, sino los niños de todo el mundo. No quiero que jamás los niños sufran como esa niña. Así que, a partir de ese momento, realmente me conmovió. Esa imagen se volvió tan poderosa para mí. Cuando se tomó la foto, no tenía ninguna otra opción. Pero ahora tengo libertad, tengo familia, tengo a mi bebé. Esa foto me ayudó a decidir hacer algo para proteger a los niños.

¿Qué ve ahora en la foto cuando la mira?

Puedo ver la desesperanza, el dolor, el terrible sufrimiento de los niños: mis hermanos y yo llorando. Puedo oler el fuego, el humo, la quemadura. Pero en este momento estoy muy agradecida de haber pasado por eso. Se suponía que yo estaba muerta. Pero estoy muy agradecida de seguir viva, y eso hace que la imagen siga viva.

¿Puede describir lo que pasó ese día? ¿Cómo cambió su vida?

Tenía nueve años y había terminado mi tercer grado. La guerra llegó a nuestro pueblo, por lo que mi familia se escondió en el templo durante tres días. Nos dejaron jugar cerca del refugio antiaéreo. Recuerdo que almorzamos y, después del almuerzo, los soldados simplemente gritaron a los niños que corrieran. Yo era uno de los niños que corrían al frente del templo. Entonces vi el avión. ¡Tan ruidoso! ¡Tan cerca de mí y tan rápido!

Se suponía que debía correr, pero me quedé allí. Volví la cabeza y vi caer cuatro bombas. Todo fue tan rápido. Entonces, el fuego estaba por todas partes y quemó mi ropa. Vi el fuego en todo mi brazo izquierdo y usé mi mano derecha para apagarlo. Pensé: «¡Oh, Dios mío! Me quemé, seré fea». [Pensé] que la gente me vería de otra manera. Y en ese momento, estaba tan aterrorizada que seguía corriendo. Vi a mis hermanos, a mi primo, a algunos soldados allí y seguimos corriendo y corriendo. Y, por supuesto, ese momento, esa imagen, ese día, cambió mi vida para siempre.

¿Puede describir un poco más cómo cambió su vida?

Mi piel nunca sería la misma. Sufrí tanto dolor de niña, [pero] no lloré. Me quedé en el hospital durante 14 meses y pasé por 16 operaciones. Luego tuve una operación más en Alemania para mejorar el movimiento en mi piel. Perdí toda mi infancia. Perdí un año de escuela. Tuve tantas pesadillas, mucho dolor. Y por supuesto perdimos todo en el ataque. Apenas sobrevivimos.

El mundo la veía como una víctima. ¿Se sintió como una víctima?

De niña, no. No pensé mucho sobre ello. En la adolescencia, sí. Me sentía atrapada. Podía ver mis cicatrices y tenía que afrontar tanto dolor. Más tarde tuve que lidiar con otra atrocidad: el gobierno vietnamita comenzó a usarme para su propaganda. No podía ir más a la escuela. No podía cumplir mi sueño. Y estaba controlada todo el tiempo.

Ahora está muy involucrada en ayudar a los niños víctimas de las guerras. ¿Por qué es tan importante para usted?

Yo fui uno de los millones de niños víctimas de la guerra en todo el mundo, pero la gente me dio un futuro. Gracias a Dios sigo viva, pero no vivo con tristeza, ni con amargura ni odio, sino con el amor de las personas que me rodean. Me inspiran, y ahora tengo la oportunidad de devolver (amor).

Cuando mira el mundo actual, ¿siente que las cosas están mejorando o hay aún más cosas de las que preocuparse?

Estoy tan feliz de que mucha gente haya hecho tanto, pero aún queda mucho por hacer. Todavía tenemos la esperanza de hacer que el mundo sea un lugar mejor donde vivir. Si todos pueden aprender a perdonar, a vivir con amor y esperanza, no necesitamos la guerra en absoluto. Si la niña de esa foto puede hacerlo, todos pueden hacerlo.

(rmr/er)

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