El trabajo de Yadira Pérez, “Vejez abandonada”, ganó el segundo lugar en la primera edición de la Bienal de Fotografía Documental Wil Riera, organizada por Roberto Mata Taller de Fotografía y el Archivo Fotografía Urbana.
Este trabajo explora la vida de Alejandrina Hernández, de 89 años, y Mónico Rincones, quien murió en 2019. Yadira fue su vecina por una década. Un día tocó la puerta y entró. Desde entonces, capturó la soledad de la vejez venezolana a través de la intimidad del día a día.
A los 83 años, Alejandrina sufrió un accidente cerebrovascular. Esto significó el inicio de su deterioro físico y mental.
Mónico trabajaba desde los 14 años. Vendía las sardinas que eran enlatadas en San Antonio del Golfo, un pueblo de pescadores en el estado Sucre,
Para ayudar a su familia, Mónico comenzó un negocio de tostones fritos. Tenía 73 años. Los cocinaba y empacaba en casa, y vendía las ristras a quioscos de Caracas.
Alejandrina y Mónico dependen de los cuidados de sus dos hijos.
El año 2016 fue el más crítico. Solo había dinero para una comida diaria en casa. Su hijo contó los días que solo comieron yuca y sardina. Fueron sesenta.
Mónico fue un hombre activo hasta mediados de 2019. No podía respirar bien. No quería comer ni pararse de la cama.
Alejandrina era costurera. Dejó de coser cuando comenzó a perder agudeza visual. En su habitación todavía está la máquina Singer 20u.
Mónico perdido tanto peso que sujetaba la tela sobrante de los pantalones con un gancho de ropa.
Alejandrina y Mónico eran inseparables. Ella le demostraba su cariño cuando le preparaba su plato favorito, carne a la jardinera. Él le confiaba todos sus secretos.
Nació en Durania, una zona rural de Colombia, a las afueras de Cúcuta. Migró a Venezuela a los 12 años.
Alejandrina no reconoce a su hijo en ocasiones, tampoco su casa.
Cuando el dinero no alcanza para comprar pañales de adultos, su hijo usa una sábana.
Alejandrina conserva en una caja recuerdos de su padre desde Cúcuta y tarjetas de Navidad. No se reconoce en las fotografías de su juventud.
Alejandrina no puede caminar. Pero sus hijos no pueden pagar una silla de ruedas. Usan una del comedor para mover a su madre hasta la sala.
La Bienal de Fotografía Documental Wil Riera busca incentivar y promover proyectos de fotografía documental enmarcados dentro del espíritu que representaba Wil: una visión sensible, rigurosa, respetuosa e íntegra. Los participantes debían tener más de 18 años y vivir en Venezuela. Podían ser venezolanos o extranjeros.
Wil Riera fue un reconocido fotógrafo documentalista venezolano que murió en marzo de 2019. La Bienal es un homenaje.