“Ávila, sierra grande”. El ensayo visual de un montañista
Fotografías de: Henry González
En 1972, con tan solo 12 años, Henry González subió por primera vez a El Ávila. Tras esa ascensión inicial, pronto sintió la necesidad de retratar con su cámara los territorios explorados por él y sus compañeros. Muchos años después, a finales de 2021, tras una destacada carrera como fotógrafo de naturaleza y escalador, presentará "Ávila, sierra grande". Su cuarta obra fotográfica está compuesta por 200 imágenes que reflejan su mirada como excursionista por sus relieves, plasman su estrecha conexión con la montaña y buscan concientizar a los lectores sobre su conservación, que es vital para los habitantes de la capital venezolana. El autor ya ha publicado tres libros: "Una aventura llamada Tepuy" (2006), "Amazonia Orinoquia, Gente de Río" (2008) y "Auyantepuy Infinito" (2019).
Senderismo en la selva nublada cerca del puesto de guardaparques Papelón. // El montañismo en El Ávila representa para Henry González y muchos otros venezolanos una parte esencial de sus vidas. El parque nacional es un recurso natural de incalculable valor para los habitantes de Caracas, no solo por su singular belleza y rica biodiversidad, sino también por la oportunidad que les ofrece, muy cerca de la capital, de entrar en contacto con la naturaleza y disfrutar de sus verdes paisajes.
Bosque de eucaliptos La Zamurera. // "Ávila, sierra grande" relata con imágenes no solo los recorridos, las vivencias y aventuras del escalador y fotógrafo Henry González en El Ávila, sino también su especial conexión con esa montaña desde que subió por primera vez a los 12 años.
Amanecer desde Topo Galindo, con el pico Oriental, envuelto en un mar de nubes. // Henry González accedió a sitios remotos de El Ávila en los que imaginaba buenas fotografías, pero, cuando las veía a través del visor, no tenían la luz adecuada. Entonces regresaba a la hora justa para conseguir la iluminación natural que quería. “Un día, después de dormir en el Pico Oriental y lograr capturar su cima envuelta en nubes, me di cuenta de que ya había conseguido una gran parte de las imágenes que necesitaba”.
Descanso en la Piedra del Indio, sector de Cachimbo. // El fotógrafo hizo un mapa mental de los lugares más conocidos del Cerro El Ávila y comenzó a subir por las diferentes entradas del parque con su cámara, objetivos y trípode. Tuvo que caminar decenas de kilómetros y ascender a sus cimas en distintas épocas del año para conseguir una gran variedad de imágenes.
Quebrada Tocome, en la parte alta del parque Los Chorros. // Para Henry González, la disciplina, la perseverancia y la paciencia son fundamentales para fotografiar la naturaleza en el mejor momento del día. “Subía a la montaña muy temprano, antes del amanecer, para poder llegar a tiempo a sus puntos más altos. La luz, el momento y el lugar son decisivos en cada una de mis imágenes”.
Luces del amanecer desde el camino hacia Cachimbo. // La crisis del coronavirus en 2020, irónicamente, ayudó a Henry González a consolidar su ensayo fotográfico sobre El Ávila. Debido a la limitada movilidad durante los días más álgidos de confinamiento, decidió acelerar su proyecto y seguí subiendo al cerro cada vez con más frecuencia, a veces sin la autorización de las autoridades.
La vegetación frondosa de la quebrada Quintero. // Durante el pico más alto de la pandemia, el parque nacional estaba cerrado, pero se encontraba en su máximo esplendor. Producto de la disminución de los niveles de contaminación en las grandes ciudades, se había vuelto más verde y salvaje. Casi nadie caminaba por sus senderos y estos empezaron a cerrarse. Con las lluvias, su vegetación tendió a crecer.
Vista del Pico Oriental con la ciudad de fondo, desde el Topo Dos Banderas, al final del día. // Durante los últimos tres años, Henry González ascendió a El Ávila con la misión de recopilar una gran cantidad de imágenes para su libro. “Mi idea siempre fue hacer imágenes documentales en el cerro, no postales turísticas desde la ciudad. Otros quizá no se han aventurado a fotografiarlo desde adentro porque no son excursionistas”.
Panorámica del Cerro El Ávila desde el Parque Simón Bolívar (Parque del Este). // El cerro ha sido un tema recurrente para los fotógrafos desde los años treinta. En 1942, desde la zona de Los Guayabitos, el fotógrafo y crítico de arte Alfredo Boulton buscó con sus imágenes hacer un prototipo estético del cerro. “Muchos hemos seguido sus pasos –explica Henry González– con nuestra propia mirada, inspirados en su idea de que toda la emoción de ser caraqueño tiene su origen en El Ávila”.
Quebrada Quintero. // A pesar de las restricciones por el coronavirus, con el paso de los días Henry González pudo retratar los hitos más importantes de El Ávila: la piedra Cachimbo, rodeada de vegetación, el Pico Naiguatá al amanecer, el bosque nublado de Papelón o las quebradas Paraíso y Quintero, crecidas después de un día de lluvia.
Un grupo de excursionistas disfruta de la vista en la cumbre del Pico Naiguatá. // Muchas de las imágenes de González reflejan la actividad de los excursionistas, los que dan paseos cortos, los que suben unas horas, pero también los que van a acampar. “La mayoría de las personas retratadas en este libro son amigos con los que he subido por los más diversos lugares, que siempre me motivaron a continuar con este proyecto”.
Amanecer desde el Pico Naiguatá. Al fondo, las montañas localizadas al este del parque nacional y el Pico Izcaragua. // Henry González señala que tener las condiciones físicas y mentales, caminar largas distancias y encontrar el lugar, el momento y la luz es fundamental para accionar el botón de la cámara. “Ser fotógrafo de naturaleza es una prueba de resistencia”.
Excursionistas en la parte alta del sector No te apures. Ruta boscosa hacia la Silla de Caracas. // Cada vez son más los aficionados al senderismo que se adentran en El Ávila. Henry considera que por esa razón, y también debido a la crisis migratoria que ha vivido el país en los últimos años, El Ávila se ha convertido en el paisaje más afectivo de los venezolanos. “No es la más alta, ni la más grande, pero sí la montaña verde que todos los caraqueños amamos”.
Bosques cerca de la Cueva de los Palmeros. // Las 200 imágenes que componen "Ávila, sierra grande" reflejan el vínculo especial con el cerro que permitió a Henry González crecer y formarme como montañista y fotógrafo. “He buscado revelar puntos de vista sin precedentes de sus paisajes, reflejar la actividad de sus excursionistas y concientizar sobre su preservación”.
