COVID-19

El sonido de dios ha desaparecido y lo que queda es un canturreo // Diario de la peste

Fotografía de Patrik Ragnarsson | Flickr

10/06/2020

El bosque de los suicidas en Japón.

Un bosque con cuerdas en algunas ramas.

Una placa en la entrada que dice: antes de hacer algo precipitado, piensa que tus padres te dieron la vida.

«Amo mi cáncer, me ha enseñado a vivir», dice una mujer en Medellín, ciudad de Pablo Escobar.

«Agarro al tiempo por los pelos», un proverbio. Pero no es posible hacer semejante cosa mucho tiempo.

En Colombia, el confinamiento obliga a profesores a transmitir sus clases a través del radio.

En muchos pueblos, ni un gramo de ese Internet que no pesa.

Lo que no pesa es mucho más caro que una piedra.

Pero la escuela tiene que continuar.

Una profesora dice: es necesario evitar «que inviten a los niños a unirse a grupos armados o a carteles de droga».

Las Variaciones Goldberg, de Bach, los sonidos de la boca de Gould, música paralela.

Pensar en una grabación sin piano, sólo la voz de Gould dando brinquitos.

Edison inventó un fonomotor.

Las vibraciones de la voz humana ponían en movimiento ciertas máquinas.

Máquinas de coser sin pedales. Y otras.

La potente voz humana. Los coros no saben cuándo recomenzar.

Una actividad peligrosa, cantar en un grupo de veinte el Réquiem de Mozart.

Muchas voces juntas en manifestaciones por todo el mundo.

Una especie de coro civil y político, no estético.

«En Oxford exigen que se retire la estatua de Cecil Rhodes.»

«Se le atribuye el mayor genocidio de negros africanos.»

Amberes: «se depuso una estatua de Leopoldo II».

Edison quiso contactar a los muertos.

La técnica siempre vuelve a lo más primitivo.

Trató de crear una máquina con vibraciones que llegaran al lejano mundo de los muertos.

México: la epidemia se acerca a su pico, dice la OMS.

Las playas de Cancún se abren.

Hay que sumergirse como una avestruz en el turismo. Agua caliente.

Bell inventó el teléfono.

Dicen que la primera llamada que trató de hacer fue a su madre, que había muerto. Un número imaginario.

Lo más moderno es lo más antiguo: no perder el vínculo con los muertos.

Una tecnología compleja que desemboca en la frase: mamá, ¿estás ahí?

El presidente de la cámara de Londres va a retirar estatuas y a cambiar el nombre de algunas calles.

Cambio brusco de la polis: cuando las calles cambian de nombre.

Casi caminas sobre otro suelo cuando es otro el nombre.

En dos meses, muchos miles de personas no se despidieron de sus muertos.

Mamá, ¿estás ahí? Papá, ¿estás ahí?

Muchos exigen un nuevo teléfono antiguo.

Volver a la primera llamada.

Dicen que se han multiplicado las ventas de tés de hierbas milagrosas y que algunas palabras mágicas han vuelto a circular.

Dios y los hombres, una relación atribulada.

El sonido de dios ha desaparecido y lo que queda es un canturreo estilo Glenn Gould.

No es todo, pero sigue siendo mucho.

***

Este texto fue publicado originalmente en portugués en el diario Expresso de Portugal, el 9 de junio de 2020. La traducción al español es de Paula Abramo.


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