Perspectivas

El fuego, el fuego, el fuego

Fotografía de Mauro Pimentel | AFP

13/11/2021

1.

Londres. Un hombre, pelo blanco, barba blanca; manifestaciones, clima. Sujeta una pancarta que pone, en inglés: “Ambientalismo sin lucha de clases no es más que jardinería”. Una frase de Chico Mendes.

El fuego que quemaba la Amazonia sigue siendo fuego que quema la Amazonia.

 

2.

Chico Mendes (1944-1988) activista ambiental brasileño. Luchó a favor de los indios de la amazonia y de sus tierras. Aprendió a leer a los 19 años de edad.

Respetado internacionalmente por su lucha. Recibió un premio de la ONU.

Fue asesinado en 1988, a “tiros de escopeta, al salir de su casa en Xapuri.”

 

3.

Escopeta, arma de fuego, una espingarda de cañón corto.

La rara idea de que las balas son fuego concentrado. Metáfora, pero también un poco de ingeniería.

Fuego sin llama; un fuego que, en lugar de repartirse por el espacio, se convierte en puro peso mortal.

“Arma de fuego”, metáfora e ingeniería – como si todo lo que mata fuera fuego o la transformación del fuego en materias más sutiles, no tan rojas.

 

4.

Con un arma de fuego, Carlo Michelstaedter (3 de junio de 1887 – octubre de 1910), un enormísimo filósofo italiano, se mató; tenía 23 años.

Era también dibujante; hay un bello autorretrato: hombre de rostro autoconfidente – y toda autoconfianza es, muchas veces, una autodesesperación.

El 5 de octubre de 1910 envió su tesis a Florencia, donde se había matriculado en la facultad de letras.

En la portada, dibujó una lamparilla y escribió en griego: “yo me he apagado”.

Hay muchas maneras de hacer un autorretrato y una lamparilla que anuncia con antelación su apagamiento es una de ellas.

Filósofo brillante se pegó un tiro en la cabeza, doce días después de enviar los famosos “apéndices críticos” de su tesis y de haber tenido una discusión con la madre. Qué es más fuerte en la desesperación (en su creación o en su apaciguamiento): ¿la familia o la filosofía?

Carlo Michelstaedter protestaba contra el mundo exterior; decía, como recuerda Roger-Pol Droit, que “la retórica, que pasea lo Absoluto por las calles de la ciudad, sólo es una vela para tranquilizar las mariposas por la noche”. Él no era una mariposa, no se calmaba con lamparillas o velas poco intensas. Carlo Michelstaedter estaba “sólo en el desierto”. Él afirmaba que sólo había una solución para la vida: “hacer de uno mismo una antorcha”.

Antes, Carlo Michelstaedter se había matriculado en la universidad de Viena, en Matemáticas.

Las matemáticas ponen algún orden en el mundo, pero la antorcha quema.

 

5.

En 1911, un año después del suicidio de Carlo, Russell, maestro de las matemáticas y de la filosofía, vio acercarse el chico extraño que sabemos hoy que se llamaba Wittgenstein -nacido en Viena en una de las familias más nobles. Carlo Michelstaedter puede considerarse uno de sus precursores.

A Wittgenstein le encantaba la aviación. Cuenta Russell que Wittgenstein se acercó a él, después de una clase, y le preguntó: “¿Usted podría decirme, por favor, si soy o no un completo idiota?” Russel le preguntó por qué razón quería saberlo.

Wittgenstein le contestó: “Si soy completamente idiota me voy a la aviación; si no soy completamente idiota me voy a la filosofía.”

De alguna manera, la decisión gravitaba entre la ingeniería constructiva y la filosofía, pensamiento puro sin punto de aplicación material. Entre el hacer de las manos (o el dibujo técnico) – y el hacer de la cabeza. Cambiar el terreno exterior o el terreno del pensamiento.

Unos meses después, el joven Wittgenstein le entregó en mano un texto a Russell. Este leyó, justo allí, la primera frase y dijo: “no debes irte a la aviación.”

Para mí mismo, siempre he pensado que la filosofía es una forma mental de hacer aviación.

 

6.

Tanto fuego viene de arriba, imposible contabilizarlo.

Desde el inicio de la aviación, los bombardeos se multiplicaron y las amenazas bíblicas, del fuego que venía de los cielos, se confirmaron -perdieron el estatus divino (o diabólico), ganaron ingeniería, matemática y mental.

 

7.

Tanto fuego viene desde arriba, tanto fuego viene desde abajo; todos los días.

Pero hay días en los que el fuego se nos viene encima.

No somos una antorcha; la vida, sí, es una antorcha. Nosotros somos aquello que va a ser quemado.

 

Nos despedimos de ella por el fuego.

Compañera de nueve años, mi perra Jeri murió el jueves

día 4 de Noviembre.

***

Originalmente publicado no Jornal Expresso.

Traducción de Leonor López de Carrión.


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