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EE. UU. golpearía a sus propios fabricantes de coches si consumara sus amenazas arancelarias, opina el experto en administración de empresas y economía automotriz Ferdinand Dudenhöffer, de la Universidad Duisburgo-Essen.
El pasado viernes (2.3.2018), el Gobierno estadounidense anunció que elevaría los aranceles impuestos a las importaciones de acero y aluminio independientemente de su procedencia. Afectada negativamente por esa medida -tachada de «unilateral» e «injustificada»-, la Unión Europea dejó saber que respondería a esa moción aumentando los aranceles que pesan sobre la importación de productos estadounidenses.
El «hombre fuerte» de la Casa Blanca, Donald Trump, no tardó en reaccionar vía Twitter, alegando que si el bloque comunitario incrementaba sus «de por sí enormes tarifas» para perjudicar a las empresas estadounidenses que operan en el Viejo Continente, Washington le aplicaría un impuesto especial a los vehículos europeos que hoy circulan «libremente» por Estados Unidos.
Ninguna de las partes está realmente interesada en una «guerra comercial», pero el carácter impulsivo atribuido a Trump hace temer que ésta sea posible. DW consultó a Ferdinand Dudenhöffer sobre los efectos que estos aranceles punitivos podrían tener sobre la balanza comercial bilateral. Dudenhöffer es profesor de administración y dirección de empresas, y experto en economía automotriz de la Universidad Duisburgo-Essen.
Deutsche Welle: Sr. Dudenhöffer, ¿qué tan golpeada puede resultar la industria automotriz alemana si Estados Unidos cumple sus amenazas arancelarias?
Ferdinand Dudenhöffer: El peor de los escenarios sería el siguiente: los vehículos que compañías alemanas, como BMW, fabrican en Estados Unidos con miras a exportarlos serían sustraídos de las importaciones estadounidenses de vehículos BMW. Esta empresa germana fabrica más autos en Estados Unidos de los que vende. Si no tomáramos eso en cuenta y se les impusieran aranceles punitivos a todos los autos BMW adicionales, habría que aplicarles esa medida a 150.000 coches al año. Las mismas cifras se manejarían para el caso de Daimler. Al final de las cuentas, la medida de Trump sólo afectaría negativamente al diez por ciento de las ventas mundiales, tanto de BMW como de Daimler.
¿A cuánto ascenderían las pérdidas?
En el caso de VW, eso afectaría a unos 300.000 automóviles de las marcas producidas, es decir, Porsche, Audi y Volkswagen. Yo calculo que la pérdida estaría por el orden del 5 por ciento. Eso dolería. En el peor de los casos, los fabricantes alemanes sentirían la presión, pero los estadounidenses también. Más de seis millones de automóviles estadounidenses son exportados a Estados Unidos, sobre todo desde México. Eso significa que General Motors importa 700.000 coches; Chrysler importa más o menos la misma cantidad. Eso le traería pérdidas a los alemanes, pero no tanto como al mercado automotriz estadounidense. Él sufriría enormemente y podría caer en recesión. Eso es algo que Trump no puede permitirse. Por eso creo que su amenaza es una fanfarronada.
Usted habló de Daimler y BMW, empresas alemanas que fabrican autos en Estados Unidos. Pero, ¿qué hay de las compañías alemanas que no lo hacen? ¿Se verían ellas seriamente afectadas si Trump consuma su amenaza?
Sí, así es. Los aranceles punitivos de Trump golpearían a Jaguar Land Rover, por ejemplo; a marcas como Volvo y Ferrari. En otras palabras, los fabricantes de autos exóticos sufrirían mucho.
Henrik Böhme (ERC/VT)
Deutsche Welle
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