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Alirio Ugarte Pelayo en su última entrevista: “No creo en una Venezuela limitada por el odio”

31/05/2020

Alirio Ugarte Pelayo retratado por Tito Caula. © Archivo Fotografía Urbana

—La muerte de Alirio Ugarte Pelayo cambió la historia de Venezuela -dice Esteban Araujo. Ha leído la nota que sobre el político y escribimos en Prodavinci y tiene mucho que agregar. No es el único, por cierto.

—No tengo duda -asegura Esteban Sraujo- de que Alirio, como candidato de un frente integrado por URD, FDP, (el partido de Jorge Dáger) y FND, (el partido de Uslar Pietri), hubiera ganado las elecciones y las cosas hubieran sido diferentes. El hecho es que, tras su desaparición del escenario político, el bipartidismo se consagró y se produjo la desviación del proyecto democrático venezolano.

Conocido como gerente cultural, Esteban Araujo es abogado, experto en derecho tributario. Fue dirigente de URD y asistente de Ugarte durante dos años, además de gran amigo.

A más de medio siglo de su muerte, acaecida en mayo de 1966, la figura de Ugarte Pelayo conserva un gran atractivo. Al leer la nota, un amigo me escribe: «Tengo clara en mi memoria la imagen de mi madre comentando por teléfono la noticia de la muerte de Ugarte Pelayo, bañada en lágrimas».

Tuve la suerte -me escribió Paulina Gamus- de conocerlo y admirarlo. Me conmocionó su suicidio pocos días después de una entrevista en televisión en la que se veía muy alterado. En esa época, las entrevistas eran en vivo y se permitía fumar, creo que se fumó dos cajetillas de cigarrillos en el transcurso de la entrevista.

Claudia Ugarte, hija menor del legendario larense, escribió también para rechazar con vehemencia la tesis del suicidio. «El hecho de URD», afirma la hija, «no llevó a mi papá a tomar una decisión tan cobarde y simplista. Todo lo contrario, de inmediato se concentró en formar su nuevo partido para llegar tan lejos como la vejez se lo permitiera». Para la familia es importante también establecer que el general Gabaldón, padre biológico de Alirio, entregó su hijo a los Ugarte Pelayo, «no por casualidad. Ellos sostenían una fraternal amistad de años» y el general sabía que eran «gente de buenos principios, de buena clase social».

Me quedé esperando, eso sí, la correspondencia de alguna institución interesada en una reedición de la obra literaria (llegó a publicar cinco libros de poesías) y periodística de AUP, así como su epistolario, esfuerzo al que me encantaría sumarme.

La fotografía es de Tito Caula. Fue hecha poco antes de la muerte de Ugarte. Su atmósfera, llena de sombras, tiene un aura de anuncio funesto, enfatizada por la presencia del Cristo en la cruz como escondido en el cuartico de las escobas. Muestra un hombre en la plenitud de su atractivo físico, con un aire pensativo y solemne. La frente, aunque lisa y sin marcas, se ve azotada por tempestades internas. Los labios apretados. El cuello y los puños de la camisa, muy blancos, como destellos de certidumbre en un mar agitado y nocturno. Da la impresión de que, dentro de un segundo, descruzará la pierna, se quitará la mano de la barbilla y hará un comentario propio de un líder. Pero si se le mira bien, se echa de ver que estaba componiendo mentalmente un poema.

Ugarte Pelayo y Pérez Jiménez

La vida de Ugarte Pelayo, como todas las biografías interesantes, está llena de claroscuros. Uno de los episodios más controversiales es el de su conducta ante el golpe a Rómulo Gallegos, presidente elegido por votación popular.

—A raíz del derrocamiento de Gallegos, Alirio publicó varios artículos muy agresivos contra el gobierno depuesto, pero por la similitud de sus iniciales con las de Uslar, AUP, los adecos se las atribuyeron al viejo -dice Alfredo Coronil Hartman-. Y Alirio fue también el redactor del Decreto de Ilegalización de AD. No obstante, Betancourt permitió que ocupase una embajada tan importante como la de México.

«El nexo de mi familia con Alirio se creó a través de la Nena Coronil, [pionera de los estudios de ballet en Venezuela], mi tía paterna, quien trabajó con él, como ministra consejera en México y se hicieron buenos amigos. Ella lo introdujo en la casa de mi abuela Coronil, pese a la excepcional relación de mi abuelo con el general Gómez, de quien fue abogado. Los Coronil no fuimos percibidos nunca como los gomecistas típicos, quizá eso facilitó la buena química con Alirio. Sus sufrimientos como escolar eran conocidos. Deborah Gabaldón, hija del doctor y general José Jesús Gabaldón, quien fue presidente del estado Lara, me contó cómo los encantadores compañeros de estudio le hacían mofa con un versito muy cruel: “Ni es Ugarte/ ni es Pelayo/ es hijo de una Tamayo / bastardo de Gabaldón”. Para cualquiera, y más para un hombre sensible, tuvo que ser muy duro».

Al preguntarle a Esteban Araujo cuál había sido la relación de AUP con la dictadura de Pérez Jiménez, asunto por el que fue muy criticado después, dice: «Tuvo varias etapas. Al momento del Golpe del 48, Alirio fue a Miraflores como periodista a entrevistar a quienes asumían sus funciones en el nuevo Gobierno. Allí encontró a viejos amigos, compañeros del PDV medinista, y al día siguiente lo nombraron director de Política del Ministerio de Relaciones Interiores».

—En 1949, -sigue Araujo- lo nombran Gobernador del estado Monagas, cargo que ejerció con gran talento y probidad durante 34 meses. Renunció en protesta por el cierre de la UCV. El Gobierno reacciona mal ante esa renuncia y ordena su detención. Avisado por amigos, logró salir de Venezuela. Se domicilió en Madrid y viajó por Europa. Se dedicó a estudiar la historia de la pintura y visitó los museos más famosos del viejo continente. Fruto de ese estudio es su ensayo “Lo concreto y lo abstracto en la Historia de la Pintura”, que sigue desaparecido.

«Regresa a Caracas en 1957, como Consultor Jurídico de la Creole, y eso le permite una cierta condición de intocable para el régimen perezjimenista. Tenía 33 años. Entra clandestinamente en contacto con los activistas de la resistencia, a través de Amílcar Gómez, periodista deportivo y urredista, que nunca tuvo figuración política, razón por la cual no era tenido como enemigo por el régimen. Cuando se forma la Junta Patriótica, Amílcar entra en representación de URD. Esa relación hace que Alirio sea el redactor del Segundo Manifiesto de la Junta Patriótica. El 23 de enero, Alirio es uno de los redactores del Acta de la Junta de Gobierno y Secretario de la misma. Poco después se inscribe en URD».

—¿Cuáles son, a su juicio, los hechos y circunstancias que contribiuyeron a la formación del carácter de Ugarte Pelayo?

—Creo que uno de los más influyentes es su origen -dice Esteban Araujo-. Lo digo por el particular estado emocional en que se sumergía cuando hablaba de eso. Esa influencia fue muy fuerte en su primera infancia, porque sufrió el acoso y el odio de su maestro y de los gomecistas de Guanare. Por eso, la familia se mudó a Acarigua.

Alirio tenía por sus padres adoptivos particular devoción, que no mermó cuando comenzaron sus relaciones con los hermanos Gabaldón. Hacia el General Gabaldón tenía un afecto realmente filial y mucha admiración. Lo visitaba con frecuencia, tanto en Caracas como en Macuto. Alirio admiraba al general Gabaldón y quería que este se sintiera orgullo de él.

—¿Cómo describiría el carácter de AUP?

—Alirio era naturalmente melancólico, aún cuando cultivaba el buen humor. Extrovertido a su manera, podía ser cordial, amistoso, efusivo y hasta tierno con quienes sentía afecto. En su vida privada era poco dado a lo frívolo y trataba siempre de llevar al plano de lo razonable todos los conflictos. En ese espacio íntimo le gustaba declamar y lo hacía muy bien. Creo que superó el conflicto de su origen en el terreno racional, pero su tristeza, tan visible en su poesía, le quedó como parte de su personalidad. Tenía etapas depresivas de poca duración, hasta la última que culminó en su muerte.

Alirio despertaba grandes pasiones. Era admirado, envidiado e incluso idealizado por vastos sectores. Puedo asegurar que nunca ha habido en Venezuela una reacción semejante a la muerte de un líder. Estoy hablando de reaciones espontáneas. No de propaganda. El país se estremeció ante aquella muerte. Alirio era percibido como una esperanza.

—¿Cuál diría usted que fue la causa de la muerte de Alirio Ugarte Pelayo?

—En las dos primeras semanas siguientes a su muerte, nadie en Venezuela dudó del suicidio. Los cercanos sabíamos que su depresión de ese período era real, que pasaba las noches sin dormir, comía poco y tenía una visión pesimista del futuro inmediato. Entre nosotros solía afirmar: “Hermano, la vida nos tendió una trampa y hemos caído en ella”. Se refería a su salida de URD, con la que el partido quedó tan golpeado que no volvió a recuperarse y comenzó el descenso hasta su desaparición. La mitad de los miembros de la Dirección Nacional, solidarios con Alirio, renunciamos a la organización. Solo aquellos vinculados con la participación en el Gobierno y algunos joviteros fanáticos quedaron alrededor de Villalba.

Alirio podía haber conformado un partido político de buenas perspectivas. Pero, hundido en su depresión, solo veía los aspectos negativos. Su afecto por Jóvito Villalba. [quien expulsó a AUP de URD] era sincero y, aún reconociendo que la hora de Jóvito había pasado, él buscaba una solución con Jóvito y dentro de URD. Sucedieron cosas que contribuyeron, falsa e innecesariamente, a cerrar los caminos del diálogo entre ellos y provocaron ese desenlace.

Dos semanas después de la muerte de Alirio, llegaron a su casa unas personas que se dijeron vinculadas con el Cuerpo Técnico de Policía Judicial y le entregaron a su esposa, Caridad Sperandío, una copias que dijeron tomadas del expediente abierto para la investigación judicial. Según esas copias, alrededor de la herida no había el tatuaje de pólvora quemada, propio de los disparos muy cercanos, ni tampoco pólvora en las manos de Alirio. Por otra parte, esto ya fue verbal, la trayectoria del proyectil en el cráneo fue descendente, cuando lo general en los casos de suicidio es que sea descendente. A partir de esto, se construyeron hipótesis sobre la forma de producir el crimen y hacerlo aparecer como suicidio. Un disparo desde la ventana, con silenciador, era la posibilidad mas aceptada por los investigadores.

Por supuesto, la reacción de la familia y los amigos cercanos fue inmediata. Convocamos una rueda de prensa y entregamos a los periodistas ese material. Pedimos al Gobierno una investigación seria sobre el caso. Nada se supo de esa investigación. El expediente fue cerrado diez años después.

—Cierta corriente de opinión señaló, de manera más o menos velada, a Jóvito Villaba como interesado en la desaparición física de Alirio Ugarte.

—Eso no tiene el menor fundamento -establece Esteban Araujo-. Jóvito no era capaz de asesinato. Ni mucho menos. Eso está descartado. Más áun, Jóvito quedó destruido con la muerte de Alirio. Le pegó muchísimo. Todo lo que él había dicho y hecho contra Alirio había sido producto de la ofuscación, como él mismo lo reconoció. Yo mismo, después de la muerte de Alirio, dejé de hablarle a Jóvito y lo evitaba dondequiera que me lo encontraba. Le reprochaba la expulsión a Alirio de URD y el dolor que eso le había causado. Hasta un día de 1983, URD estaba apoyando a Lusinchi… yo estaba en un restorán en Altamira. Cuando voy saliendo, en toda la puerta consigo a Jóvito, quien ve mi empeño por devolverme para evitarlo y me dice: “Hace bien en despreciarme, hijo, porque yo fui el culpable de aquello…”. Tenía los ojos llenos de lágrimas. Y en la puerta del restorán nos echamos a llorar, abrazados. Le di mi teléfono y a los pocos días me llamó. A partir de entonces, me convocó su oficina con frecuencia. Y solía repasar sus errores. Jóvito pasó los últimos años de su vida en una gran soledad y autoflagelándose por su fracaso.

—¿Jóvito Villalba fue el único alto dirigente de URD que abonó a la expulsión de Ugarte? ¿O fueron otros su némesis?

—El dirigente del partido que con mayor firmeza e inteligencia se opuso a Alirio, y dirigió la conspiración en su contra, fue Juan Manuel Domínguez Chacín. Tenían puntos de vista opuestos: Juan Manuel propiciaba un acercamiento con AD e incluso la fusión, mientras Alirio era partidario de definir un perfil propio para URD.

En las siguientes elecciones, las del 68, URD fue como parte del Amplio Frente y la candidatura de Burelli Rivas. Domínguez Chacín renunció a URD en una carta, más bien un libro, (de 190 páginas), donde plantea que URD debía fundirse con AD, cosa que los adecos jamás plantearon, y apoyar la candidatura de Gonzalo Barrios. Al ver que Jóvito había decidido apoyar a Burelli, Juan Manuel le dice: “¿Para esto sacrificamos a Alirio?, pero si la idea de Alirio era exactamente esta, constotuir un frente, pero con una candidatura suya, de él, tan valioso, ¿y lo sacamos del partido para venir ahora apoyar a un pelele como Burelli Rivas? Yo no lo apoyaré”. Se culpa y culpa a Jóvito, desde luego moralmente, del “sacrificio de Alirio”. Dos meses, se dio un tiro en la sien. Con este segundo disparo se consolidó la muerte de URD.

La última entrevista

El viernes 13 de mayo, seis días antes de muerte, Alirio Ugarte Pelayo dio una conferencia en el Rotary Club de Puerto Ordaz. Al día siguiente ofreció una rueda de prensa en el hotel Rasil, donde se hospedaba. Reyes Maia, corresponsal de El Nacional en esa ciudad, recogió en su nota las siguientes declaraciones:

«No creo», dijo AUP, el sábado 14 de mayo (moriría el 19 en la mañana), «en una Venezuela limitada por el odio. No creo en una Venezuela frenada en sus posibilidades y realizaciones». Esta es, por cierto, la frase que el colega escogió para titular. No podía saber que 60 años después tendría una vigencia estremecedora.

—Creo -siguió Ugarte- que al país le está planteada una profunda transformación. Transformación en los métodos políticos, así como en los administrativos; transformación en los niveles culturales; y afirmación plena de una Venezuela vigorosa y pujante. […] El pueblo venezolano, al fin y al cabo con origen en su Independencia, terminará por estar unido en el alcance de metas superiores. Para eso, nuestra actitud tiene que ser de confluencia y afirmación, y no de negación y diatriba.

Concluida la conferencia de prensa, Ugarte salió de Puerto Ordaz camino al Guárico, donde debía cumplir un compromiso en Zaraza. Aquella fue, por tanto, la última entrevista que concedió, puesto que la siguiente sería el 20 de mayo, en su residencia de Caracas. Pero antes de dirigirse a los reporteros, que ya se habían congregado en el lugar, ofreció disculpas y se fue a su biblioteca. De pronto sonó una detonación como de una puerta al cerrarse con violencia. Pero no. Era un disparo.


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