Eliminatorias Sudamericanas

A la Vinotinto no le bastó la fe contra Colombia

Fotografía de Juan Barreto | AFP

08/09/2023

La selección de Venezuela perdió por un gol en el comienzo de las Eliminatorias Sudamericanas para clasificar a la Copa del Mundo que se organizará entre Canadá, Estados Unidos y México.

Nuevo ciclo eliminatorio para clasificar a una Copa del Mundo de Fútbol, mismos problemas para la selección de Venezuela. El equipo, de visita por Colombia este jueves 7 de septiembre de 2023, volvió sobre tendencias que condicionan su rendimiento desde hace años. De momento, la fe en la Vinotinto, la ilusión que se renueva cada tanto, no es suficiente para cambiar la historia contemporánea.

Luego de un primer tiempo correcto en fase defensiva, un descuido en el comienzo de la segunda parte representó la derrota por un gol (Rafael Borré, 46’) en el Estadio Metropolitano de Fútbol Roberto Meléndez. Es otra desatención que implosiona el rendimiento del conjunto, alejándolo de resultados más amables. Desde 1998 hasta 2023, Venezuela solo ganó uno de los ocho partidos inaugurales de las Eliminatorias Sudamericanas.

Pero la ilusión tiene más presente que pasado. Ese estado de ánimo debió potenciarse luego de los primeros 45 minutos con el 0 a 0 en el marcador. Había trampa en el resultado. Aún con orden y concentración en defensa, Colombia tuvo varias ocasiones en las que pudo tomar ventaja en el marcador; en especial, con Luis Díaz agrediendo el sector derecho de la Vinotinto. 

Colombia vs. Venezuela: un guion previsible

Un equipo capaz de presionar, recuperar rápido —quizá en campo rival— y atacar. O quizá una propuesta basada en defender lejos de su área, con un bloque compacto, y apostar por el juego directo en ofensiva. Esos podían algunos de los escenarios más atrevidos y optimistas en relación con el rendimiento de Venezuela antes de que se conociera la alineación. Incluso sin que los partidos previos invitaran a pensar en propuestas similares y las características de los jugadores condicionaran esas intenciones.

Pero ¿por qué no? 

Cuando se supo que la Vinotinto jugaría con un 4-3-3, con dos mediocampistas más capacitados para destruir que para crear (Tomás Rincón y José Martínez), cualquier plan arriesgado podía desecharse. Venezuela cedió el control de la pelota y, con el paso de los minutos, muchos metros del campo. No eran necesarias las estadísticas o documentales producidos por ESPN para recordar otros partidos que se jugaron de esa manera. Sin encerrarse en su área, el equipo lleva varios años —y cuerpos técnicos— repitiendo esa conducta. La idea es clara: su rendimiento está sujeto al cero en el arco propio. 

Ese plan se tambalea cuando no ofrece un ritmo de juego y mecanismos que le permita acercarse al campo rival. En La Vinotinto, la norma en la historia contemporánea es que el gol venga de acciones puntuales de uno u otro jugador, si no de un error rival. Yangel Herrera y Darwin Machís fueron dos de los que contaron con una chance; la más evidente fue la de Herrera, un cabezazo que pudo cambiar el guion del relato. Pero no. Si Venezuela no aprovecha sus ocasiones escasas de sacar ventaja, los partidos se le hacen largos y queda expuesta a la voluntad del contrario. 

Sin un flow ofensivo para asociarse, los jugadores más talentosos de Venezuela parecen mediocres y sus delanteros cumplen un rol pasivo. Los mejores años de Salomón Rondón quedaron atrás. No tuvo, desde el sistema de juego, un entorno que pudiera potenciarlo aún más; ahora, cuando su tiempo va pasando, no tiene acompañantes y además carece de ritmo en competencia, su influencia en los partidos es nula. Esto, en La Vinotinto, podría ocurrir con cualquier delantero.

Fotografía de Juan Barreto | AFP

La resiliencia (o su ausencia) y la dirección de campo de Fernando Batista

El discurso del nuevo seleccionador, Fernando Batista, y de la Federación Venezolana de Fútbol se ha orientado a mirar con optimismo los próximos partidos de la Vinotinto. Sin embargo, cuando las palabras no se reflejan en hechos, las dudas sobre los procesos deportivos resultan más inquietantes. 

Fernando Batista asumió una selección que desde el pasado ciclo eliminatorio convive con la renovación de varias de sus figuras. Durante el partido contra Colombia, uno de los más expuestos fue Tomás Rincón. El capitán volvió al centro del campo. Si el entrenador quiso respetar el peso y la importancia del jugador, puede que este no fuera el mejor momento, teniendo en cuenta que ha jugado poco en Brasil y que aún carece del ritmo competitivo.

Varios jugadores parecían desgastados, ahogados de calor y humedad. Puede que Fernando Batista haya tardado en notarlo para hacer las sustituciones. Los cambios no le dieron otro aire al equipo, aunque Rómulo Otero hizo algunas propuestas interesantes en cuanto a visión y administración de juego. Quizá le valgan para comenzar de titular el próximo partido.

Contra Colombia, Venezuela volvió a ser un equipo incapaz de sobreponerse a la adversidad. A la falta de ideas ofensivas colectivas, cada ciclo eliminatorio lega en el otro una certeza incómoda: cuando está perdiendo, no hay ataque ni carácter para acortar la distancia con el rival —ni hablar de remontar—. Esa conducta es curiosa, si se tiene en cuenta que uno de los conceptos que cada tanto reaparece en relación con la sociedad venezolana —dentro y fuera de sus fronteras— es la resiliencia.

La sensación es que se cuenta con el talento individual para ofrecer una mejor propuesta, pero no basta con echar las piezas sobre la mesa. Para armar el rompecabezas es necesario reconocer cómo una y otra pieza pueden encajar según sus características. Si esto no se logra, pasarán los partidos y darán iguales las pocas ocasiones generadas, la estabilidad defensiva que se pueda mantener —aunque persista el problema de los laterales— o el rendimiento particular de uno u otro futbolista.

La derrota contra Colombia era previsible. El rendimiento, propio del guion de El día de la marmota (1993), es lo alarmante. En este contexto, el próximo partido contra Paraguay (12 de septiembre, Estadio Monumental de Maturín), ya pone en juego algo más que tres puntos: puede abrir una nueva crisis de fe.

¿Cómo reaccionará el equipo?


ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR

Suscríbete al boletín

No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo