Perspectivas

“La otra isla” de Francisco Suniaga

20/10/2020

Francisco Suniaga. ©Rubén Flores. Archivo Fotografía Urbana

Se cumplen 15 años de la publicación de esta primera novela de Francisco Suniaga, la cual contó con una estupenda recepción seguida de trece ediciones. Una verdadera curiosidad editorial. En renglón aparte quisiera recordar cuando leí El cine y el hombre imaginario, de Edgar Morin, y la manera como el autor justificaba el fenómeno de las eternas actrices (las divas) del cine; él pensaba que dicho fenómeno tenía que ver con la mágica circunstancia de que tales beldades cabalgaban sobre impulsos profundos, entablando un diálogo deseado y perdurable.

Hablamos de una representación que posee cualidades muy particulares y cuya imagen segunda es un arquetipo colectivo, que siempre estará tras bastidores animando nuestro decidido entusiasmo. Esto es lo que ocurrió con la novela de Suniaga; fue como recibir un regalo envuelto en varias hojas de lustroso y fino papel. Al leer la novela simplemente vas desechando estas capas hasta quedarte con la verdadera almendra del asunto de La otra isla (2005), que consiste en el lugar específico que juegan las formas de la violencia en la vida cultural de una comunidad. Formas instintivas, pasionales, amorosas, o formas de violencia ritual como la pelea de gallos.

El antropólogo Clifford Geertz llamó a estos desafíos de gallos: un «juego profundo», es un ritual de muerte constantemente descalificado por las personalidades más sutiles; la estudiosa Margaret Mead lo juzgaba despectivamente como «una pelea de penes». A pesar de ello, el ritual de la pelea de gallos tiene más de tres mil años de existencia. No se ha definido el origen preciso de su inicio. Ha existido tanto en las islas de Indonesia, como en el resto del oriente, se han encontrado firmes vestigios en el mundo árabe y griego. Confucio les dedico un poema. En fin, hay más galleras que iglesias; o, en otras palabras, la gallera es muchas veces la verdadera iglesia.

Sin título (gallo). Tito Caula ©Archivo Fotografía Urbana

Lo digo por su vínculo ancestral con los dioses. Se trata del vinculo entre los rituales de sacrificio y su relación con lo divino. Un asunto central entre ensayos memorables como el de Walter Burkert: el origen salvaje, ritos de sacrificio y mito entre los griegos. Rituales de sacrificio, como el de la muerte del macho cabrío que se encuentran en el origen remoto de la tragedia griega. Y esta novela de Suniaga tiene en verdad visos de tragedia.

Sus personajes más emblemáticos, la pareja constituida por Renata y Wolfgang Kreutzer, retan a las fuerzas del destino hasta las últimas consecuencias, es decir hasta la muerte. Ambos encarnan por separado la poderosa interrogación del deseo sobre nuestras vidas: Renata por el camino del amor pasión y Wolfgang atrapado en su vivencia de un ritual donde tiene el privilegio de rencontrarse con la dimensión de lo animal mediante un juego de proyecciones en el que pareciera que el hombre quiere ser gallo y el gallo quiere ser hombre. Los capítulos dedicados a la iniciación gallística de Wolfgang (XIX; XX; XXI y siguientes) son quizás los de una prosa más detenida en ricas observaciones, el lenguaje se torna sensual y revelador, y la palabra abandona el recuento de unas acciones.

Sin título (gallo). Tito Caula ©Archivo Fotografía Urbana

El relato de la vida de Renata y Wolfgang desnuda la íntima relación entre el orden y la violencia. Un intercambio necesario en la supervivencia de lo humano. Burkert sostiene en su interesantísimo ensayo (y Suniaga algo semejante en su novela) que los dioses (esa fuerza que gobierna nuestras vidas) comen algo de la carne de los rituales a través del fuego del destino y los humanos se comerán la carne cruda. El ritual de sacrificio y la tragedia alimentan tanto a los dioses como a los hombres.

Esta novela tiene la virtud de entrar en un mundo (el de una comunidad cultural) sin anticipar juicios morales, respetando en todo momento el imperativo de la naturalidad. Es una novela que planea sobre la aceptación de temas profundos. Este hecho ha debido colocar al lector en una perspectiva interesante. Total, como dijo Diógenes: “el lugar más oscuro de la taberna es el más llamativo”. Suniaga al abordar la vida urbana y provinciana no entabla conflictos entre civilización y barbarie, solamente hay un mundo, un universo cultural que deberíamos aceptar. Un orden humano que lamentamos y celebramos. La existencia de una forma de vivir propia. Todos, aspectos esenciales que encierra esta primera y exitosa novela: que hoy celebro.


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