(COPY)

Por Indira Rojas

La educación en Venezuela ha evolucionado de acuerdo a los vaivenes políticos, los modelos de enseñanza en boga y las iniciativas de los maestros. Los profesores buscaron, incluso en el contexto de la dictadura, la forma de conocer los métodos más novedosos para mejorar el sistema. En la década de los 50 finalmente llegó la expansión de la educación, y con ello la formación de venezolanos para el desarrollo socioeconómico. Esta entrevista forma parte de Maestros en recesión, un especial de Prodavinci sobre la crisis laboral y profesional de los educadores en Venezuela y su impacto sobre la calidad educativa.

Al terminar los 27 años de dictadura de Juan Vicente Gómez, solo 20% de la población en edad escolar asistía a las escuelas y el analfabetismo alcanzó el 80%, según la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria. Al régimen no le interesaba expandir la enseñanza y los maestros venezolanos reprobaban el modelo por obsoleto y restrictivo. Sabían que existían nuevas corrientes de pensamiento y se las arreglaban para difundirlas. Debieron esperar el surgimiento de la democracia, para que sus propuestas se aplicaran de forma institucional. No obstante, en medio del contexto represivo, lograron organizarse como gremio. A partir de la década de los 40, la masificación de la educación no solo trajo mejoras para los estudiantes: también se concentró en formar docentes de calidad.

El sistema educativo venezolano se forjó en el siglo XX con tres elementos clave: intereses políticos, modelos de enseñanza e iniciativas de maestros. “La sociedad es una entidad viva. Nace, crece y evoluciona hacia estados superiores de desarrollo. La educación juega un rol fundamental en ese proceso, porque es uno de los mecanismos que permiten mantener y transmitir en el tiempo los principios bajo los cuales se organiza la sociedad para avanzar”, dice el historiador y abogado venezolano Gustavo Vaamonde. 

Vaamonde es individuo de número de la Academia Nacional de la Historia. Fue profesor en la Universidad Central de Venezuela, donde también coordinó la maestría de Historia de Venezuela Republicana. Ha recibido diferentes reconocimientos, entre ellos el Premio de Historia Rafael María Baralt y el Premio Nacional de Historia Francisco González Guinán. Es autor del ensayo “Del sistema restrictivo a la educación de masas”, escrito para el libro La sociedad en el siglo XX venezolano y publicado por la Fundación de la Cultura Urbana en 2021. En Aula Prodavinci podrá encontrar guías para docentes y alumnos que contienen material adaptado de este libro. Sirven para el estudio de los procesos de modernización del país. 

En su artículo, Vaamonde describe las transformaciones del modelo educativo desde Cipriano Castro. Se apoya en registros de las primeras organizaciones docentes del siglo XX, en trabajos e investigaciones realizadas en el pasado por historiadores y especialistas en educación, a quienes quiere reconocer por mantener viva la memoria de la instrucción pública. 

Cuando finalmente llega la democracia, a finales de la década de los 50, ¿qué se hizo para atender y desarrollar el sistema educativo?

El proceso educativo caminó a la par de los fenómenos que formaron parte de la construcción del Estado venezolano. Había actores políticos que trataban de poner al país a la moda con el pensamiento más adelantado en materia educativa, pero también debían sopesar esas ideas en una Venezuela que arrastraba dificultades. Antes de hablar de cambios macros en el modelo educativo, había que atender algo más fundamental: alfabetizar a la población. Era necesario enfocarse en ese lastre histórico, porque estábamos ante un país desarticulado. Además, no puedes hablar de educación ni atender las políticas para colegios y escuelas si tienes problemas de comunicación porque no hay carreteras, si tienes un problema energético, si tienes problemas de salud. Me parece pragmática la visión de Rómulo Betancourt, y de todos sus compañeros de partido, expresada en el Plan de Barranquilla: deciden enfocarse en los problemas sustanciales que tiene el país para después desarrollar las propuestas que ya estaban sobre la mesa, que ya se reflejaban en la Revista Pedagógica y se habían discutido en los congresos que realizaba la Asociación de Profesores de Venezuela; iniciativas que surgieron en el período gomecista.

¿Qué cambios significativos sugerían en la educación de los venezolanos estas propuestas que menciona, traídas a la mesa por los docentes?

Se basan en la Escuela Nueva o puerocéntrica, propuesta del educador suizo Adolphe Ferriére, quien sostenía que el centro de la educación debía ser el niño y la niña. Significaba darle oportunidad a los intereses y las preocupaciones que tuviese el estudiante, para que marcaran el proceso educativo. Impulsaba así la libertad de acción y de interpretación, la espontaneidad y la voluntad del niño de acercarse a los problemas que le inquietaban. Lo que modificaba el modelo que sugería tener un conocimiento preparado que se imponía a la fuerza. Era algo radical. Para mí fue interesantísimo cuando me aproximé hace años a este tema, porque esa propuesta implicaba cambiar una concepción que todavía era popular cuando yo era joven y que se trataba de la imposición de los programas, de las tareas, de lo que debías aprender y conocer. 

Si analizamos la historia, vemos siempre que en los procesos educativos subyace un trasfondo político. La Escuela Nueva recibe un impulso después de 1945, cuando las grandes mayorías, como las mujeres y las personas analfabetas, reciben todo el foco y se propone que participen de los beneficios de la educación. En pocas palabras, el modelo se redirecciona hacia la idea de fomentar la cultura de las grandes mayorías, porque serían el futuro soporte del sistema democrático que se estaba instaurando. Rómulo Gallegos decía, y cito, que era necesario el “desarrollo social y cultural de las mayorías” y “atenuar la lucha social mediante el aumento de la capacidad adquisitiva de los trabajadores”. Esto último es importante porque hay que considerar que el trabajador es un nuevo actor en esta época.

¿La expansión educativa también trajo mejoras económicas y laborales para los docentes?

Una de las características del periodo de la democracia representativa en Venezuela, a partir de 1958, fue la expansión de la economía, producto de la riqueza petrolera. En muchos casos, eso significó beneficios laborales e incrementos salariales para muchos. Y si esto no se daba, existía la oportunidad de reclamar esos beneficios para los trabajadores y sus familias, posibilidad que no existe o murió a partir de la instalación del gobierno de la llamada Quinta República, dado que uno de sus propósitos principales fue cambiar las estructuras y fundamentos del periodo de la democracia representativa. 

¿Qué efectos tuvo a largo plazo esta expansión de la educación, incluso fuera del sector? 

Se dice que el siglo XX venezolano fue nulo. Eso es falso. Avanzamos en justicia social y en reivindicaciones históricas, elementos que se reclaman en el presente. Esto significó dar oportunidades a todos para que participaran en el sistema educativo, así como dar seguridad social y aumentar el salario de los profesores. Se creó el sistema Fundayacucho, y muchos venezolanos se formaron en todas las áreas en distintas universidades del mundo. Eso tuvo un impacto en el desarrollo de trabajadores especializados para el área petrolera y en el área de salud, por dar algunos ejemplos. La masificación no solo se interpretó como la expansión de las posibilidades, también se conjugó la calidad. Yo comencé a estudiar Historia en la Universidad Central de Venezuela cuando tenía 17 años. No tenía para pagar una universidad privada, pero fui beneficiario de becas del Estado venezolano por parte de la universidad. Disfrutaba del comedor y podía usar la biblioteca hasta las doce de la noche. Tengo dos pregrados, uno como abogado y otro como licenciado en Historia, y debo mi formación profesional al proceso de expansión.

Venezuela fue pionera en Suramérica al implementar el sistema masivo. En la década de los 60, el Estado se abocó con recursos, con dinero, a desarrollar un sistema educativo en todos los niveles: básico, medio, universitario. El propósito era la masificación de la educación como garantía del sistema democrático y como un elemento de reivindicación histórica ante una deuda social acumulada. Crear más escuelas representaba más lugares de trabajo para ingenieros y obreros. Más maestros también serían necesarios. Y surge la clase media. Este es un fenómeno interesantísimo, porque la clase media es el colchón fundamental que rige los destinos y marca el accionar de los Estados contemporáneos. La clase media profesional atendía los servicios, las áreas de producción y de manufactura. Fue también el sustento de los partidos políticos que hicieron vida en Venezuela. Entonces, al fortalecer la clase media, fortalecías todos los ámbitos del país. Se saldó esa deuda histórica que había quedado pendiente desde Cipriano Castro.

La masificación de la educación planteaba ampliar el acceso a la instrucción formal y mejorar la calidad de la enseñanza. En la foto, probablemente de la década de los 80, un grupo de estudiantes hace fila frente al autobús escolar, en Caracas. Fotografía ©Archivo Fotografía Urbana.

La masificación de la educación planteaba ampliar el acceso a la instrucción formal y mejorar la calidad de la enseñanza. En la foto, probablemente de la década de los 80, un grupo de estudiantes hace fila frente al autobús escolar, en Caracas. Fotografía ©Archivo Fotografía Urbana

Es decir, la deuda con la educación venezolana inicia ya muy cerca de terminar el siglo XIX, en un contexto desfavorable para el país en muchos aspectos. ¿Qué nos dice el siglo XX sobre las condiciones idóneas para la evolución del sector educativo?

Una de las condiciones fundamentales, como se vio especialmente a finales del siglo XIX e inicios del XX, es la estabilidad política y la paz. ¿A qué me refiero? El siglo XIX se caracterizó por muchas convulsiones armadas, llamadas revoluciones por la historiografía. Mientras no se controlaran no se podía pensar en otra cosa. Muchos de los presidentes y actores políticos de esa época estuvieron involucrados en las revueltas militares. Guzmán Blanco propició estabilidad por más de 15 años, frenando esos conflictos, y una de sus primeras acciones fue dictar el Decreto de Instrucción Pública, Gratuita y Obligatoria en 1870. Concebía la idea de que si quieres construir y estabilizar una sociedad para conformar un Estado, y así consolidar una República, debes formar ciudadanos. Eso no existía en Venezuela. El concepto de ciudadano es “sujeto a derecho y obligaciones” y para poder conocer, ejercer y reclamar tus derechos y tus obligaciones necesitas, al menos, saber leer y escribir. Hay que añadir que estaba en boga una doctrina, una escuela de pensamiento, que también dio forma a la educación en aquel momento. Me refiero al positivismo, que parte de las teorías de Augusto Comte. Propone la educación masiva para formar a nuevos hombres y mujeres en las concepciones del progreso, del desarrollo, para transformar las realidades que venían de una etapa antigua que Comte llamaba la etapa teológica y metafísica. 

Luego llegamos a principios de siglo y nos conseguimos con un periodo de gobierno complejo y difícil, que es el de Cipriano Castro. Nuevamente, hay que sofocar rebeliones y tenemos el bloqueo en las costas venezolanas por parte de las potencias occidentales. De hecho, Cipriano se legitima en el poder producto de una rebelión, que es la Revolución Liberal Restauradora. No hay estabilidad. No están sentadas las bases para pensar, proponer y consolidar un sistema educativo que atienda las necesidades del país. Tampoco quiso, por revanchismo político, implementar una transformación en el sistema. Más bien se redujeron el número de escuelas y cerró las universidades de Caracas, Valencia y Maracaibo. 

Y después el país enfrentó la dictadura de Juan Vicente Gómez. ¿Cómo cambió la enseñanza en Venezuela bajo su gobierno autoritario? ¿Siguió los pasos de Castro y mantuvo la educación en pausa? ¿Surgieron nuevas ideas?

Gómez gobernó el país durante 27 años y trajo algo parecido a la estabilidad, me refiero al fin de los conflictos militares y de las revoluciones armadas. Es decir, tenemos el elemento de la paz, indispensable para el sistema educativo. Sin embargo, estamos ante lo que llaman “la paz gomecista”, que realmente se basaba en la represión. Hay que añadir que aparece el petróleo como elemento fundamental en la economía venezolana, ya que le dio recursos al Estado para invertir en ciertos sectores. Gómez privilegió la conformación del aparato militar y la estructuración de las instituciones del Estado, pero no la educación. Muchos menos su expansión. 

Al evaluar la historia de la educación, hay que tomar en cuenta que tanto los intereses políticos como la filosofía imperante en el momento determinaban el propósito del sistema. Además, debemos hacer un esfuerzo para evitar analizar la Historia desde el tiempo presente. Lo digo porque, en aquel entonces, la doctrina positivista había evolucionado con nuevos pensadores y los ministros de Gómez compartían los principios de la nueva corriente. Estaban de moda las ideas que defendía el inglés Herbert Spencer, quien consideraba que no debía darse un trato privilegiado a todos para así garantizar la calidad por encima de la cantidad. Se enfocaba en una educación selectiva, restringida a una élite, disponible solo para un grupo que era considerado el más capaz para desarrollar su potencial a través del proceso formativo. Es decir, solo unos pocos podían acceder a los beneficios de la educación. Spencer decía: “Concediendo por un momento que el Gobierno esté obligado a educar a los hijos de un hombre ¿qué clase de lógica demostrará que no está obligado a alimentarlos y a vestirlos?”. Y con esta frase, con esta filosofía, excusa al Estado de cumplir con los deberes que le atañen. De modo que no había un interés del régimen desde el punto de vista filosófico, pero tampoco presupuestario, económico, y social, en desarrollar la enseñanza en Venezuela.

Gustavo Vaamonde. Fotografía cedida por el entrevistado.

Gustavo Vaamonde. Fotografía cedida por el entrevistado.

Sin embargo, esa etapa fue especialmente importante para los docentes. Se creó la Escuela Normal de Hombres, la Sociedad Venezolana de Maestros de Instrucción Primaria, y la Revista Pedagógica. ¿Los maestros comienzan a percibirse como gremio?

Ese es un proceso interesante. El gobierno manejaba internamente el proceso educativo, pero fue impulsado también por las iniciativas de sus propios actores, de los docentes, que comenzaron a agremiarse, expresaron su rechazo hacia las doctrinas que consideraban obsoletas y plantearon propuestas para implementar nuevos sistemas educativos. Vemos el caso de Mercedes Fermín y del gran maestro Luis Beltrán Prieto Figueroa, quienes pertenecieron a un grupo excepcional de venezolanos y venezolanas. Los docentes fueron vitales. En algunos textos conseguirás incluso historias de estudiantes que veían clases alrededor de un árbol y, a pesar de las dificultades, no faltó la iniciativa particular de los maestros de la época para buscar canales y espacios a través de los cuales implementar las nuevas propuestas educativas que se desarrollaban a nivel mundial.

Durante el periodo de Gómez, los maestros difundían sus ideas de cambio en congresos anuales y en la Revista Pedagógica, que incluso fue censurada en 1935. El caso más emblemático de esas ideas fue la educación puerocéntrica. Esta iba en contra de un régimen que venía aplicando una estructura y un lineamiento doctrinal para implementar una realidad en base a otras escuelas de pensamiento. Sin embargo, al acabar el periodo gomecista, había un déficit importante de profesores y no había un lineamiento, vamos a llamarlo institucional, para su formación. Hasta que en 1936 se crea el Instituto Pedagógico Nacional y a través de esa organización el Estado enfocó los recursos para la formación de los docentes de calidad. Mariano Picón Salas es quien impulsa el proceso desde la Superintendencia de Educación Nacional. Se trajeron asesores y profesores de Chile. El propósito era formar a los maestros de los distintos niveles educativos de manera integral y además desarrollar la investigación científica en el área de la educación, lo cual era un objetivo importantísimo. Esto se venía haciendo de manera aislada, por decirlo de alguna forma, pero el IPN viene a institucionalizar la investigación pedagógica. Por ello es una institución pionera y esencial, que sigue en pie todavía a pesar de estar golpeada en los últimos años. 

Y allí comienza también la transformación hacia la expansión educativa, que fue interrumpida en 1952 con la llegada de otro militar al poder. Hablando sobre dictadores, ¿cuál es el papel del régimen de Marcos Pérez Jiménez en nuestra memoria educativa? 

El sistema educativo respondió al gobierno de turno. Lo primero que hace Pérez Jiménez es atacar, desmontar y frenar lo que se había propuesto en el proyecto de la Junta Revolucionaria de Gobierno. Ese revanchismo político generó el corte de todo el proceso de la masificación. De segundo, consolidó el modelo que consideró mejor. En este caso, la doctrina que dominaba era el ideal nacional, la transformación del espacio para desarrollar el bienestar de los ciudadanos de un país. ¿Qué significaba dentro de su concepción para la educación? Primero, evitar que los docentes fueran políticos. Quitarles la posibilidad de enseñar a los estudiantes las herramientas políticas, jurídicas y cívicas para defender la democracia. El nuevo ideal nacional también cree en la formación de un nuevo hombre que va a tener como base la transformación del espacio físico para el desarrollo de sus capacidades intelectuales. Vemos, por ejemplo, que se fundaron nuevos colegios y nació la Universidad Católica Andrés Bello. Toca a los investigadores ponderar si, desde este punto de vista, fue algo bueno o positivo. No me atrevo a calificarlo como historiador, pero sí puedo decir que hubo un cambio de realidad. Se manejaron otros criterios.

A partir de 1945 se inició un proceso para modernizar el sistema educativo, que incluyó la creación de escuelas y liceos. En la foto, vemos el Grupo Escolar República del Ecuador (circa 1955). Fotografía ©Archivo Fotografía Urbana.

A partir de 1945 se inició un proceso para modernizar el sistema educativo, que incluyó la creación de escuelas y liceos. En la foto, vemos el Grupo Escolar República del Ecuador (circa 1955). Fotografía ©Archivo Fotografía Urbana.

¿Qué podemos aprender de la historia educativa en democracia? ¿Qué lecciones dejó? 

La Historia sirve para reconocer los baches regulares del camino, que hay que saber que están ahí, al igual que sirve para comprender que existen oportunidades para reivindicar lo que se frenó en el pasado. Los ejemplos históricos, como el del Plan de Barranquilla que se concentró en reparar las deudas puntuales, sirven para concientizar que hemos pasado por esto. Que la inestabilidad política y socioeconómica tienen efectos sobre el sistema educativo y ya hemos comprobado cuáles son en nuestra sociedad, pero que, sin importar lo difícil de la situación o lo monolítico que sea el gobierno de turno para imponer sus ideas, siempre habrá espacios para reivindicar propuestas para desarrollar el sistema educativo. 

El periodo democrático mostró la importancia de ofrecer las mismas oportunidades de acceso a la educación a todos los integrantes de una comunidad organizada, de una sociedad, de un país. Eso es democracia verdadera. Eso es dar la mayor suma de felicidad posible, que es un pensamiento del siglo XIX tomado de Simón Bolívar, y viene de Aristóteles, pero que tiene mucha vigencia en lo que se refiere a las formas de organización política y a los proyectos de ejercicio de la política por parte de un factor de poder. ¿A qué me refiero? Fue importantísimo que muchos tuvieran acceso a todos los niveles educativos, porque una significativa cantidad de venezolanos de todos los estratos y condiciones sociales pudieron ir a la universidad, hacer postgrados, y mejorar socioeconómicamente su estatus y el de su familia. Se logró, no solo democratizar el acceso a los espacios de estudio, sino que eso implicó también la consolidación de la clase media trabajadora, profesional, que tuvo incidencia en el crecimiento económico del país.

En este punto ha insistido, porque es realmente importante para entender el efecto de la educación de calidad en el periodo democrático. ¿Puede decir que nos hemos quedado sin esa clase media, que tanto costó construir?

Teníamos esa clase media fuerte que atendió los más diversos ámbitos, como la medicina, la ingeniería, los servicios, la educación, todos esos profesionales se formaron durante esa apertura, esa masificación de la educación en Venezuela durante el periodo de la democracia representativa, después de 1958. ¿De qué se trata ahora? Los estados liberales contemporáneos fortalecen su funcionamiento y su permanencia con una clase media profesional fuerte. Eso ocurre en Alemania, en Francia... en los estados organizados con estructuras democráticas liberales. Los regímenes que no apuntan hacia eso buscan todo lo contrario: mutilar, reducir, y controlar a esa clase media profesional que es la que sustenta al Estado, y sirve de colchón entre los estratos más desposeídos y los sectores más altos o encumbrados desde el punto de vista político. Los regímenes políticos cercenan esa clase media profesional. De esos más de 7,1 millones de venezolanos que han huido del país, un grupo significativo son profesionales clase media, formados a nivel técnico o en universidades, con especialidades necesarias para el desarrollo y atención de la sociedad venezolana en muchas áreas. Estamos ante un proceso que no solo tiene que ver con el tema educativo, estamos ante una disolución de la nación venezolana por tantos y tantos compatriotas venezolanos que se han ido. 

¿Y qué errores podemos identificar para no repetirlos en el futuro?

Si hablamos de errores, diría que nunca se creó conciencia en las nuevas generaciones, en los nuevos estudiantes, sobre los beneficios de la democracia como sistema de organización política y sistema de gobierno. Se hacía hincapié en muchos ámbitos de nuestra sociedad, como la prensa de la época, en los defectos y las carencias que tenía el sistema democrático. Se debió fortalecer en esa etapa, en todos los niveles educativos, la importancia y los valores de la libertad, el respeto a la constitucionalidad y a la división de poderes como forma de organización del Estado. Si eso se hubiese reafirmado, posiblemente no hubiéramos caído en un régimen con el que vivimos actualmente. 

Entonces, ¿de esa conciencia democrática no queda nada? 

En Venezuela ya hay otro modelo. Hay otro régimen, otro gobierno de turno, que tiene otros propósitos políticos. El concepto es la defensa de la revolución, no se habla de venezolanos ni de venezolanas, se habla de chavistas y opositores. Sin embargo, la formación con conciencia democrática todavía existe en los estudiantes que van a las universidades, que incluso defienden la integridad de sus casas de estudios, y persiste, sobre todo, en los maestros. 

¿Qué condiciones son necesarias hoy para el desarrollo del sector educativo? ¿Es necesario retomar la masificación de la educación como la idea base?

Tiene que haber voluntad entre los factores de poder para permitir el retorno de la democracia al país, solventando en primera instancia el problema político, la restauración del sistema democrático, el valor de la Constitución y el respeto al principio de legalidad. Así se darán las condiciones para programar en materia educativa, sin prejuicios. El Estado siempre tiene un interés detrás de la educación, pero no siempre es como en los estados totalitarios en el que el interés es todo, es marcado y absoluto. 

Cuando exista estabilidad política y respeto a la institucionalidad, estarán dadas las condiciones para el retorno a la educación masiva de la población, que trajo beneficios personales y familiares, pero también en la economía y en el fortalecimiento de la clase media trabajadora que, como ya hemos hablado, es la que dirige un país y sirve de amortiguador entre los sectores más vulnerables y las clases políticas y pudientes.

Créditos

Dirección general: Ángel Alayón y Oscar Marcano

Jefatura de diseño: John Fuentes

Texto: Indira Rojas

Edición: Ángel Alayón, Oscar Marcano y Ricardo Barbar

Fotografías: Archivo Fotografía Urbana

Redes sociales: Salvador Benasayag e Indira Rojas

Caracas, jueves 20 de octubre de 2022