Brienne fue nombrada dama de caballería por Jaime en el segundo episodio de la octava temporada, "Knight of the Seven Kingdoms". | Fotografía por Helen Sloan | HBO
Brienne of Tarth es nombrada Caballero de los Siete reinos

Apuntes sobre “A Knight of The Seven Kingdoms” [un capítulo de #GameOfThrones]

por Ángel Alayón

23/04/2019

[Alerta de Spoiler]

Brienne de Tarth se arrodilla para convertirse en lo que siempre quiso ser. Jaime Lannister le hace prestar juramento, alternando la espada sobre sus hombros:

En nombre del guerrero,
te ordeno ser valiente.
En nombre del Padre,
te ordeno ser justa.
En nombre de la Madre,
te ordeno defender al inocente.

Brienne promete hacer lo que ya ha hecho. Ella era eso que ahora los demás reconocen al romper una tradición que perdió sentido, como lo hacen las tradiciones que no encuentran justificación moral.

Bajo el imperio carolingio, la ceremonia de nombramiento de caballeros incluía un fuerte golpe con el puño en la oreja. Era el uso del dolor como recurso nemotécnico. Incumplir el juramento era también una forma de la muerte.

Brienne se levanta y es ahora un Caballero de los Siete Reinos y así investida, peleará contra la muerte, esa que no distingue nombramientos, títulos o tradiciones. Esa que es en sí misma, la más antigua de las tradiciones.

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Dicen que durante los bombardeos de Londres durante la Segunda Guerra Mundial muchas parejas, algunas improvisadas, tenían sexo en las estaciones del metro. Es la vieja batalla de Eros versus Tánatos identificada por Freud, el instinto de la vida contra la muerte. Arya se decide por el amor físico, otros por beber, algunos por recordar. David Benioff sugiere que nada puede definirnos mejor como aquello que haríamos si supiéramos que nos queda una noche de vida.

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Jon Snow, Sansa, Bran y Arya Stark revisan la maqueta del combate mientras trazan el plan de batalla.

Jon Snow reconoce que no pueden vencer al ejército de los White Walkers en una batalla convencional. Ellos son más y ya están muertos. La única posibilidad de Westeros es redefinir el enfrentamiento, es decir, utilizar una estratagema que le permita confrontar a los White Walkers con alguna posibilidad de triunfar. Fue Homero quien introdujo la dicotomía clásica del pensamiento estratégico: Bíe, la fuerza y el coraje en Aquiles, en contraposición a Metis, la astucia y la imaginación en Ulises. Snow reconoce que en la fuerza no está su ventaja. Hará falta algo más.

Bran entiende (conoce) al enemigo y es quien ofrece la clave. The Night King vendrá por él. Es su verdadero objetivo y Bran se ofrece como carnada. Westeros depende de que la trampa funcione. Depende, en primera instancia, de la habilidad de Ulises. Ya luego, hará falta Aquiles. Y es que la dicotomía de Homero es útil para definir a los arquetipos, pero en realidad, no hay posibilidad de derrotar a un enemigo de temer sin coraje y sin astucia.

No sabemos si la trampa funcionará, pero sí sabemos que es un plan. Westeros tiene un mapa de acción para enfrentar a The Night King. Pero como ya dijo el Mariscal de Campo Helmuth Carl Bernard von Moltke, ningún plan sobrevive al primer contacto con el enemigo. O si prefieren una referencia boxística, como dijo Mike Tyson: “Todos tienen un plan hasta que reciben un golpe en la boca”.  

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Thormund, Brienne, Jaime, Davos, Tyrion y Podrick beben y conversan en la noche antes de la batalla.

Bran explica que el objetivo del rey de la noche es borrar este mundo y para ello, debe borrar su memoria. Sam lo entiende así: la muerte es olvidar. “Ser olvidado. Si olvidamos dónde hemos estado y qué hemos hecho, ya no somos hombres”. Inevitable recordar los versos de Borges que llevaba en su bolsillo Héctor Abad Gómez, padre de Héctor Abad Faciolince, el día que lo asesinaron:

Ya somos el olvido que seremos.
El polvo elemental que nos ignora
y que fue el rojo Adán y que es ahora
todos los hombres, y que no veremos.

Ya somos en la tumba las dos fechas
del principio y el término. La caja,
la obscena corrupción y la mortaja,
los triunfos de la muerte, y las endechas.

No soy el insensato que se aferra
al mágico sonido de su nombre.
Pienso con esperanza en aquel hombre
que no sabrá que fui sobre la tierra.
Bajo el indiferente azul del cielo,
esta meditación es un consuelo.

Podrick canta en la reunión final antes de la batalla. La canción cuenta la historia de Jenny, una mujer que danzaba con sus fantasmas, los que había perdido, los que había encontrado y los que más había amado. Es una canción de despedida aunque ella nunca quiso marcharse. Aunque nunca hayamos querido irnos.


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