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Vinotinto contra Perú: Dudamel no da respuestas

Fotografía de Jeferson Guareze | AFP

15/06/2019

Por más resultadista que suene, el 0-0 fue lo único positivo; un premio gordo para una selección que sigue sin dar señas de identidad. Una cosa es lo que pinta el cuadro criollo antes del primer pitazo y otra lo que vemos una vez que el encuentro comienza. Venezuela, como ya lo ha mostrado antes bajo la dirección de Rafael Dudamel, es una suma de individualidades no un equipo.

Es fundamental para cualquier selección comenzar un torneo corto sumando unidades. Desde esa perspectiva, y tomando en cuenta las imprudencias, tanto del jugador Luis Mago que facilita su expulsión como del estratega que no lo protege, la igualdad con Perú se acerca a una victoria. De resto, incluido el tema físico, la Vinotinto preocupa.

Superados los miedos y las propias limitaciones de las dos selecciones, que no están para ser protagonistas en la Copa América 2019, el equipo de Ricardo Gareca fue mejor. Y no solo por los remates, que milagrosamente no entraron gracias a los reflejos gatunos de Wuilker Fariñez. Las dos intermediaciones del VAR, que favorecieron a la Vinotinto, también resumen las vocaciones ofensivas de un equipo y otro.

Poco podemos hablar de Salomón Rondón, que se mantuvo en su línea de sacrificio. Apenas estuvo una vez cerca de Pedro Gallese y el arquero le ganó el duelo. Del resto, salvo algunas esprintadas de John Murillo y un pase precisamente para el ‘9’ venezolano, los jugadores ofensivos deambulan sin mucho sentido del deber y la oportunidad.

A estas alturas no se sabe si esa tendencia a hundirse en las arenas movedizas cuando toca atacar es un problema de concepción, ensayo o selección de jugadores. Los problemas defensivos de la Vinotinto son reconocibles. La dificultad de contar con un lateral izquierdo es un problema heredado. Los centrales regresan mal, no importa el apellido que lleven en la espalda. La pregunta entonces es la siguiente: ¿Por qué los hombres que han demostrado ser eficientes en sus labores de generar y rematar al arco se difuminan en cada juego de la selección?

Lo sufre Rondón y es lo más evidente. Pero también Murillo y Jefferson Savarino. Hasta Josef Martínez, que debe quedarse en el banco por, según el técnico, incompatibilidad en el ataque. La Vinotinto no cuaja, no arranca, no ilusiona. A lo máximo, se sostiene por la calidad de sus individuos, pero no por una idea colectiva o plan de acción.

Y lo anterior es un problema. Después de tres años al mando de la selección, se supone que uno debería reconocer algunas pistas. Pensemos en procesos anteriores. De Richard Páez esperábamos el toque para despistar a la defensa rival funcionara o no; de César Farías la pelota parada y un rosario para defender el resultado. ¿Con Dudamel qué?

Nos han vendido el 4-3-3, las transiciones rápidas, la ausencia de volantes ‘10’ en pro de un vértigo que solo aparece en el papel. Con el corazón en la mano, ¿usted que lee estas líneas reconoce cómo juega la Vinotinto? Es probable que sí exista una idea y este redactor no la pueda ver. Siempre hay que dejar la duda porque muchas personas saben más de fútbol que uno.  No obstante, aún admitiendo esto, los resultados positivos en competencias oficiales no llegan.

Hay contradicciones en el cuerpo técnico que saltan a la vista. Como la ausencia en la convocatoria de Yeferson Soteldo, su regreso tras la lesión de Adalberto Peñaranda y su debut en el primer juego. En conclusión, Soteldo pasó en tiempo récord de descartado a uno de los cambios en el debut oficial. Incluso entró en plan de salvador.

Una más: Roberto Rosales fue probado como lateral de emergencia, a pierna cambiada. La amarilla de Luis Mago y su bajón físico era un momento que exigía romper el vidrio. Se le dejó y la segunda amarilla apareció, como era natural para un defensa que se vio superado física y tácticamente.

¿Podía advertir Dudamel la expulsión? Sí, porque para eso se le contrató, pues los técnicos, además de alineadores, deben adelantarse al adversario, como en los partidos de ajedrez. Pero, además, el estratega fue jugador y uno de los mejores en su posición, le dio muchas alegrías al deporte criollo y fue de los primeros en triunfar en el extranjero, cuando el pasaporte era un prejuicio en los campos de fútbol. Esa experiencia debe curtirte para comprender las probabilidades que la ruleta del fútbol otorga.

Mientras hay vida hay esperanza. El fútbol es un misterio, lo improbable es lo más probable que pase. Sucedió en el Argentina-Colombia. Roger Martínez ingresó por obligación tras la lesión de Luis Muriel. Eso puede servir de consuelo. Pero aún en la incertidumbre, los técnicos tienen que operar con claridad. Es la única manera en la que los jugadores pueden tener fe en que lo planificado puede dar resultados. ¿Hay claridad en la Vinotinto?


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