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Un emblema de la paz cumple sesenta

21/02/2018

Un círculo, tres líneas: pocos símbolos son gráficamente tan sencillos y potentes como este emblema de la paz, que cumple sesenta años este 21 de febrero. No obstante, pocos conocen su historia y su significado original.

Los artífices de la Campaña para el Desarme Nuclear, iniciada en Gran Bretaña en 1957, fueron también los impulsores de las primeras manifestaciones anuales contra las armas atómicas: la marcha que recorrió 83 kilómetros entre ese hito londinense que es Trafalgar Square y la central atómica de Aldermaston en 1958 terminó convirtiéndose en un ritual multitudinario, consumado cada fin de semana de Pascua y repetido en otros países en la década siguiente.

Un lustro antes, el Reino Unido se había erigido en la tercera potencia nuclear del mundo –sólo superada por Estados Unidos y la Unión Soviética– y había puesto a prueba una bomba de hidrógeno. De ahí que la resistencia no tardara en surgir y fortalecerse: el eslogan ¡Prohíban la bomba! (Ban the bomb!) se hizo muy popular por esos días. Lo único que le faltaba al movimiento antinuclear británico era una identidad visual fuerte, un signo rápidamente reconocible.

El encargo de Bertrand Russell

El director de la Campaña para el Desarme Nuclear, el célebre filósofo y Nobel de Literatura Bertrand Russell, le encargó a Gerald Holtom, un diseñador gráfico graduado en la Royal College of Art de Londres, la concepción de un emblema capaz de transportar el mensaje antiatómico a todos los rincones del mundo. Holtom presentó el resultado de su trabajo el 21 de febrero de 1958: un círculo y tres líneas cuya disposición traía a la memoria la pata de una paloma.

El emblema tuvo su debut inmediatamente: en la marcha de Aldermaston de ese año, los manifestantes portaron medio millar de pancartas adornadas con el signo en cuestión. Apenas un decenio más tarde, esos trazos geométricos serían conocidos globalmente como un símbolo de la paz y serían portados también por ambientalistas, defensores de derechos civiles, activistas de movimientos de emancipación y, desde luego, pacifistas.

El legado de Gerald Holtom

El diseño de Holtom no es producto de un capricho formalista, pero sí de una vivencia personal: habiéndose rehusado a combatir durante la Segunda Guerra Mundial, el joven aprendió el código náutico internacional, también conocido como el alfabeto semáforo, en la costa de Norfolk. Su sistema de comunicación por señas inspiró a Holtom cuando recibió el encargo de Russell: la línea vertical del emblema permite formar la letra “D” y las diagonales, la letra “N”.

“ND” son las siglas de “desarme nuclear”. El círculo, por su parte, representa al planeta Tierra. El movimiento antinuclear hizo suyo el emblema, a pesar del trasfondo militar de sus trazos. Lo que permitió que este signo fuera usado en el marco de movimientos análogos al antiatómico –como el de la lucha por los derechos de los negros en Estados Unidos y Sudáfrica, el de los hippies o el de los activistas antibélicos– fue el hecho de que Holtom se negó a reservar para sí los derechos de autoría.

Felix Schlagwein (ERC/ER)


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